Cuando el futuro nos alcance, por Mario Ghibellini
Cuando el futuro nos alcance, por Mario Ghibellini
Mario Ghibellini

Somos cumple 30 años y el tema ineludible de esta edición es la reflexión sobre los cambios que se han producido en esas tres décadas en el mundo en general, y sobre todo en el país. Pero tememos que, a estas alturas, el lector pueda estar ya un poco agotado de las miradas retrospectivas y la incomprensible nostalgia por los apagones y las telenovelas venezolanas, así que en esta pequeña columna nos hemos propuesto hacer algo un tanto distinto: lanzar la mirada más bien hacia adelante e imaginarnos cómo podría lucir el Perú en el 2046; es decir, dentro de 30 años. Total, lo peor que puede ocurrir es que nos equivoquemos, como sucede con todos los que incursionan en la futurología ‘distópica’. Y en una de esas, en cambio, nos liga una profecía y acabamos haciéndonos un lugarcito en la galería de los soberbios Nostradamus criollos.

PERÚ, JUNIO DE 2046

Mientras casi toda Sudamérica alienta a sus equipos en el Mundial Guyana 2046, los integrantes del seleccionado nacional, que no alcanzó ninguno de los ocho cupos disponibles para esta parte del continente durante las eliminatorias, se consuelan participando de una ceremonia conmemorativa por los 30 años del polémico gol con el que el mítico jugador Raúl Ruidíaz le dio por última vez una victoria al Perú sobre el ‘scratch’ brasileño.

A la ceremonia asiste también el recientemente electo presidente Ghezzi, que al parecer poco sabe de fútbol y lamenta en declaraciones a la prensa que los dirigidos por el profesor Manco no hayan podido anotar un tanto igual. En realidad, sin embargo, la ocasión es solo un pretexto para que el futuro mandatario renueve frente a la ciudadanía su compromiso de lograr, esta vez sí, la diversificación productiva del país en los próximos cinco años.

La ratificación de la promesa electoral se ha hecho necesaria, como se sabe, porque su ex contendora, Kabuki F. Pacheco, apareció esta semana en las pantallasreloj de todos los peruanos a proclamar, junto a los 500 miembros de su mayoritaria bancada, que el partido que ella lidera será “o-po-si-ción” en el siguiente Congreso y que van a concentrar sus esfuerzos en la defensa de los intereses del pueblo contra todo lo que propongan los ex ministros septuagenarios que bailan como el cuete y estén por mudarse a Palacio: una hierática sentencia que los exégetas de la política local entienden como una amenaza velada al candidato que, inesperadamente y por muy estrecho margen, la derrotó en la segunda vuelta electoral recién celebrada. Ofendidos porque les han dicho que son una mafia –conjeturan los referidos intérpretes–, los miembros del partido toronja anuncian una ‘vendetta’.

Existe, no obstante, todavía una esperanza de que los antiguos rivales depongan asperezas y decidan trabajar mancomunadamente por el bien del país, pues ambos acudirán la próxima semana a la inauguración del monumento ‘El contribuyente que llora’, que ha sido instalado en la vieja refinería de Talara (inoperativa desde su remodelación). Con ocasión de esa coincidencia, en efecto, monseñor Altuve, prelado de la Iglesia Reformada Peruana, ha prometido reunirlos y llamarlos a la reconciliación para evitar que los problemas más acuciantes de la patria demoren otros 30 años en resolverse. Que la Fuerza lo acompañe.

Esta columna fue publicada el 25 de junio del 2016, en la edición por los 30 años de la revista Somos.