Luego de cuatro meses de haber presentado el pico más alto de fallecidos debido al coronavirus, la mortalidad en Loreto vuelve a niveles previos a la pandemia. Según el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), desde mediados de agosto se ha registrado un promedio diario de ocho decesos en la región, cifra similar a lo observado en el mismo período del 2019, así como en enero y febrero de este año.
Loreto fue uno de los primeros epicentros de la pandemia en el país. El impacto del COVID-19 fue más fuerte desde mediados de abril hasta finales de mayo. Los peores días se vivieron entre el 1 y 5 de mayo, cuando el virus dejó más de 55 víctimas por día.
Desde inicios de junio, la curva ha entrado en fase descendente. En aquella oportunidad, especialistas informaron a este Diario sobre una caída en las muertes y más disponibilidad de salas para la atención de pacientes. También explicaban que la región había alcanzado la inmunidad natural o de rebaño, debido a la gran exposición de la población al virus.
Esta teoría se habría comprobado, parcialmente, a fines de julio, cuando un estudio preliminar de seroprevalencia reveló que el 71% de personas en Iquitos se había infectado.
Indicadores en descenso
Si bien aún no se descarta oficialmente un rebrote, el descenso en la mortalidad y los contagios se mantiene en la región.
Según información del portal de datos abiertos del Minsa, en setiembre se han presentado en promedio 70 contagios diarios, la mitad de lo reportado a mediados de agosto (140), de acuerdo a la estadística.
Pero el impacto en las cifras oficiales no coincide con lo reportes locales. Para el Minsa, Loreto tiene casi 17 mil infectados y 934 fallecidos por COVID-19, mientras que para la Dirección Regional de Salud (Diresa) Loreto ambas cifras suben a 47.921 y 2.520, respectivamente.
Para Juan Carlos Celis, infectólogo del hospital Regional de Loreto, la pandemia avanzó más rápido en esta localidad debido a la poca contención realizada, pero actualmente el registro de casos en la capital regional es escaso.
“Al ser la primera ciudad infectada, las opciones de contención fueron pocas, el virus entró con fuerza. Ahora en el hospital regional no tenemos ni un paciente en UCI y solo dos hospitalizados. En consulta externa todavía vemos casos, pero ya tenemos suficiente espacio para hacerles pruebas moleculares y brindarles el soporte médico que requieren”, explica.
El médico añade que en los últimos dos meses no se ha observado una segunda ola significativa de la enfermedad, por lo que pide al Gobierno un manejo especial de la pandemia en la zona.
“Ahora vemos gente muriéndose por cosas normales y ya no por coronavirus. Debemos preparar camas y UCI para los nuevos infectados. No hay otra ciudad del mundo que tenga nuestra prevalencia”, dice.
Tema pendiente
A diferencia de Iquitos, la enfermedad no ha sido superada en lugares alejados de las siete provincias restantes, especialmente en comunidades nativas que carecen de servicios básicos. Lizardo Cauper, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), señala que un 70% de comunidades ha sido afectado por la pandemia. Frente a esto, demanda mayor presencia de brigadas de salud que puedan atenderlas por más tiempo.
“El COVID-19 está fuerte en las comunidades. Seguimos recibiendo información de contagios. El Comando COVID-19 Indígena no tiene logística para intervenir rápido, las brigadas del ministerio son muy lentas”, anota.
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