Divas paralelas, por Mario Ghibellini
Divas paralelas, por Mario Ghibellini
Mario Ghibellini

De un tiempo a esta parte, el presidente Humala y la primera dama –que, como se sabe, atacan siempre en pareja- han cambiado de blanco favorito en sus ofensivas mediáticas. Atrás ha quedado la ojeriza preferencial que le dispensaban a Alan García (al que ya solo llaman ‘panzón’ y, a este paso, dentro de poco, quizás ‘gordito’). Y ahora, guiados seguramente por lo que sugieren las encuestas, concentran sus zarpazos más esmerados en Keiko Fujimori.

El mandatario, por supuesto, la golpea solo a través de referencias a su padre, convencido acaso de que así nadie se da cuenta de que viola la neutralidad que debe observar en este proceso. Pero la señora Heredia no se hace problemas para sacarla al fresco de las mechas, como ocurrió esta semana en un elocuente mensaje que publicó en su cuenta de Twitter.

Tu api y mi ami

Con ocasión de la propuesta de la candidata de Fuerza Popular de conceder reparaciones civiles a los deudos de los militares caídos en combate durante la guerra contra el terrorismo, la esposa del presidente divulgó, efectivamente, la siguiente sentencia en las redes: “Keiko miente para congraciarse con los militares que su api abandonó. La dictadura Fujimori las envolvió”.

Mención aparte merece, desde luego, la temeridad con la que la señora Heredia se introduce en el pantanoso terreno de acusar a otra política de mentir, después de la contumacia con la que ella lo hizo hace poco a propósito de la propiedad de sus agendas (en las que, además, su ‘ami’ aparece tan prominentemente). Pero, bueno, alguien podría decir que por lo menos se trata del diagnóstico de una autoridad en la materia.    

Existen, sin embargo, otros puntos de contacto entre las dos lideresas más notorias de la escena pública actual (Lourdes Flores, como es obvio, se ha convertido ya solo en una actriz de reparto), que ambas parecen ignorar y que -uno pensaría- tendrían que hermanarlas, antes que malquistarlas tan agriamente.

Las dos, por ejemplo, llevan nombres que resultan exóticos en este país nuestro de raíces andinas e hispánicas (igual que Magaly y Gisela, dos divas que se disputan esa otra manifestación electoral que es el rating). Las dos, también, están emparentadas con golpistas –Antauro y Alberto- cuyo atentado contra el estado de derecho está profundamente arraigado en el proyecto político que cada una de ellas encabeza. Las dos, por otro lado, tuvieron su primer atisbo del poder desde el cargo de primera dama y a las dos, aparentemente, la experiencia les abrió el apetito por posiciones más encumbradas. Las dos, por último, representan a movimientos que llegaron al gobierno por la vía del rechazo al ‘establishment’ político y, una vez allí, lo administraron con las mismas mañas que todos.

La otra, la misma

Existen, claro, algunas diferencias, como la que supone el hecho de que mientras Keiko tenga que esforzarse por demostrar que es ella la que manda en sus predios, Nadine deba esmerarse más bien por disimular que es la soberana indisputada en los suyos. Pero se trata de pequeños contrastes que el paso del tiempo probablemente se encargará de limar.

No es inverosímil, pues, que dentro de muchos años, cuando alguien escriba la historia política del Perú de estos días, con un toque borgiano las dos sean entendidas como variaciones de un mismo fenómeno que caracterizó esta atribulada época. Y eso, la verdad, ayuda a ver la agitación de esta campaña y los menudos eventos que la rodean con una cierta distancia irónica. 

(Publicado en la revista Somos el sábado 16 de enero del 2016)