La idea que existe tras la protección constitucional al presidente de la República en materia de acusaciones de diversa naturaleza es que los problemas en los que pueda estar enredado el individuo que ocasionalmente ejerce ese cargo no alcancen al gobierno. Paradójicamente, sin embargo, el apuro por el que pasa en estos días el actual jefe de Estado tiene a los miembros del gabinete en una competencia loca por ver quién incurre en la necedad más aparatosa para hacerle creer a la gente que todo es una confabulación.
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