Un chofer en Lima puede gastar hasta S/2.000 al año en peajes. Pero los ciudadanos esperan que donde haya uno de estos, exista también una vía alterna que les permita ahorrarse el pago de más de S/6. Esta ruta alterna tendría que estar en buenas condiciones. Sin embargo, la realidad no es así.
Durante una semana, El Comercio se dedicó a usar las vías alternas a los peajes de Lima, en una experiencia que fue transmitida en un reportaje en video para el episodio 14 del microprograma #PasaEnLaCalle.
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La primera misión fue tratar de evitar el pago del peaje que lleva desde la Panamericana Sur hacia Prolongación Defensores del Morro (antes Huaylas), como si se retornara a Lima, en Chorrillos. Metros antes del peaje hay un acceso sin asfaltar donde uno tiene que doblar para no pagar los S/6,50.
Esta trocha es un botadero clandestino de basura, desmonte y excremento, donde cualquier auto sin doble tracción podría quedarse atorado. El siguiente paso fue ir por la vía con peaje: la diferencia es evidente. Aquí, el que no puede pagar debe pensar cómo atravesar el basural.
Esta vía alterna, además, es un campo minado altamente peligroso por las noches, ya que individuos clausuran el acceso a la mitad de la vía, obligando al chofer a detener el auto para dar la vuelta.
El segundo destino es la vía Evitamiento rumbo a la Av. Javier Prado, que lleva a la Panamericana Sur, a la altura de Puente Nuevo, en el límite entre San Juan de Lurigancho y El Agustino.
Además de los baches y la basura, los municipios en esta ruta han ejecutado obras en medio de las vías alternas que obstruyen y hacen que el tiempo de viaje se duplique.
En Acho vemos una situación similar. La Av. 9 de Octubre, que antes tenía un acceso directo para bajar a la vía Evitamiento, hoy tiene una vereda y rejas que, otra vez, obligan a los conductores a dar una larga vuelta.
Las calles de Lima parecen estar configuradas para obligar a los choferes a pagar el peaje, a pesar de que la Constitución plantea como derecho fundamental el libre tránsito.
Esta problemática también se observa en la autopista Ramiro Prialé, en el retorno a Lima. El conductor tiene dos opciones: seguir por Prialé, pagar el peaje y llegar hasta Javier Prado o hasta San Juan de Lurigancho, o tomar la vía alterna y conducir por la Av. Principal (también llamada Malecón Checa).
El problema es que esta última es vía exclusiva de camiones de hasta seis ejes, pese a ser una zona residencial. Esto genera un intenso tráfico que termina duplicando el tiempo de viaje.
“Aquí han colocado hasta 10 rompemuelles sin justificación, donde no hay pasos peatonales ni colegios ni intersecciones”, dijo un ciudadano que decidió ir por la vía alterna.
“En los contratos de concesión no se les ha obligado a las concesionarias a mantener esas vías alternas. Esas vías alternas están en manos de los distritos, que no tienen el menor interés en conservarlas. Pero, además, una parte del dinero recaudado del peaje va a las manos de la Municipalidad de Lima, y eso debería usarse para mantener operativas la vías alternas”, sostuvo Lino de la Barrera, especialista en políticas y regulación de transporte.