Construyeron en tierras desérticas y respetaron las fértiles. No usaron armas ni murallas. Caral, una de las civilizaciones más antiguas del orbe, está en Perú, y arquitectos del mundo se inspiran en sus ruinas para edificar en armonía con el entorno.
Desarrollada entre los 3.000 y 1.800 años antes de Cristo, la Caral es la cultura madre de América. "Es la civilización más antigua del continente americano hasta ahora investigada y uno de los focos de civilización más antiguos del mundo, casi tanto como Mesopotamia y Egipto", dice a la AFP la arqueóloga Ruth Shady, quien en 1996 inició las excavaciones con hallazgos que luego asombrarían al mundo.
Caral, ubicada en el valle de Supe (182 km al norte de Lima) y a poco más de 20 km del océano Pacífico, es patrimonio cultural de la Humanidad de la Unesco desde 2009.
En un territorio semidesértico de 66 hectáreas, dominan el horizonte siete pirámides monumentales en piedra que parecen iluminarse cuando las golpea el sol. Muy cerca de allí, surca el río Supe.
Las edificaciones están alrededor de dos plazas circulares hundidas. La ciudadela, considerada sagrada, tiene 25 asentamientos. Aún continúan las excavaciones, pero lo que se encuentra a la luz muestra edificaciones en armonía con la naturaleza y con una avanzada ingeniería.
Miembros de la Unión Internacional de Arquitectos, que agrupa a 124 países, firmaron allí el domingo la Carta de Caral, en un acto en el que participaron unas 1.000 personas. En el texto, se presenta esta ciudadela como un ejemplo de urbanismo y de armonía con la naturaleza.
El documento será enviado a la COP21 que se celebra dentro de tres semanas en París.
- Medio ambiente y convivencia -
"Esta sociedad se interesó mucho por un desarrollo en armonía con la naturaleza. Nunca ocuparon las tierras del valle, no se asentaron en tierras productivas. Las tierras fértiles eran deidades", explica la arqueóloga Shady.
Además, supo convivir con otras comunidades que surgían en el entorno. La ciudad no se amuralló y en las excavaciones no se han encontrado armas. Por el contrario, hasta allí llegaban, en una suerte de mercado o feria, habitantes de otras latitudes para el intercambio comercial.
Pescadores y agricultores, sus productos fueron intercambiados por moluscos spondylus del Ecuador -para hacer collares- o huesos de cóndores con los que fabricaron flautas traversas para sus orquestas. Fueron una sociedad festiva.
En Caral, además, pudo haber nacido el quechua, que luego fue la lengua de los incas. Su influencia incluso puede evidenciarse en las piedras escalonadas de Machu Picchu o geoglifos de Nasca.
"Esta civilización alcanzó esplendor y prestigio. Ese es el mensaje para el mundo: armonía con la naturaleza para proteger el planeta y relaciones interculturales de respeto mutuo en condiciones de paz", agregó Shady.
Al final de 1.800 a.C, Caral fue golpeada por una prolongada sequía, que obligó a la población a emigrar. La ciudad fue sepultada por la arena.
- Ejemplo de edificación -
Arquitectos del mundo ya se han reunido en 1933 en Atenas, para firmar un compromiso sobre planeamiento urbano, y en Venecia en 1964, para la conservación de monumentos. En 1977 se renovaron compromisos en Machu Picchu y, esta vez, la reunión se hace en Caral, como ejemplo para que futuros arquitectos edifiquen el mundo respetando su entorno.
"Recurrimos al pasado para ver cómo se ordenó la civilización hace 5.000 años, pensando en su compromiso con la naturaleza, con visión cósmica. Fue una cultura de paz y se toma como referente de las futuras generaciones (de arquitectos). Tenemos un gran futuro", explicó a la AFP el decano del colegio de Arquitectos de Perú y consejero de la Unión Internacional de Arquitectos, José Arispe.
El documento ha sido suscrito también por el director ejecutivo de ONU Hábitat, Joan Clos.
Los Caral aprovecharon el soplido del viento para conducirlo por ductos subterráneos y mantener el fuego encendido durante sus ceremonias, por largo tiempo. Hoy, los físicos teorizan esta actividad como "efecto Venturi".
Además, los habitantes de Caral eran conscientes de que habitaban un territorio sísmico. Por ello sus edificaciones tuvieron, en su base, unas canastas conocidas como "shicras", rellenas de piedras, que disipaban los movimientos telúricos y evitaban el colapso de la construcción.
"Se redescubre el trabajo de los arquitectos e ingenieros de la época, cuando no había instrumentos como el nivel y la plomada. Es alta ingeniería", agregó el arquitecto Arispe.
"Actualmente, ingenieros estructurales japoneses, después de hacer ensayos en sus laboratorios, han dicho que van a utilizar el modelo antisísmico de Caral en construcciones de Japón", explicó la arqueóloga Shady.