deforestación
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José Carlos Requena

Mientras la clase política perdía horas valiosas enfrascada en un enfrentamiento que podría resultar bastante mezquino, lejos de la costa, en zonas tan valiosas como abandonadas, otra disputa tenía lugar: la lucha por la preservación de los bosques. Como en la lid acaecida en la capital, en esta batalla la derrota también es generalizada.

Según información difundida el martes por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre del Minagri y el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático del Ministerio del Ambiente (Minam), en el 2016 se han perdido cerca de 165 mil hectáreas de bosques amazónicos, lo que significa un incremento de 5,2% respecto al año anterior.

Para hacerse una idea, la extensión representa cerca del 60% del área total de Lima Metropolitana. Comparando con algunos distritos emblemáticos, la superficie deforestada equivale a 12,5 veces el área de San Juan de Lurigancho y 148,3 la correspondiente a Miraflores. No es poca cosa.

La información oficial precisa que, en 16 años de medición, el 2016 fue el segundo año con mayor área deforestada, solo superado por el 2014 (con 177.566 hectáreas).

Un punto importante que debe considerarse es la alta concentración de la deforestación. Según indica el portal Actualidad Ambiental, citando el informe, en solo seis regiones “se concentra el 85% de la deforestación nacional registrada en el 2016: Loreto (23%), Ucayali (18%), San Martín (13%), Huánuco (11%), Madre de Dios (10%) y Junín (10%)”.

Son tiempos difíciles para la Amazonía y sus poblaciones. En este espacio se comentó la semana pasada el asesinato de seis agricultores en Nuevo Requena (Coronel Portillo, Ucayali), un salvaje homicidio que recordó lo sucedido con Edwin Chota y otros tres comuneros, hace más de tres años. Como otros crímenes en el Perú, estos aún no se esclarecen.

Es positivo que en la presentación del informe participaran los viceministros de Agricultura y Ambiente, sectores donde parece estarse consolidando un capital humano importante. Lo que hace falta es que los políticos terminen de hacerse cargo de estos temas y que el sector productivo, tanto la gran empresa como los pequeños productores locales, se convenza de que el potencial forestal y la gran biodiversidad de la Amazonía pueden producir tanta riqueza como otras actividades económicas.

“Lo que debe hacer cualquier gobierno es cuidar los bosques que existen en áreas protegidas y tierras de indígenas, y eso requiere personal e inversión en turismo”, dijo el experto Marc Dourojeanni a El Comercio (en una entrevista publicada el 4 de octubre del 2016). Pero tal cuidado parece aún algo lejano: la distancia no es solo geográfica.

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