El geoglifo de una llama de unos 17 metros de altura y 10 metros de ancho fue descubierto en Tacna. La figura aparece junto a la de un personaje antropomorfo de dimensiones similares. Y alrededor hay más camélidos de menor tamaño. La escena fue recientemente hallada por un grupo de arqueólogos que hacía un registro de quilcas en el sector C del Paisaje Cultural Arqueológico Complejo Miculla-Pachía, ubicado a unos veinte minutos en auto desde la ciudad de Tacna.
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En este sitio arqueológico ya se habían descubierto geoglifos (espirales o figuras geométricas), pero no geoglifos con escenas tan complejas en las que participan camélidos y personajes antropomorfos, explicó Martín Chanta, uno de los investigadores que participaron en este hallazgo. Esta escena tiene elementos que coinciden con los observados en varios petroglifos de la zona.
Este descubrimiento se produjo mientras el equipo de investigación, que también lo integran los arqueólogos José Antonio Hudtwalcker Morán y María Leyva Velazco, realizaba los últimos registros de petroglifos. Días antes, habían observado en la zona montañosa algunas formas que les llamaron la atención. Con esas pistas, hicieron un vuelo de dron y lograron encontrar la escena. La imagen que publicamos fue tomada a unos 200 metros de distancia de donde se ubica la figura.
¿De qué se trata?
Según los primeros análisis de los arqueólogos, el camélido observado sería una llama y estaría siendo sujetada por un hombre con una soga. Ambos están rodeados por varias llamas más, explicó Chanta. “Es una escena muy compleja”, dijo.
El Comercio también consultó sobre el hallazgo con la Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR). Su presidente, el arqueólogo Gori Tumi Echevarría, lo calificó de impresionante y muy importante por varias razones.
Si bien desde Arequipa hasta Arica se conoce de la producción de geoglifos en las zonas bajas de las colinas, en este hallazgo Echevarría observó una escena compleja y dijo que hay, al menos, tres momentos de producción de estas imágenes.
“Por el estado de conservación, se ve que, al menos, hay tres grupos desagregados. Los zoomorfos grandes (llamas) están separados. Estos camélidos tienen cuerpo ancho, cuadrangular y cuatro patas. Es una imagen naturalista, exactamente igual a los petroglifos de camélidos de la fase II de Miculla, fechados entre 2.000 y 3.000 años a. C. Son muy antiguos”, comentó.
A estos geoglifos se habría agregado el personaje antropomorfo durante la fase III de Miculla (1.500 a 200 años a. C.) Echevarría propuso esta cronología a partir del análisis del estilo de producción de estas quilcas.
“Estamos ante un corpus sumamente complejo, eso es lo que hace sensacional esta evidencia”, opinó el arqueólogo de APAR.
Este hallazgo se dio como parte de la investigación realizada por la consultora Ares, con el financiamiento del Ministerio de Cultura. Esta entidad trabaja en el saneamiento físico legal de este patrimonio, para protegerlo de los invasores de terrenos.
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