Lucha sobre lodo, por Mario Ghibellini
Lucha sobre lodo, por Mario Ghibellini
Mario Ghibellini

Todos los políticos lo dicen: ahora que el Perú vive una situación de emergencia, hay que meter el hombro. Nunca aclaran, sin embargo, entre las costillas de quién. Porque, dejémonos de cosas, declamaciones épicas aparte, el único ingrediente que los huaicos le han añadido a la secular lucha por la notoriedad y el poder en nuestro país es el lodo. Alcaldes, congresistas y candidatos presidenciales en potencia continúan en estos días arremetiendo unos contra otros, como lo hacían antes de que el cielo y los puentes se desplomaran sobre el suelo patrio; solo que ahora lo hacen entre bufidos y resbalones. Pero, eso sí, sin perder el gesto grave, porque siempre puede haber una cámara acechando.

¿UNA SOLA FUERZA?

El caso más clamoroso es, por supuesto, el de Luis Castañeda Lossio, cuyos sabios votos de silencio uno entiende en el instante mismo en que él decide romperlos. Sintiéndose misteriosamente aludido por una frase presidencial acerca de cierta infraestructura defectuosa en Trujillo, el alcalde de Lima, en efecto, le soltó al mandatario una andanada de proverbios vilipendiosos que incluían las expresiones ‘ladrón’ y ‘rabo de paja’, y que resultaron algo así como el ejemplo de manual de lo que debe entenderse por la locución ‘tiro por la culata’. Porque el que terminó pringado fue el gratuito denostador y el jefe de Estado, redimido por esa solidaridad ruidosa que despiertan siempre las víctimas inocentes, consiguió más bien que pasaran al olvido sus propias metidas de pata de cuando todo este lodazal recién empezaba. A saber, la sugerencia a los vecinos de un distrito de Sullana de que revocasen a su alcalde y la soberbia declaración de que ‘desconocía deliberadamente’ la propuesta del nuevo presidente de la Confiep sobre un posible mejor uso de los recursos destinados a los Panamericanos. Si, como tanto se ha dicho en estos días, toda crisis es una oportunidad, PPK, fiel a su estilo, se ha encargado de demostrar también que toda oportunidad puede ser una crisis.

Desde las redes sociales, por otra parte, ha dejado escuchar su palabra iluminadora la señora Verónika Mendoza, quien ha aprovechado la ocasión para responsabilizar de la catástrofe al ‘modelo de desarrollo’ que infructuosamente trató de derrocar en las últimas elecciones. Total, uno nunca sabe: lo que niegan las urnas, a lo mejor puede conquistarse a fuerza de ‘likes’.

Nadie, sin embargo, ha sabido sacar manteca política de la actual circunstancia mejor que Kenji Fujimori. En medio de la refriega con su hermana por el liderazgo del fujimorismo, el joven congresista se apareció este miércoles en Palacio llevando un donativo personal (que hace pensar inmediatamente en los que no han tenido un gesto semejante, empezando por la líder del partido) y dejándose retratar al lado de la sonriente esposa del presidente. En la imagen, que todos los medios han recogido, los dos sostienen, además, un letrero que dice “Una sola fuerza” y que tiene resonancias un tanto cachacientas, pues en realidad constituye la prueba de que, por lo menos en Fuerza Popular, hay dos.

La lista podría continuar, pero los ejemplos señalados bastan para probar que quienes dicen que las luchas sobre lodo las inventó un tal Paul Boesch el siglo pasado en Estados Unidos mienten. Ellas son, más bien, una orgullosa tradición de las élites gobernantes peruanas que, según parece, hunde sus raíces en los tiempos de los señoríos Moche y quién sabe si más allá.

Esta columna fue publicada el 25 de marzo del 2017 en la revista Somos.