Redacción EC

JORGE MALPARTIDA TABUCHI

La necesidad de mantener a su familia empujó a Manuel Rivelino Urbina Gonzáles a ser creativo. Desde hace tres años este padre de tres niños trabaja como estatua viviente en los semáforos ubicados alrededor del Parque Industrial de la ciudad de .

También se lo puede ver haciendo sus personificaciones de robot en las intersecciones de las avenidas Los Incas y Dolores y frente al mercado de El Palomar. “La mecánica consiste en entrar a la pista cuando el semáforo está en rojo y hacer una secuencia como robotito para hacer reír a los choferes para que de buena voluntad echen una propina”, cuenta Urbina.

Para transformarse en su personaje Robot-Riv, Manuel requiere de una hora de preparación. Debe maquillarse el rostro y las manos con brillantina, además de proteger su piel del Sol con crema bloqueadora ya que labora desde las siete de la mañana hasta la una de la tarde. También debe colocarse un traje plateado hecho de corrospum y un silbato dentro de la boca para hacer los efectos de sonido en sus actuaciones.

“En este arte callejero hay que hacer un poco de todo. Hay que combinar la fonomímica con los movimientos de baile del robot para que los conductores se impresionen y salga algo gracioso”, explica Urbina.

Los días que el creador de Robot-Riv no está trabajando en los semáforos o atendiendo en un call center, se cachuelea como animador de fiestas infantiles. 

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