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José Carlos Requena

Jorge Acurio, ex gobernador regional de Cusco, se convirtió esta semana en la primera autoridad regional elegida con presuntos lazos directos con el escándalo de Lava Jato.

Acurio no es un improvisado político. Su bagaje electoral muestra una trayectoria progresiva: de lo local a lo regional. Empezó en 1998, siempre buscando oportunidades en la escena cusqueña, nunca en el Parlamento. Ese año fue candidato a regidor provincial por el movimiento Mi Cusco. No resultó elegido por el insuficiente caudal alcanzado por la agrupación (9,8%) y por la poco privilegiada posición en lista (5).

En el 2002 tentó suerte para la alcaldía distrital de San Sebastián (Cusco) por el movimiento Juntos por el Progreso. Quedó segundo, con el 13,7% de los votos.

Recién en noviembre del 2006 logró el sillón edilicio de San Sebastián, esta vez de la mano del Partido Nacionalista Peruano (PNP). Como se recuerda, el PNP había logrado auspiciosos resultados en las contiendas presidenciales de abril y junio de ese año. Acurio obtuvo el 29,3% de los votos.

El salto al asiento regional se dio en el 2010, cuando el líder del PNP Ollanta Humala era un encendido líder de la oposición y se preparaba para enfrentar las elecciones del 2011.

Con el 33,4% de los votos, Acurio fue uno de los líderes regionales elegidos sin necesidad de ir a segunda vuelta. Este candidato de la Gran Alianza Nacionalista Cusco fue también el único ligado a Humala en resultar elegido.

No extrañó, por ello, la presencia de Humala en la juramentación de Acurio, a inicios de enero del 2011. En una rueda de prensa improvisada al final de la ceremonia, un envalentonado Humala decía: “Cusco merece un cambio. He visto, con bastante desasosiego, alcaldes vacados, presidentes regionales manchados por la corrupción”. Hoy que Acurio pasa tiempo en prisión, Humala podría sentirse muy atribulado.

Siguiendo las indicaciones como el disciplinado candidato que era, empezaba a introducir lo que, semanas después, sería su ubicuo tema de campaña: la honestidad. “Cusco merece un gobierno patriótico, un gobierno honrado, honesto, porque la honestidad hará la diferencia”, decía Humala.

Acurio no concluyó su mandato. Fue inhabilitado por el JNE en el 2013, tras recibir una condena por delitos de colusión ilegal y negociación incompatible mientras desempeñó funciones en la municipalidad distrital de Calca.

Cuando resultó elegido, en el 2010, Acurio elaboró un plan de gobierno en el que la honradez y la ética serían dos de los siete valores centrales de su gestión. Lo tituló “Sumaq Kawsay”, voz quechua que remite a la vida en plenitud, al ‘buen vivir’. Hoy esta alusión resulta irónica… o jactanciosa.

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