El 8 de abril del 2012 publiqué este artículo sobre la historia de Daniel Camino y "Macondo", la cumbia que hoy ha sonado en muchos lares, en homenaje al pirmer aniversario de la muerte de García Márquez:
Camino a Macondo
Cómo no querer a Daniel aunque uno no creyera en sus proyectos. Nunca iba a llegar a contratar a Jane Fonda para hacer de Micaela Bastidas al lado de Marlon Brando en su biopic sobre Túpac Amaru. Y menos iba a convencer a Greta Grabo -¡esta sí que es buena!- para dejar su legendario refugio de diva ermitaña y volver a la pantalla como la anciana Úrsula en "Cien años de soledad". Bueno, en esta última chifladura no estuvo solo: hasta hoy nadie ha llevado al cine esa novela endemoniada, ni John Huston ni Francesco Rosi, quienes también se lo propusieron.
A Daniel no había que seguirle la corriente como a un loco, pues no lo era, sino conectarse a su voltaje de soñador que cazaba estrellas. Lo hacía literalmente. No hubo celebridad de visita en el Perú que no convenciera para escuchar sus proyectos y en ese trance hacerse su amigo. Así, fue asistente de Dennis Hopper cuando rodó "The last movie" (1971) en el Cusco y así se enroló en el equipo del magante Samuel Bronston, productor de blockbusters.
Mariposas amarillas
Ya lo recordamos por las grandes obras que no hizo. Recordemos a Daniel por lo que hizo, que fue decoroso: condujo los concursos "El michi de oro" (o "Punto y raya") y "El show del talento" en los albores de la TV y produjo varios teleteatros y telenovelas en los inicios de Canal 4. Me contaba de su "Tierra embrujada", de sus "Cumbres borrascosas" con Saby Kamalich y Ricardo Blume entre cerros de cartón arrugado y del "Matalaché" que el canal no se atrevió a hacer. Produjo "Limeñísima", el único musical con partitura de Chabuca Granda, fue miembro del comité organizador del Festival de Ancón y, en cine, asistió a Armando Robles Godoy y ayudó, contagiándoles entusiasmo, a varios cineastas.
Pero su gran obra es una pequeña parte de su utopía mayor. En ella volcó toda su realmaravillosa naiveté e improvisó una estupenda cumbia, él que no sabía de música y menos de ese género ajeno. Les conté de su obsesión con '100 años'. A la Garbo ni la ubicó y Anthony Quinn, su favorito para hacer de Aureliano Buendía, fue inalcanzable, pero tuvo una respuesta provisional de Michael Sarne, pretencioso director de segunda fila y estaba más que contento con el proyecto. Un día, en su informal cuartel de trabajo en la desaparecida fuente de soda de la calle Dasso (esto lo evoca Gonzalo Toledo en "Déjame que te cuente", Tomo II, pág. 126), se puso a tararear melodías para la película y le salió, con una facilidad que sorprendió a él mismo, con letra y todo, su "Macondo". Inmediatamente, para no olvidarse lo que tarareaba, fue donde Manolo Ávalos para que le hiciera los arreglos. Su amiga Nora de Izcue me cuenta que lo recuerda tarareando su canción y marcando el compás, torpe como era, con un pie en el piso.
"Macondo" ganó el segundo lugar en el Festival de Ancón de 1970 pero, en realidad, es el mayor suceso de todos los años de ese festival, su hit internacional. El desenfado y la simpleza con la que resume la complejidad de García Márquez -cada personaje es un instrumento musical- y los quiebres entre un estrofa épica y otra bucólica caribeña, y hasta una de protesta, te matan las defensas. Bendito kitsch tropical que se ha rayado y se repite en mi cabeza sin fastidiarme para nada: "Mariposas amarillas/ Mauricio Babilonia/mariposas amarillas/ que vuelan liberadas".
En el Perú sonó menos que en Colombia. Todavía hay conjuntos folclóricos que la mantienen en su repertorio, pero si hay que escoger versiones de la época busquen la de Óscar Chávez o la de Los Hispanos.
Daniel tenía mariposas liberadas en la cabeza y en el estómago. Solo así pudo brotarle esta insólita comunión de la literatura más ambiciosa con la música más a flor de tierra.
Post data
Un par de años luego de publicado este artículo, entrevisté a Mariela Trejos (13/7/2014), y me contó algo que yo no sabía: que Daniel le entregó esa canción para que ella, como buena colombiana, la difundiera. Se me ocurrió pedirle que me cantara una estrofa y me sorpendió con esta imrprovisación, sin furcio ni fisura.
(Video: Rudy Jordán/ El Comercio)