En su página web, Korea Airports Corporation (KAC) –la compañía surcoreana que encabeza el consorcio encargado de gestionar la construcción del aeropuerto internacional de Chinchero en Cusco (AICC)– informa con súbita sinceridad: “Los críticos temen que [el aeropuerto] pueda dañar el famoso sitio arqueológico de Machu Picchu”.
En ese comunicado, KAC anunciaba la firma del contrato de Estado a Estado que suscribieron el Perú –a través del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC)– y Corea del Sur el 24 de octubre último, a fin de que la nación asiática brinde asistencia técnica para la construcción del AICC. El proyecto contempla un terminal de 40.000 m2 en la provincia de Urubamba.
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Pero, en efecto, el futuro aeropuerto –cuyas obras se iniciarán en el segundo semestre del 2020– ha sido criticado por expertos locales e internacionales, quienes sostienen que afectará el patrimonio arqueológico del Valle Sagrado y del Cusco. Una preocupación que ha recogido la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
-ALERTA DESDE PARÍS-
El 1 de julio pasado, la Unesco –desde París– envió una carta al Gobierno Peruano para solicitar el estudio que contenía “las informaciones técnicas” del proyecto en Chinchero, así como “las observaciones pertinentes” sobre el estado de conservación de tres bienes listados como patrimonio mundial en la región: el Santuario Histórico de Machu Picchu, el Qhapaq Ñan (sistema vial andino) y la ciudad de Cusco.
La entidad precisó que dos bienes (Machu Picchu y la capital regional) tenían una “relación directa” con el AICC, y aunque el proyecto se encontraba fuera de las zonas de protección, era “importante tomar en cuenta” el vínculo existente. Por ello, consideró indispensable “alertar” al Perú sobre “la necesidad de establecer las consultas requeridas para garantizar” el cuidado de los sitios históricos.
Asimismo, la Unesco indicó que era “esencial” que, en esta etapa inicial del proyecto, “se prevea una amplia y sólida evaluación” de los potenciales impactos en la zona. Esto, mediante la elaboración de un estudio de impacto patrimonial (EIP). Así fijó el 25 de agosto como plazo para que el Estado Peruano entregue toda la documentación.
El Perú respondió, a través del Ministerio de Cultura (Mincul), el 23 de setiembre, casi un mes después del plazo establecido tras solicitar una prórroga a la Unesco. En su carta de respuesta, el sector concluyó que el AICC “no tiene relación espacial directa” con los bienes inscritos como patrimonio mundial.
No obstante, el Mincul admitió que “se vienen iniciando los procesos” para la elaboración de un “amplio estudio” que medirá el impacto patrimonial del proyecto. Aunque informó que se habían hecho “evaluaciones arqueológicas [PEA] y monitoreos permanentes [PMA]” en Chinchero, los cuales “no han arrojado evidencias culturales en superficie ni en subsuelo”, el Estado confirmó que “dichos estudios no constituyen el EIP recomendado por la Unesco”. Por ello, el Perú se comprometió a realizarlo, y a “ampliar los estudios efectuados”.
Este Diario buscó insistentemente al Mincul para que brinde los detalles de este EIP, e informe qué sucederá con el futuro aeropuerto si en esta nueva evaluación se identifican impactos sobre el patrimonio, pero se excusaron de dar respuesta debido a la renuncia del hoy exministro Francisco Petrozzi.
Se trasladó la misma consulta al MTC, que al cierre de la nota informó escuetamente que ya contaban con el EIP y que “pronto será enviado a Cultura”. “Esta situación no implica la afectación a la fecha que se tiene prevista para iniciar el proyecto, por lo que no se detendrá la obra. El costo de la elaboración de los estudios no representa un costo significativo del proyecto”, dijeron.
El Comercio también contactó a la Unesco en el Perú, pero respondieron que la evaluación de la información brindada por el Gobierno “sigue su curso”, y que la opinión técnica le será enviada “en tiempo oportuno” de forma privada.
-¿IMPACTOS INDIRECTOS?-
El exministro de Cultura Luis Jaime Castillo, quien firmó la carta enviada a la Unesco, explicó que en la respuesta “nos estamos comprometiendo, y a los siguientes ministros, a hacer un estudio de impacto patrimonial serio”. Sobre por qué esto no se hizo antes de proyectar el AICC, dijo: “No te puedo contestar esa pregunta porque ni mi sector estaba involucrado ni yo era funcionario cuando se tomaron esas decisiones”.
Agregó que cuando asumió como ministro –en julio– ordenó una “investigación completa” sobre el AICC, pero desconoce sus conclusiones porque dejó el sector 84 días después. No obstante, indicó que el aeropuerto es viable “si se controla el crecimiento desmedido del turismo y la capacidad de carga de Machu Picchu [al 2018 fue de 4.312 visitantes diarios, y con el aeropuerto al 2044 se estima en 5.753] y del valle”.
Unesco ya ha advertido al Perú sobre la capacidad de carga de Machu Picchu, y que si esta no se define, podría considerar “la potencial inscripción del bien” en la lista del patrimonio mundial en peligro, en la cual están 53 sitios históricos del mundo. Para Castillo, si “no se hacen las cosas bien” sobre el AICC, “siempre existe esa posibilidad”, lo que además representaría un desprestigio para el país.
Para la periodista Sonia Goldenberg, quien accedió a las cartas entre el Gobierno y la Unesco, la respuesta del Perú demuestra que “se está actuando con mucha irresponsabilidad” sobre el patrimonio de Chinchero, al ejecutar el proyecto sin los estudios pertinentes. “Y la consecuencia más grave sería que Machu Picchu pierda su estatus como patrimonio mundial”, agregó. En una reciente columna en “The New York Times”, la también documentalista sostuvo que el AICC “dañaría de manera irreparable el corazón de la civilización inca”.
José Hayakawa, presidente de Icomos Perú, coincidió en que el Estado ha evidenciado “un manejo poco riguroso” con el patrimonio de la zona debido al aeropuerto, y que la posibilidad de que la ciudad inca entre a la lista de sitios en peligro “es patente”.
Del otro lado está Carlos Canales, presidente de la Cámara Nacional de Turismo: “Si bien la gestión de Machu Picchu no es la mejor, es superior a la de otros sitios históricos del mundo donde la Unesco no dice nada. Se agradece la preocupación, pero sin alarmismo”.
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