“No entiendo nada”, dice Vanessa con una risa nerviosa. Lo menciona casi de pasada, como algo cotidiano. Tiene 16 años y en menos de un mes terminará la secundaria. Sabe que para estudiar Enfermería – ya se ve a sí misma con uniforme, poniendo vacunas– necesita una base mínima de conocimientos. Pero siente que no los tiene. Los últimos dos años de clases virtuales se han resumido en intentar escuchar a sus profesores a distancia, buscar señal de Internet donde sea y juntar dinero para recargar saldo al único celular de casa –el de su mamá– que debe compartir con sus hermanos también escolares.
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Vanessa vive en Ambato, un centro poblado del distrito de Yauli, Huancavelica, enclavado en los Andes centrales a los que se llega por una sinuosa carretera a más de 3.300 m.s.n.m. En la provincia de Huancavelica apenas 83 colegios de 800 han reanudado clases semipresenciales. El de Vanessa no es uno de ellos, pero desde fines de octubre algunos profesores han decidido dictar un curso dos veces a la semana. Es un retorno no oficial para algunos grados. “Algunos profesores vienen por su propia voluntad para realizar clase semipresencial. Pero está cerrado el colegio”, añade Anthony, de tercero de media. Son horas valiosas, pero insuficientes.
Su testimonio refleja el impacto de dos años de clases virtuales en una región con pésima conectividad. En abril del 2020, cuando la cuarentena tenía menos de un mes, el director regional de Educación de Huancavelica, Wilfredo Mezarina, advertía que solo el 10% de los estudiantes tenía acceso a Internet. Y el que existe tiene la segunda peor velocidad del país, después de Loreto, según Osiptel.
Aprendo en Casa tampoco tuvo el alcance deseado. Solo un 45% de la población accedía a la TV y 75% a radio. Uno de los lugares que sufren esta brecha es Ccollpaccasa, centro poblado ubicado más al centro del país y más arriba que Ambato (supera los 4.000 m.s.n.m.). Timoteo, alcalde escolar del colegio local, lo explica así: “No tenemos señal de Internet ni de televisión. No podemos decir que las clases a distancia fueron un completo desastre, pero no hemos aprendido como se debe”.
Del otro lado
Los colegios que ya abrieron tampoco la tienen fácil. Raquel Quispe, directora de la IE Mariano Melgar Valdivieso de Chucllaccasa, explica que regresaron el 16 de agosto con un ritmo de tres días presenciales por semana. El impacto de la distancia, sin embargo, es difícil de revertir. Ella lo define como un “enfriamiento” en la relación profesor-estudiante. “Nuestras metas de atención habían disminuido notablemente, no estábamos logrando las competencias que queríamos. Teníamos que reanudar clases sí o sí y encontramos alumnos que se olvidaron que el docente es autoridad”, explica.
Los dos días de clases remotas que completan la semana casi ni se cuentan porque la conectividad no ha cambiado. “Todavía tenemos muchas dificultades: estudiantes que no cuentan con celular y si lo tienen, no hay señal, y la economía [es] precaria en la zona”, dice a El Comercio.
Además, un 5% de estudiantes ha desertado por temas laborales o familiares. “Muchos se han ido a trabajar a Lima, Ica, a la selva. Otros han formado sus propias familias por la idiosincrasia en la zona”, explica. A lo que se refiere es al alto embarazo adolescente en la región. Se calcula que es de 11,2% en menores de 15 a 19 años, por encima del promedio nacional (8,3%). Si se incluye a las de 12 a 17 años, solo en el 2020 hubo 97 embarazos en el distrito de Yauli.
Vanessa, por ejemplo, tuvo una hija durante la pandemia y sus jornadas en casa se volvieron aún más complicadas. Ahora sale a la calle con la bebé en la espalda intentando buscar señal. “No sé cómo hacer mis tareas, peor con mi hija, no puedo. A veces pienso dejarlo, pero no, tengo que seguir”, dice.
Lo urgente
El Gobierno se ha comprometido a reanudar clases en marzo del 2022. Pero para Verónica Valdivieso, directora de país de Save The Children, es necesario que, en lo que queda del año escolar, se habiliten más colegios para poner a prueba los protocolos de seguridad y evaluar el estado socioemocional de alumnos y docentes. Este año, ese organismo implementó un proyecto para mejorar el acceso a la educación en ocho comunidades rurales a través de capacitación a docentes y entrega de kits de educación a escolares. Lo que encontraron es una brecha cognitiva y emocional que requiere atención inmediata. “Hay un distanciamiento entre alumnos y docentes, tomará tiempo recuperar la confianza. Nos parece sumamente importante que el retorno sea lo antes posible. Practicar ahora dará la experiencia para retornar en marzo a tiempo completo”, explica.
A esto se suma que los estudiantes han perdido un espacio seguro para ellos: “Sin esto, niños que sufren violencia no tienen a dónde acudir”.
Para que esto ocurra es indispensable garantizar la vacunación. La protección en maestros supera el 80% y en adolescentes se ha iniciado este mes. Pese a que está avanzando, este punto también supone dificultades. La doctora Mariana Prado, jefa del puesto de salud de Ccollpaccasa, explica que hay una importante brecha de no vacunados, gran parte debido a factores religiosos. Aún así, en los dos primeros días de la jornada a adolescentes se aplicaron dosis a 24 escolares.
Tal vez el reto más difícil sea garantizar los servicios básicos para un retorno seguro. Jorge Gastón, vocero de la UGEL de la provincia de Huancavelica, reconoce que no todos centros educativos cuentan con agua potable. “El agua es un tema crítico en algunos lugares. El mayor reto es asegurar las condiciones para los docentes, alumnos y administrativos”, sostiene a este Diario.
Sostiene que son entre 3.400 y 3.500 estudiantes “que no han accedido de manera permanente al servicio educativo”. A ellos se les brindará las llamadas de carpetas de recuperación para que puedan avanzar en sus aprendizajes entre enero y marzo. Para que esa recuperación sea efectiva es indispensable el acompañamiento, de lo contrario sería nuevamente tenerlos a su suerte.
Los padres piden el regreso a la presencialidad, pero sin que eso signifique un riesgo para los menores. “Para evitar contagios se necesita higiene y aquí no tenemos agua. No hay cercos, lavaderos. No tenemos apoyo, estamos olvidados”, dice Patricio Escobar, alcalde de Ccollpaccasa.
Ese olvido supone años de desatención y desigualdad, pero para escolares como Vanessa, ya vacunada, el retorno es cuestión de oportunidades que no quiere perder.
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