La tercera entrega de la trilogía Mancha Brava, “Mancha Brava: Colegialas” ya está disponible para quien quiera leerla de manera gratuita. En este, Antonio Orjeda, periodista y escritor, narra la historia de diez niñas y adolescentes de todo el Perú durante la pandemia.
Este tercer libro es parte de una colección donde Orjeda cuenta la historia inspiradoras de mujeres reales y comunes. En el primero, “Mancha Brava” publicado en 2019, el autor narra la historia de mujeres profesionales y exitosas. En el segundo, “Mancha Brava: Heroínas de la pandemia”, cuenta sobre aquellas que han estado en la primera línea de batalla contra la Covid-19.
Sin embargo, con este tercer libro, el autor se anima a entrevistar a pequeñas escolares que tienen una historia para contar en una coyuntura de crisis donde no pueden asistir de manera presencial al colegio. Como dice Orjeda en el libro: “Este libro está dedicado a las miles de niñas y niños que están pagando las consecuencias de las malas decisiones de los adultos. ¡Abran las escuelas!”.
Antonio Orjeda conversó con este Diario sobre la historia detrás de sus libros y la participación de las protagonistas de su tercer libro en el programa icónico de El Comercio, Corresponsales Escolares.
¿Cómo nace esta trilogía?
En el 2004 comencé una página de entrevista de mujeres y terminé publicando un libro que se llama Mujeres Batalla. Eso y además ser papá de una niña me llevó a escribir “Mancha Brava”.
Un día llevando a mi hija al colegio, cuando ella tenía cinco años, me di cuenta que si bien ella conocía a mis entrevistadas, nunca le había contado la historia de una de ellas. Entonces, ese día, camino al colegio, decidí contarle una historia. Elegí una, la adecué a su edad y se la conté.
Luego dije: hagamos un libro en un país machista, clasista y racista que cuente historias de mujeres. Pero no solo quería empoderar a niñas, traté de buscar historias interesantes para que también enganche a los niños.
El tercer libro rompe con los dos primeros ya que usas protagonistas que están en el colegio y no adultos, ¿por qué decidiste esto?
Era una necesidad de hacer cosas diferentes. También puedo haber estado inspirado en mi hija de manera inconsciente. Lo que siempre tuve claro es que no quería poner a las mejores en matemática, en lengua, quería algo diferente. Buscamos niñas de primaria y secundaria; escuelas públicas y privadas; costa, sierra y selva; finalmente eso es.
¿Cómo sitúas tu libro en esta coyuntura tan difícil para las niñas que no pueden ir a la escuela de manera presencial?
Yo le pregunté a mi hija qué historia era la que más la movía y ella me dijo: la de la niña que tiene miedo a hablar en la computadora. Yo no me lo esperaba. Creí que iba a elegir una de las historia más fantásticas, pero se fue a lo más real. Eligió una niña de Carabayllo que no podía hablar en sus clases, pero que poco a poco lo superó.
En el proceso, conversando con algunas chicas, me di cuenta de lo complicado que era para ellas estudiar. Pero en medio de las dificultades, estas chicas han hecho realidad sus objetivos. Para mí era muy rico eso.
¿Cómo fue pasar a entrevistar a niñas luego de haber entrevistado toda tu vida a adultos?
Es hermoso. No me lo esperaba. No sabía en lo que me estaba metiendo. Tenía primero que convencer a los papás y después enfrentarme al reto de entrevistar niñas de 10 años o más. Era muy interesante, era difícil y también atractivo porque era un reto. Los niños son honestos, si se aburren te lo dicen. Que una niña me aguante una conversación de más de media hora... terminaba exhausto.
Pero al entrevistarlas me di cuenta de algo. Todas tenían algo en común a pesar de ser tan diferentes y vivir en situaciones diferentes: todas tenían afecto. Me di cuenta la importancia del afecto en seres humanos.
Algunas de las niñas del tercer libro son ahora parte de el Programa de Corresponsales Escolares de El Comercio. ¿Cómo ha sido esto?
Cuando yo trabajaba en El Comercio, trabajaba en el archivo, en el año 1994. Y ahí atendíamos a los periodistas, al público y también a los corresponsales escolares de esa época. Cuando vi que el programa había regresado me pareció muy chévere. Y entonces cuatro de las niñas del tercer libro entraron al programa a escribir ahí. Para ellas fue todo una experiencia. Los papás estaban híper agradecidos.
Una de las chicas, Lydia, es amante de la cultura andina y está aprendiendo aimara, entonces va a escribir su nota de corresponsales en esa lengua. Esta nota va a ser la primera nota publicada en El Comercio en este idioma. Esto para mí es alucinante.
Con tus libros has tenido diferentes acciones sociales: estaban gratis en internet para quienes quieran leerlos, los donaste al Minedu y también a Aprendo en Casa y regalabas un ejemplar con cada compra. ¿Cuál crees que es el impacto de tus libros en la educación?
Cuando fui armando el concepto no busqué ninguna editorial y me quise preocupar en que el libro tenga un buen contenido y que sea lindo por fuera también. Pero no quería que solo las personas con capacidad económica de comprarlo lo tengan, quería que todos puedan tenerlo. Entonces hice que por cada ejemplar comprado, donaba uno a los colegios Fé y Alegría. Ya vamos más de 1000 ejemplares donados.
Luego, el año pasado, cuando sacamos el segundo libro, estábamos en plena pandemia y era imposible sacarlo en papel. Entonces lo sacamos digital. Además, durante esa coyuntura muchos maestros se complicaban al enseñar de manera digital. Entonces lo hicimos de manera digital y gratuita para que estos profesores puedan usarlo. Cuando apareció Aprendo en Casa también se lo donamos al Ministerio de Educación.
Yo soy hijo de maestros, creo que todo eso lo hice inconscientemente por eso.