(Imagen: referencial)
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José Carlos Requena

El reciente interés por las cooperativas y su necesaria supervisión abre un espacio para acercarse a un mundo desconocido. Surgidas en el Perú en los años cincuenta, las cooperativas llegaron al nuevo milenio habiendo perdido el prestigio y peso del que gozaron en el pasado.

Hoy, con una economía en que prima la informalidad y una política que suele ser miope, las cooperativas agrupan a cientos de miles de personas. Según la Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Perú (Fenacrep), solo sus 151 instituciones afiliadas benefician a 1,6 millones de personas. La misma Fenacrep reporta la existencia de 671 cooperativas de ahorro y crédito (Coopac). Según la SBS, las Coopac representan alrededor del 25% de los depósitos de las instituciones financieras no bancarias.

El Produce publicó el año pasado, en colaboración con el INEI, el censo nacional de cooperativas, que reportó la existencia de 1.965 organizaciones. Casi un tercio de ellas se ubicaba en Lima Metropolitana (29,9%) y una proporción similar se dedicaba a servicios de ahorro y crédito (27,9%; el rubro servicios múltiples –12,4%– puede esconder algunos de los servicios que deberían corresponder a las Coopac).

Lo que llama la atención es el entusiasmo de los últimos años, patentado en la numerosa creación de cooperativas desde el 2006. Si bien no se distingue cuántas de ellas son Coopac, vale la pena revisar el dato. Cerca de la mitad de cooperativas (48,8%) han sido creadas después del 2006, frente a un porcentaje menor (43,6%), cuya creación fue previa a 1996. Entre 1996 y el 2005 solo se crearon el 7,6% de las cooperativas actuales; en contraste, entre el 2014 y 2016 iniciaron funciones el 26,2%.

¿Tienen algo que ver estos picos con la larga espera para garantizar una supervisión profesional por parte de la SBS a las cooperativas, hoy prolongada en el Congreso?

La Fenacrep no ha estado ajena al debate. Un reciente comunicado suyo rechaza la generalización que se hace al decir que “las cooperativas lavan dinero” y resalta el trabajo conjunto realizado con la SBS para el proyecto que sigue esperando. ¿A quién representa Fuerza Popular al pedir la creación de un organismo especializado, que dilataría aún más el plazo en que las cooperativas carecen de supervisión?

No solo eso. Al referirse al eventual interés que podrían tener los bancos en apoderarse de las cooperativas, algunos congresistas de Fuerza Popular parecen interesados en reeditar la absurda polarización gran empresa-emprendedores, de cierto éxito en las elecciones del 2016. ¿No sería mejor evidenciar aquella que enfrenta a la economía ilícita con la que no lo es?

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