JORGE MALPARTIDA / RALPH ZAPATA
El día que publicaron la relación de ingresantes al Colegio de Alto Rendimiento (COAR) de Arequipa, Nadia Chamana Chura (14) no pudo conectarse a Internet para ver los resultados. En su pequeña casa de la Asociación Peruarbo, en medio de los arenales del cono norte de la Ciudad Blanca, el Wi Fi que comparte con sus vecinos, no funcionaba. Eran más de las 8:30 p.m. y Nadia ya no podía salir a buscar una cabina pública por el riesgo que implica caminar en un barrio sin alumbrado público.
“Cuando ya se acercaban las 10 p.m., me llamó la profesora Nancy Perochena para avisarme que había logrado el primer lugar de los 100 ingresantes. Me quedé en shock. Luego, abracé a mi familia y me puse a llorar. Había logrado algo que cambiará mi vida para siempre”, recuerda la jovencita.
Yheraldy Ccayosi Saavedra y Roxana Quispe Huarcaya, también alumnas de Perochena en el colegio Nuestra Señora de los Dolores (distrito de Cerro Colorado), recibieron la misma buena nueva: habían pasado el examen de admisión y cursarán el año académico 2015 en alguno de los 14 COAR del país.
Yheraldy quiere ser arquitecta para arreglar el desorden que provocan las autoridades con obras mal hechas. “Por ejemplo –explica–, todos los años la municipalidad asfalta la pista de la Asociación Villa Paraíso. Sin embargo, luego de las lluvias, esta queda destruida”. Nadia revela que aún no decide si estudiar arquitectura, ingeniería civil o dedicarse a la política. “No todos los gobernantes tienen que ser corruptos”, afirma la estudiante. Para Roxana, los malos ratos que pasa su madre, paciente de osteoporosis en el sistema de salud público, la llevarían a estudiar medicina. “Quiero construir un hospital donde el hecho de que la atención sea gratuita no haga que te atiendan de mala gana”, dice.
EL IMPARABLE JESÚS
Flaco como un alambre, pero con una firmeza en la voz que lo hace verse mayor, Jesús Abraham Sáenz Olivares (15) se perfila como el próximo campeón de matemáticas del COAR Tacna, donde cursará el tercer año de secundaria, tras ocupar el puesto 96 durante el proceso de admisión.
Como si hubiera sido un designio bíblico, hasta hace nueve años la vida de Jesús era todo un calvario. Su madre, una persona con desórdenes mentales y muy agresiva, lo golpeaba día y noche hasta que una jueza le quitó la patria potestad y ordenó el traslado del menor al albergue San Miguel de Piura. En el recinto, Jesús no solo halló una familia, sino que se encontró con los números que hoy en día lo fascinan tanto.
“Cuando llegué no sabía leer ni escribir. Ni siquiera las vocales. Todas las tutoras que he tenido me fueron enseñando. Poco a poco he ido cogiéndole cariño a las matemáticas. Me encanta resolver problemas”, comenta el adolescente, que evalúa hacerse ingeniero de robótica para inventar carros y patinetas voladoras.
Ángel Wong Coronado, director del albergue piurano, no oculta su orgullo por los éxitos de Jesús. “En los colegios Rosa Carrera e Ignacio Merino [ambos en Piura], siempre ocupó los primeros puestos. La trigonometría, matemáticas y cursos relacionados con números le fascinan, tanto como jugar fútbol o ayudar en la cocina del albergue”, detalla.
Según los resultados de la última prueba de admisión, 60 de las plazas disponibles para el COAR en Piura fueron ocupadas por chicos de la misma región. Otras 10 fueron para alumnos de Tumbes y las 30 restantes favorecieron a escolares del resto de regiones.
Pese a los resultados tan auspiciosos, Jaime Reusche, director académico del COAR Piura, confirmó a El Comercio que aún no hay fecha para la entrega de obras del complejo educativo. Por ello, este año seguirán en ambientes provisionales del Centro de Educación Técnico Productivo (Cetpro) Bosconia, en el distrito 26 de Octubre.
“El gobierno regional invirtió S/.1’800.000 para el local definitivo. Hasta el inicio de clases, los estudiantes tendrán jornadas de inducción, a fin de hacer más sencillo el dejar sus casas y adaptarse a su nueva vida”, agrega.
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