Mario Ghibellini

El fundador de la , , no solo tiene tesis. También tiene antítesis. Porque un día le dice al presidente que, por el bien del país, debería renunciar a su cargo y al otro, se presta a un penoso número de blindaje de uno de los acápites más turbios de su currículum: el asunto del plagio en el trabajo pretendidamente académico que el mandatario presentó en el 2012 junto a su esposa, Lilia Paredes, para postular al grado de magíster. Un título que la universidad de Acuña no dudó en concederles.

Un informe de “Panorama”, sin embargo, reveló hace dos semanas que, al ser sometida al software Turnitin, la tesis en cuestión con el de escritos publicados previamente por otros autores, lo que suponía un doble problema: por un lado, en todas aquellas partes en las que tales autores no habían sido citados, había plagio; y por otro, el aporte de la pareja al producto final era un tanto escaso como para merecer la toga y el birrete ansiados. Por si eso fuera poco, según Reniec, dos de los hipotéticos validadores de la tesis no existían y el supuesto asesor de la misma, , negaba haber cumplido alguna vez ese rol. Un rosario de lamparones que manchaban al trabajo y a sus firmantes, por cierto. Pero ninguno de ellos le impidió al líder de APP participar de la ceremonia en la que se intentó lavarle la cara al jefe del Estado.


–Strange doctor–

Acuña, en efecto, estuvo este jueves sentado junto a otras autoridades de la universidad de marras en una rueda de prensa en la que esa institución decretó que, a pesar de que se había identificado en el texto 14 referencias bibliográficas que no estaban citadas y 16 citas que no están en las referencias bibliográficas, el trabajo mantenía “aportes de originalidad”. “Existe una mala praxis en la citación y referenciación (sic) de contenido, reportando la similitud y coincidencia de 54 hallazgos”, anotó el vicerrector Heraclio Campana; pero eso, al parecer, no opacaba los brillos intelectuales de la pieza.

El fundador de la universidad, por su parte, solo tomó la palabra para afirmar que ellos “no regalan títulos”: una aclaración innecesaria en realidad, porque cualquiera sabe que el verbo involucrado en el trance al que él aludía es otro.

Mención aparte merece la presidenta ejecutiva de la UCV, , quien, al desatarse el escándalo, anunció que había solicitado a las autoridades universitarias que difundieran en el portal institucional la tesis del presidente y su esposa “por tratarse de información de naturaleza pública dispuesta por el Tribunal de Transparencia”. Muy presidenta y muy ejecutiva ella. Lamentablemente, sin embargo, eso hasta ahora no ha sucedido y en la rueda de prensa del jueves, se comunicó oficialmente que el documento en cuestión no podrá hacerse público sin la autorización de los autores. De acuerdo con los reportes periodísticos, la señora Merino, que participó del encuentro de manera virtual, se limitó a señalar que respetaba las conclusiones presentadas por sus colegas. Sería bueno, eso sí, averiguar cuánto respeto le ha ganado ahora esa postura a ella misma.

Un tanto descolocado ha quedado también Luis Iberico, expresidente del Congreso y alto vocero del partido que César Acuña encabeza. Antes de la bochornosa ceremonia que aquí describimos, él había proclamado: “la posición de APP es que la tesis ha sido fraguada por Pedro Castillo y su esposa”. Y, para que no cupiesen dudas, había añadido: “Allí está el dolo”… Ahora, previsiblemente, anda un poco huidizo de las cámaras.

En honor a la verdad, no obstante, habría que apuntar que Merino e Iberico fueron un tanto ingenuos al imaginar que su jefe iba a respaldar sus acometidas contra la tesis del jefe del Estado. ¿O acaso alguien ha olvidado sus propias tribulaciones con los trabajos académicos y los plagios? Poner bajo los reflectores los problemas de autoría detectados en el documento presentado por el mandatario y su esposa habría ocasionado seguramente que se volviesen a discutir los documentos que le sirvieron a Acuña para convertirse en… no digamos el Doctor Strange, pero sí un ‘strange doctor’. Y eso es algo que el futuro candidato presidencial que habitará siempre en el alma del exgobernador regional de La Libertad nunca iba a permitir.


–Dos por uno–

El líder de APP, además, ha dejado sugerido desde el principio de esta administración que, aunque pueda adoptar ocasionalmente ademanes de opositor, al final siempre terminará jugando en pared con ese paisano y colega suyo en la tarea de educar a las nuevas generaciones que es el presidente. Lo hizo en noviembre del año pasado, cuando le siguió la cuerda con la letanía aquella de que quienes promovían su vacancia lo hacían porque “no aceptan que un campesino sea el presidente del Perú” y lo hizo también a través de su bancada cada vez que los menesterosos Consejos de Ministros de este gobierno acudieron al Congreso a buscar el voto de confianza de la representación nacional.

Ahora, sin embargo, al auspiciar la sentencia exculpatoria de la UCV con respecto a la omisión de comillas en la tesis del profesor Castillo, Acuña ha demostrado que él y el mandatario son paisanos en más de un territorio. Y que al graduarse uno, en realidad se graduaron los dos.

Mario Ghibellini es periodista