¡Relájese, míster!, por Mario Ghibellini
¡Relájese, míster!, por Mario Ghibellini
Mario Ghibellini

Cuando uno observa a Pedro Pablo Kuczynski en sus trajines de estos días, viene a la mente la imagen del famoso conejo que atrae a Alicia hacia el País de las Maravillas cuando pasa a su lado y, con un reloj de bolsillo en la mano, exclama: "¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar demasiado tarde!". Y luego reanuda su frenética carrera para perderse en una madriguera que resulta ser la puerta de entrada al descabellado mundo imaginado por Lewis Carroll.

¿A dónde se dirige ese conejo? ¿Por qué está tan apurado? ¿Por qué va vestido de modo estrambótico? Todas esas incógnitas las irá despejando Alicia -y con ella, los lectores- al seguirlo por ese agujero y conforme avanza la historia. Y, aunque no es seguro que los votantes logremos hacer lo propio con PPK, algunas respuestas a esas mismas interrogantes también se pueden intuir en su caso.

Defectos especiales    

Es evidente, por lo pronto, que el aspirante presidencial de Peruanos por el Kambio está alarmado por su caída en las encuestas y por la considerable ventaja que le ha sacado en ellas Julio Guzmán. Decidido entonces a recuperar el tiempo perdido, ha despachado a su antiguo asesor cubano (un primo de Tres Patines, a todas luces) y ha iniciado una reingeniería de su estrategia de campaña. Total, quedan más de 40 días y 40 noches de aquí a las elecciones y eso fue lo que, según la Biblia, le tomó a Dios inundar y desaguar la tierra en las épocas del diluvio. ¿Cómo no poder, en consecuencia, reflotar en ese lapso una candidatura que hace tan poco lucía tan bien?

La cosa, sin embargo, no es tan sencilla. Para empezar, la sospecha de que algo no estaba funcionando en la marcha triunfal de los ppkausas hacia Palacio viene, en realidad, de algún tiempo atrás. Y los intentos de agregarle efectos especiales para reencauzarla, también. De ahí, el relanzamiento del PPKuy en traje de bodas y la reedición del sobajeo popular del bajo vientre del desorientado candidato. Pero confundir el rediseño de una campaña con 'la hora del recuerdo' no suele ser la clave del éxito. Y Kuczynski lo ha comprobado amargamente.

No obstante, lejos de dejarse desanimar por esa circunstancia, él ha continuado con su estrategia de 'ensayo y error'. Y vaya que está errando. Así, un día lo vemos acusar sin convicción a Guzmán de ser el favorito de Palacio y, al otro, llamar 'ignorante' a un periodista que lo entrevistaba en Puno. A este paso, su siguiente movida cazurra será sin duda atacar a Ántero Flores.

Lo que no parece estar en su maletín de herramientas para componer esta situación, sin embargo, es recobrar el perfil de economista serio que no dice paparruchadas sobre el sueldo mínimo y el proteccionismo contra los textiles chinos para tentar el favor de las graderías. Una apuesta singularmente necia porque ignora que, si de jugar al candidato populista se trata, hay otros que lo hacen mucho mejor que él.

Otras prioridades

Con todo esto en mente, daría la impresión de que PPK se está apurando cuando ya es tarde. Un postulante con reflejos no solo habría cambiado a su extraviado asesor meses atrás, sino que -sabiendo que se le venía esta campaña- habría empezado por renunciar a su nacionalidad estadounidense hace años, evitando la sangría que le infligieron y infligen todavía sus contendores con ese argumento. Pero él, por lo visto, tenía otras prioridades.

Debería, por lo tanto, recordarlas ahora y considerar que, si ya no tiene nada que ganar, no está para estos trotes. Que corran los conejos y usted, relájese, míster.

Esta columna de Mario Ghibellini fue publicada en la revista Somos. Ingresa a la página de Facebook de la publicación

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