Gladys Pereyra Colchado

Es jueves 11 de agosto y Pilar Martínez limpia cuidadosamente la lápida de su hija Patricia en el cementerio de Pisco. En cuatro días se cumplirán 15 años de su muerte. Ha pasado el mismo tiempo que tenía en vida, pero Pilar siente que todo se ha detenido en el miércoles 15 de agosto del 2007. Sigue su espacio en la mesa, sigue presente en las conversaciones y sigue sintiendo ese dolor en el pecho, palpable, de que algo malo va a pasar cada vez que hay temblor. “Una madre nunca olvida”, dice.

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