Hermanos en armas, por Mario Ghibellini
Hermanos en armas, por Mario Ghibellini
Mario Ghibellini

Hubo un tiempo en que Antauro Humala y Kenji Fujimori eran piezas obedientes de los proyectos políticos de sus hermanos mayores. Pero si en los orígenes míticos de la soberbia Roma, Rómulo fue desafiado por Remo, Ollanta y Keiko tendrían que haber sabido que en esta remota comarca en donde sembraron sus modestos sueños imperiales, algún día les tocaría a ellos también enfrentar la insumisión de sus respectivos parientes pobres (en lo que a cuotas de poder se refiere). Y si por casualidad habían estado tan adormecidos como para no notarlo hasta ahora, las notificaciones escritas que han recibido recientemente tienen que haberlos despertado de un remezón.

ATRACÓN DE SAPOS

Tanto Antauro como Kenji, efectivamente, han divulgado en los últimos días mensajes escritos en los que pechan a sus antiguos superiores El primero, sin remilgos, en un “exhorto abierto” en el que termina sugiriéndole a su hermano que se suicide para salvar la “pizca de dignidad” que pudiera quedarle tras “la traición y demás vilezas” cometidas antes, durante y después de su periodo presidencial. Y el segundo, de una forma un tanto más taimada, en un mensaje de tweet en el que criticaba el voto de los representantes de Fuerza Popular en el Consejo Directivo del Congreso en contra de la creación de una comisión investigadora del ‘caso Sodalicio’.

“¡Nauseabundo! No se debe blindar a un presunto abusador sexual”, apuntó el benjamín de los Fujimori, cuidándose de hacer notar, además, que “el tema Figari” no había sido debatido al interior de la bancada mayoritaria y rematando con la venenosa pregunta retórica: “¿Quién encubre a Figari?”.

Porque, para ser sinceros, tampoco es que el acertijo de Kenji rezumase sofisticación. Si no hubo acuerdo de bancada al respecto, es evidente de quién tuvo que haber provenido la instrucción para que los diez parlamentarios naranjas presentes en el Consejo Directivo votasen como lo hicieron. Y en consecuencia, a quién estaba acusando él de encubrir al “presunto abusador sexual”. La prueba de la obviedad de la solución a su adivinanza es que, al día siguiente, fue la propia Keiko la que demandó que se reconsiderase el sentido de esa votación, obligando a Galarreta y a otros representantes de Fuerza Popular que habían gastado prosa en demostrar la perfecta racionalidad de su decisión, a darse un atracón de sapos. Y el hecho de que al final el fujimorismo haya tratado de salvar cara optando por una fórmula intermedia (que un grupo de trabajo de la comisión de Justicia le haga solo ‘seguimiento’ a la evaluación que debería hacer la Defensoría del Pueblo del caso) no cambia un ápice la afrenta que ha supuesto el público coscorrón.

Más allá de lo anecdótico, sin embargo, es evidente que los autores de los dos obuses escritos que aquí comentamos no están en pie de guerra con sus familiares por puro gusto. Cada uno de ellos tiene desde luego cuentas pendientes con aquel al que ahora ha vapuleado. Pero Antauro saldrá de la cárcel antes del 2021 y, para ese mismo año, Kenji tendrá largamente la edad necesaria para postular a la presidencia: una circunstancia que les confiere a sus mensajes un cierto aire de inicio de campaña a costa de aquellos a los que alguna vez reverenciaron. ¡Tenga, usted, hermanos!

Esta columna fue publicada el 11 de marzo del 2017 en la revista Somos.