En el 2022, la pandemia empezó a ser menos letal en Perú, hemos tenido tres olas (tercera a quinta, que está en caída) y en cada ola más contagios que en las dos previas con menor volumen de fallecidos. Hoy, en plena quinta ola, podemos interactuar sin cuarentena, toques de queda, obligatoriedad del uso de carné de vacunación o mascarillas, gracias al alto porcentaje de población adulta vacunada con tres dosis.
Ahora nos va mejor con el COVID-19, a pesar de las nefastas gestiones de Perú Libre en el Ministerio de Salud, que hizo que el sector pierda el liderazgo y el cambio que prometieron en campaña. Lo lamentable es que no aprendimos que un sistema de salud fragmentado, desfinanciado, con poca capacidad de respuesta a nivel de infraestructura, equipamiento y recurso humano solo augura una nueva catástrofe en una nueva pandemia. La salud es una inversión, no un gasto, señores del MEF.
Por suerte, luego de un rápido crecimiento inicial, los contagios de la viruela del mono han disminuido. La gripe aviar es de mayor riesgo para las avícolas y aves silvestres, y el riesgo de transmisión a alguna persona y probable enfermedad grave es remota.
La pandemia condujo a una desatención de otras patologías. La anemia infantil ya era un problema prepandemia y hoy se ha agravado, afectando el desarrollo cognitivo de nuestros niños y rendimiento escolar, sumado a tres años de educación virtual.
Más del 95% de establecimientos de salud a nivel nacional tienen una deficiente capacidad instalada. El COVID-19 hoy es menos letal.
Creímos que la pandemia sería la oportunidad para mejorar el sistema de salud, pero el sector sigue en UCI.