La política ya no es lo que era. Ni siquiera se parece a lo que fue en el 2013. Entonces, Gana Perú ganaba, Nadine nos tenía en vilo, Alan se mataba de la risa batiendo a Humala, Susana no se atrevía, el Congreso era matemáticamente posible, Anita Jara dribleaba, Acuña alucinaba su raza distinta.
Hoy todo tiene que ser reescrito. Anita se quedó pasmada y consiguió su voto de confianza casi por azar. Ese día, Humala y Nadine gambetearon la gobernabilidad. Si un solo nacionalista se enfermaba o un solo solidario arrugaba; estaríamos en el agujero negro.
En el Congreso se rompió la lógica del toma y daca entre bancadas, del pulseo entre oficialismo y oposición. En realidad, ya parecía un sinsentido fajarse para controlar una mesa directiva que no garantiza ninguna correlación a favor. La única razón para matarse por ella era, además de simbólica, manejar un botín para emplear a los amigos.
Y ganar la presidencia del Congreso con el perfil bajo de Ana María Solórzano devino en derrota. El partido de gobierno perdió un tercio de bancada y la mayoría absoluta. Tremenda pérdida no fue suficiente lección de política para los antipolíticos. A la hora del voto para Jara empezó el pulseo más idiota de todos. Como si a la gente le interesase saber quién rompe el brazo a quien. Como si no ceder fuera una virtud del humalismo, como si lograr que este ceda fuese un triunfo que la oposición pudiera capitalizar.
El baldazo de hielo a políticos de viejo cuño y antipolíticos de nuevo cuño lo traen las encuestas. En la última de intención de voto de CPI, Keiko, nueva muda, arrasa con 31.8%, relegando a PPK (11.69%), otro mudo momentáneo que ni siquiera gambetea en las municipales. Sigue Lourdes con 7.2%, como para que no pierda las esperanzas de subirse al tren y, recién en el cuarto lugar está Alan, con un magrísimo 6.6% ¿Ya vieron compañeros Mulder y Javier Velásquez, que de poco o nada sirve la política de antes? Y tampoco sirve la antipolítica, pues Acuña, que creía dominar todos los recursos de esta (universidad trampolín, familia colocada en puestos claves, hijo ligando con vedette, candidatos a narcoalcaldes y narcoregidores a pasto), tiene un 3.3%, justo debajo de Toledo (3.9%).
Pero el conteiner de hielo contra políticos y antipolíticos lo han traído las cifras de Castañeda. Todas las encuestas le dan una ventaja imbatible, contra toda lógica, contra toda denuncia. Siendo, en teoría, un absoluto insider, con 8 años de alcalde a cuestas y dos candidaturas presidenciales; es, en la realidad, un outsider de apariciones fantasmales, vocería nerviosa, protagonista de una campaña que le corre a los medios, cuando no les pone condiciones para entrevistarlo. Beto Ortiz tuvo que ir con unidad móvil a un cerro de Villa María del Triunfo para que, en un momento de la entrevista, el ‘outsider de dentro’, extendiera el brazo y dijera, mirando el villorrio, algo así como, ‘quiero traer la felicidad a Lima’. No es populista porque no se prodiga lo suficiente, pero autoritario encaramado sobre sí mismo, vaya que sí.
Y así confirmamos en esta semana de locos que el Congreso se mide con varas distintas al pulseo y el toma y daca de siempre; que ni oficialismo ni oposición pueden capitalizar sus triunfos pírricos; que la campaña esquiva es la que más funciona; que ni política tradicional ni antipolítica reciente, garantizan nada.
Lo que ha cobrado vida, y por eso ha sido tan fustigado por la oposición muerta de cólera y de envidia, es el lobbismo que liga, de frente y sin partido, a empresa con gobierno. El lobbismo ha llegado al extremo en que ha prescindido de iniciativa legislativa y de padrino político, y se ha abierto camino a punta de amiguismo y coctelazos entre la tecnocracia independiente. Si durante la gestión aprista, todavía fue un ‘compañero’, Jorge del Castillo, la bisagra entre empresa y gobierno; pues en el último gabinete de René Cornejo, hombre ajeno a Gana Perú, floreció un sistema ajeno a la política. Los correos hackeados que recibió de Cecilia Blume y Patricia Teullet, lo confirman cálida, cándida y clamorosamente.
Por eso, Humala botó a Cornejo sin mayores contemplaciones. Por eso, la oposición, por fastidiar, pues difícilmente capitalizará este golpe, se ha concentrado en arruinar el proyecto de aporte obligatorio de los independientes a las AFP. Esta es la cumbre del cabildeo del sector financiero y de seguros (¡ay, fondos de inversión, cuánta especulación en tu nombre!) que ha hecho una labor de filigrana, sorteando bancadas, vallas ideológicas y guardianes tradicionales de partido, para convencer al ejecutivo de crear un nuevo flujo previsional.
Metálicas ironías: el crecimiento económico está matando a los partidos que lo alentaron, porque hace florecer la inversión pública y con ella el lobbismo que se arregla directamente con la tecnocracia. Y en los paréntesis electorales, el vil metal reclama su voto preferencial, y entran a cazar curules y puestos de regidor, los aggiornados perversos de siempre.
En el Perú de hoy “cada uno baila con su pañuelo” le dijo Julio Cotler a Perú.21 y aludía al efecto pernicioso de tanta informalidad sedimentada en la empresa y en la política. Castañeda es el candidato favorito de ese Perú, por eso pareciera que viene de afuera a asaltar, con su campaña de intriga, anti política y anti mediática, el corazón de nuestra amenazada formalidad e institucionalidad.