Gris, por Mario Ghibellini
Gris, por Mario Ghibellini
Mario Ghibellini

Mientras Pedro Pablo Kuczynski no pierde el tiempo y demuestra que no necesita que su gobierno se inaugure para empezar a equivocarse (la marcha de trabajadores de Doe Run al Congreso a la que ha convocado es singularmente necia), la administración humalista se demora en asumir que está de salida. Como en las películas del Capitán América o los X-Men, de pronto los créditos finales se detienen para dar paso a una o más escenas ‘secretas’ de la producción que hemos visto durante estos cinco años. Y entonces, descubrimos que así como el primer ministro Cateriano imita con gracia al Pato Donald, hay otros que imitan más bien a los Chicos Malos, oscureciendo el epílogo de una gestión que ya venía gris de tiempo atrás.

GIRO DE UJIERES

Los problemas en que andan metidos en estos días los sectores de Defensa e Interior, en efecto, no solo alcanzan a sus respectivos titulares, sino que se proyectan más arriba en la estructura del poder. En el primer caso, la circunstancia de que los denunciados por la supuesta “revelación de secretos nacionales” sean también quienes sacaron a la luz el affaire de las agendas de la primera dama hace maliciar una venganza. Y en el segundo, el hecho de que la cuestionada compra de patrulleros ‘de gobierno a gobierno’ tenga en el otro extremo del arreglo a Corea del Sur (país en el que el actual mandatario fue agregado militar hace más de una década) suscita inquietudes que no hace falta detallar.

En el fondo, estamos ante una consecuencia más de la principal tara de este gobierno. A saber, la imposición de que todo lo que ocurra en él tenga por origen y destino al jefe de Estado y a su consorte, un despropósito que a su vez se nutre del engaño de que existe tal cosa como una ‘pareja presidencial’.

Esa expresión, popularizada por los ujieres del oficialismo para referirse a una  supuesta instancia de poder compartida por el presidente y su esposa, fue siempre una estafa conceptual. ¿Constituyen acaso un parlamentario y su esposa una ‘pareja congresal’? ¿O alguna alcaldesa y su esposo, una ‘pareja municipal’? ¿Escuchó alguien alguna vez que semejante giro fuese utilizado para referirse a Fernando Belaunde y Violeta Correa, o a Alejandro Toledo y Eliane Karp?

De seguro que no, pero durante esta administración, con el pretexto de que la señora Heredia parecía carismática, dinámica y sonreía, hasta los ministros echaron mano de la equívoca fórmula. Como si de esa manera se pudiera distribuir el poder que constitucionalmente le correspondía al presidente entre dos. Como si la frase mágica legitimara cualquier transgresivo ejercicio de una autoridad que no respaldan más votos que los matrimoniales. Cuando, en realidad, cualquier sujeto pensante sabe que si bien un presidente puede estar emparejado, eso no quiere decir que su pareja esté ‘presidencializada’.

Fue en el afán de vendernos ese espejismo que se ahogaron, entre otras cosas, el crecimiento económico y las promesas de lucha contra la inseguridad, y todo derivó –como decíamos al principio– en una gestión gris. Y es a raíz de ese vano afán también que ahora, a solo semanas de terminar esta triste producción, todo amenaza con tornarse más oscuro. Atentos, entonces, a los créditos.

Esta columna fue publicada el 9 de julio del 2016 en la revista Somos.