Matias Azcárate

La última encuesta de CPI y RPP nos vuelve a mostrar una realidad incómoda: los tenemos una autopercepción negativa. Este fenómeno puede explicar por qué somos el segundo país de Latinoamérica con menos interpersonal –solo el 17% de peruanos cree que se puede confiar en la gente–. Según la teoría de la autovalidación, las personas con una autopercepción negativa suelen experimentar una baja autoestima, lo que disminuye su confianza en las interacciones sociales. Este temor al rechazo y al juicio negativo de los demás contribuye a niveles reducidos de confianza interpersonal (Sedikides & Gregg, 2008).

¿Dónde nace este problema? Me atrevo a afirmar que surge en las aulas, especialmente en las de los colegios. Tras varios años de trabajo con mi ONG Peruanidad en talleres para estudiantes de secundaria, he constatado que muchos de ellos carecen de autoconfianza, están llenos de miedo y no sueñan con un futuro mejor. Esto se debe en gran medida a que sus referentes –padres y profesores– no aspiran a más. Es una cadena de desesperanza. Si sus ejemplos ya se han resignado, ¿qué podemos esperar de ellos?

Mi experiencia en el campo no solo ha revelado esta triste realidad, sino que también me ha permitido descubrir que la educación puede avivar la llama del progreso. Necesitamos empoderar a los estudiantes, escucharlos, demostrarles que confiamos en ellos y ofrecerles palabras de aliento. Debemos ser guías, no imponiéndoles una escalera rígida a seguir, sino mostrándoles un abanico de oportunidades. Sin embargo, este esfuerzo no termina ahí; necesitamos docentes comprometidos, apasionados por la enseñanza, que inspiren a sus alumnos a alcanzar sus metas.

No podemos aspirar a ser un país mejor si antes como peruanos no volvemos a confiar. Para volver a confiar, hay que volver a creer en nosotros y eso solo se logra a través de la educación.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Matias Azcárate es estudiante de Política e Innovación Social en la Universidad de Nueva York

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