La proyección era, hasta ayer, que en unos tres meses Cusco se quedaría sin agua potable. Para hoy, esa catastrófica posibilidad puede ser aún más corta. La laguna Piuray, una de las principales fuentes de abastecimiento de agua de la ciudad, ha acelerado su disminución en una evidencia más de que los efectos del Fenómeno El Niño y el cambio climático no esperan.
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La sequía registrada desde el año pasado hizo que entre abril del 2022 y junio de este año el promedio de descenso diario en la laguna sea de 0.50 cm por día. Juan Figueroa, presidente del directorio de la Empresa Municipal de Agua (Seda Cusco), informó a El Comercio que las estadísticas analizadas hoy, viernes 14 de julio, indican que el ritmo de descenso está subiendo a 0.60 cm por día. Aunque parece un cambio menor, el impacto es significativo. Este déficit hídrico se traduce en que el 37% de la población de la ciudad de Cusco, ubicada principalmente en el Centro Histórico y las zonas altas, se encuentra en riesgo.
“Hay datos históricos que nos permiten decir que nunca hemos llegado a ese nivel. Nosotros bombeamos normalmente 300 litros de agua por segundo y actualmente estamos a 230. Es una cifra que nunca hemos visto y esto tiene tendencia a seguir bajando”, dijo.
Ante ello, Seda Cusco ha solicitado al Gobierno Central que se incluya a la provincia del Cusco y sus distritos en el Decreto Supremo Nº 067-2023-PCM que declara en emergencia distintas ciudades del país por “peligro inminente ante déficit hídrico” como consecuencia del Fenómeno El Niño.
Figueroa indica que lo que buscan es que con ello se agilice el proyecto para llevar agua desde el Sistema Vilcanota, que abastece a la zona sur del Cusco, hacia Piuray. En concreto, la obra consiste en tender una tubería de 700 mm entre el acuífero ubicado en Piñipampa y la laguna situada en el distrito de Chinchero, a fin de cubrir la disminución causada por la sequía.
“Solicitamos una ampliación del decreto para que podamos implementar la obra por emergencia por 19 millones de soles. Contamos con la certificación presupuestal, pero no contamos con la base legal”, añadió.
El último lunes remitieron una solicitud dirigida a la presidenta Dina Boluarte. Ayer, sumaron el respaldo del alcalde provincial de Cusco y de los alcaldes distritales. Mientras esperan una respuesta, nada detiene que el agua de Piuray siga desapareciendo.
De Uruguay a la costa peruana
Una ciudad sin reservas de agua, con restricciones drásticas ser servicio y alto consumo de agua embotellada parece el argumento de una novela distópica. Sin embargo es una realidad que se vive en esta misma región. Montevideo, capital de Uruguay, atraviesa la peor sequía de su historia con más de la mitad de sus habitantes (3,5 millones) afectados porque su principal fuente de abastecimiento, el embalse Paso Severino, se encuentra apenas al 2% de capacidad debido a la falta de lluvias.
Así como Cusco, otras ciudades del Perú no están muy lejos de vivir una emergencia similar.
José de Echave, exviceministro de Gestión Ambiental del Perú, explica que las ciudades que experimentan mayor estrés hídrico se encuentran en la costa, donde precisamente vive la mayor población del país. “La cuenca del Rímac, que abastece a Lima y Callao, proporciona menos de 100 m3 por persona al año, es el nivel más bajo en la región. Es una muestra clara evidencia de la escasez absoluta de agua en la cuenca del Pacífico. El acuífero de Ica no tiene creo que tenga una vida más allá de los 10 años”, indica.
Esto se debe a la distribución inequitativa de agua debido a la geografía peruana, añade Alfredo Estrada, director del Centro de Sostenibilidad de la Universidad de Lima. Mientras el 60% de la población peruana vive en la costa, la disponibilidad de agua superficial en esta zona es de apenas el 2%. En cambio, la vertiente del Atlántico, que alberga el 23% de la población, tiene una disponibilidad del 98% de agua superficial. “El estrés hídrico en la zona norte tiene niveles muy altos. Es más del 80% en ciudades como Piura, Cajamarca y la libertad. En la zona sur están entre el rango del 40 u 80%, en ciudades como Arequipa, Moquegua y Tacna”, indica.
Esta situación se acelera por la pérdida de glaciares y agotamiento de las aguas subterráneas generadas por el cambio climático, sumado al Fenómeno El Niño. Un antecedente de cómo este evento climático tiene relación directa con el desabastecimiento de agua fue lo que pasó en el año 2017 en Lima. La caída de una veintena de huaicos sobre el río Rímac sobrepasó la capacidad de Sedapal y se tuvo que cortar el servicio de agua potable en 27 distritos.
Otro ejemplo más actual es lo que sucede en Arequipa. “A marzo del 2023, las represas del Sistema Chili tuvieron un almacenamiento promedio equivalente al 58% de su capacidad, o sea 42% menos de lo normal, eso es prácticamente la mitad. Es una situación anómala por el cambio climático”, indica Estrada.
¿Estamos perdidos? Para De Echave una primera tarea es la identificación de las zonas vulnerables, así como el cambio de enfoque de gestión de agua con una Autoridad Nacional del Agua con un trabajo autónomo y transversal para que no dependa de un solo ministerio. Asimismo, priorizar inversiones de infraestructura hídrica. En su opinión, esto depende también de que los efectos del cambio climáticos sean parte del debate político, con voluntad de las autoridades para abordar un tema de esta magnitud con una visión que no sea cortoplacista.
“El Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático, esto significa que cada vez son mas recurrentes los fenómenos meteorológicos extremos. Este año hemos tenido el ciclón Yaku, El Niño costero y vamos a tener el Fenómeno El Niño global. La lógica es reactiva y ni siquiera eso se hace bien”, sostiene.
Estrada, por su parte, sostiene que necesario que este tema sea también parte de una discusión estratégica y no solo política. Por ejemplo, considera que se debe impulsar proyectos de innovación y tecnología, como la desalinización de agua de mar o plantas de tratamiento de agua residual. “Se necesitan nuevos mecanismos más efectivos para que la academia, el sector privado y la sociedad civil puedan intervenir en innovación hídrica. Es un trabajo estratégico y menos político”, finaliza.