El fenómeno de El Niño (FEN) en el Perú es una amenaza recurrente que trae consigo devastadoras consecuencias. Este fenómeno, originado por el aumento de las temperaturas en las aguas superficiales del mar, desencadena una serie de alteraciones climáticas, siendo las lluvias intensas uno de sus efectos más notorios. Cada cierto tiempo, el FEN ocasiona estragos en el aspecto económico, social y ambiental del país, dejando cicatrices imborrables en su camino.

Históricamente, este fenómeno natural ha dejado su huella en el Perú. Entre 1982 y 1983, se vivió un episodio impactante: 16 regiones del país se vieron afectadas y 512 personas perdieron la vida. En 1997-1998, el Senamhi registró otro episodio. En dicha ocasión, 14 regiones se vieron golpeadas, 366 personas fallecieron y más de 531.000 peruanos resultaron damnificados. En el 2017, Indeci informó sobre otra embestida del FEN que afectó a 14 regiones del país, en la que 138 personas perdieron la vida y 1,74 millones de peruanos se vieron afectados.

Hoy en día, el FEN se extenderá hasta los primeros meses del 2024, con precipitaciones constantes en la costa norte del país y una notoria ausencia de lluvias en la zona centro y sur de la nación. Esta noticia es alarmante y subraya la necesidad urgente de la participación y el compromiso de toda la sociedad en la gestión y ejecución de planes de contingencia.

Es imperativo que las autoridades gubernamentales asuman un papel activo implementando medidas que ayuden a prevenir y mitigar los desastres que este fenómeno natural puede desencadenar. Estas acciones deben ser coordinadas y efectivas, centradas en proteger la salud y el bienestar de la población.

La historia nos ha demostrado que el fenómeno de El Niño tiene capacidad para causar estragos a gran escala. La prevención, la respuesta efectiva y la resiliencia son claves para minimizar el sufrimiento humano y las consecuencias que pueda causar en nuestro territorio.

Darly Flores Cabanillas es estudiante de Ingeniería Ambiental en la UCV