En Marcona, distrito de Nasca (Ica), ubicado a 530 kilómetros al sur de Lima, la sensación de rabia que dejó a los pobladores el asesinato del manifestante Luis Quispe Chumbi, durante el paro contra la minera Shougang, parece instalada ahora sobre las calles vacías.
Los comercios están cerrados, no hay clases escolares y en los accesos a esa localidad, de unos 15 mil habitantes, todavía humean los carros quemados en medio de las protestas por la reposición de 100 ex trabajadores de la minera.
Humean también tres almacenes de la compañía, incinerados por una turba que, aparentemente, respondió así ante el fallecimiento de Quispe. La arremetida de esa muchedumbre también dejó destrozados los ambientes donde residen los trabajadores de Shougang y el comedor del inmueble.
Ayer, un contingente policial de casi 200 hombres llegó hasta las instalaciones de la minera de hierro de capitales chinos para repeler cualquier nuevo intento de saqueo y dar protección a los empleados que aún siguen allí.
Mientras tanto, en el velorio de Luis Quispe, así como en el traslado del féretro al cementerio distrital, sus familiares y amigos aseguraron que un policía le disparó a matar cuando lo tenía a menos de tres metros de distancia, durante la marcha del último lunes.
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