La atmósfera mágica que se desprende de la otrora capital del imperio inca hoy contrasta con una sensación de incertidumbre y temor debido a las protestas que se reactivaron en el país: Cusco hoy es una ciudad fantasma sin el movimiento de viajeros y operadores turísticos que le daban vida.
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Todo comenzó en diciembre, cuando se registró el descenso considerable del flujo de visitantes en la ciudad tras las primeras protestas. Más de un mes y medio después, esto aún se ve reflejado desde cuando uno llega al aeropuerto Alejandro Velasco Astete. El Comercio comprobó que el panorama es, hasta cierto punto, desolador: instalaciones casi vacías, pocos aviones y pasajeros, policías y militares apostados dentro y fuera del terminal aéreo. Totalmente diferente a lo que se experimentaba en años anteriores.
Ya en calles y avenidas principales de Cusco, varios hospedajes y restaurantes han decidido colocar tablones en sus ventanas y puertas ante un eventual ataque. Lo mismo sucede en restaurantes, galerías de artesanía, instituciones públicas e incluso casas.
La Plaza de Armas alberga ahora mucho menos turistas que antes. Igual panorama se observa en las calles aledañas, donde las agencias de turismo se resisten a cerrar.
Eso lo sabe bien el señor Juan Carlos Mace, el único trabajador que queda en la agencia X-Treme, ubicada a una cuadra de la plaza, y que ofrece un servicio turístico para recorrer el Camino Inca.
“Varios turistas cancelaron sus reservas programadas para diciembre y enero. Hemos tenido que reducir personal y recortar gastos con colaboradores. Entendemos las protestas, pero no la violencia”, comentó.
El señor Mace precisó que a veces no llegan el mínimo de turistas para poder iniciar el tour, por lo que deben esperar días para poder concretar una salida. Pide al Gobierno buscar una solución rápida a esta problemática y apoyar de alguna forma al sector turismo que se está viendo seriamente afectado.
“Va a ser muy difícil recuperar así la confianza del turista, sobre todo extranjero, y reponer la imagen de Cusco antes los ojos del mundo”, dijo.
El presidente de la Cámara de Turismo de Cusco (Cactur), Berner Caballero, indicó a este Diario que las protestas y ola de violencia en la Ciudad Imperial deterioran la imagen de un destino al que los turistas siempre buscan llegar. Precisó que con el ataque al aeropuerto y la afectación a la línea de tren hacia Machu Picchu, se busca bloquear la entrada y desplazamiento de visitantes.
“Se afecta y deteriora la imagen del Perú. Se intenta mostrar al país como un destino inviable. La Unión Europea ya se ha sumado a las recomendaciones que han hecho varios países de recomendar no viajar al Perú por la convulsión social”, señaló.
En esa línea, precisó que si en los próximos 10 días (fin de mes) no se establece la paz en las calles es un hecho que se perdería la campaña turística por Semana Santa en Cusco, una de las fechas en que la ciudad recibe mayor flujo de personas.
“Estamos aún a tiempo de poder salvar Semana Santa, una temporada alta en el país. Estos días son cruciales Sin embargo, debemos tener en cuenta que muchos pasajeros hacen sus reservaciones con 6 meses de anticipación, por lo que se debería hacer una campaña agresiva para atraer turistas en esas fechas”, explicó.
Incertidumbre
Cuadros, pinturas, ropa hecha a mano, así como cualquier otro tipo de artesanía adornan el famoso y estrecho pasaje de Hatunrumiyoq, en el centro del Cusco. A diferencia de meses anteriores, este sitio luce ahora vacío. Los pocos turistas que recorren esta vía lo hacen principalmente para retratarse junto a la famosa piedra de los 12 ángulos.
A unos pocos metros de ahí, en una las galerías más grandes del lugar, Vladimir y su esposa Rosemary esperan pacientemente concretar al menos una venta durante el día. Cuentan que varias personas con quienes compartían espacio han decidido cerrar sus negocios. El Comercio pudo comprobar que varias puertas permanecen cerradas con candados y las vitrinas que antes lucían llenas de productos están vacías.
“Las ventas han bajado bastante, no hay turistas. No podemos negar que las protestas están afectando a la actividad turística, aunque considero que son legítimas”, dijo.
En tanto, Rosemary precisó que si antes vendía entre 2 a 4 cuadros por día, ahora no vende ninguno. “Así no haya ingresos igual tenemos que pagar el alquiler de las tiendas. Espero que el Gobierno encuentre una solución y que no se olvide de los artesanos del Cusco”, sostuvo.
Esta misma incertidumbre es compartida por Nils Rimachi, administrador del restaurante la Calle del Medio, pues con el número de comensales que recibe al día solo se logra cubrir los gastos básicos del local.
“En hora de almuerzo, entre las 12 y 3 de la tarde, solo tenemos 3 a 4 mesas ocupadas, cuando en este horario normalmente todo el salón paraba repleto”, detalló.
Este local pertenece a una cadena de 8 restaurantes, de los cuales dos ya fueron cerrados. Con respecto a los otros, se viene evaluando también esta posibilidad, ya que prácticamente no hay ganancias. “Estamos sobreviviendo. La afluencia ha bajado a un 70%. Se está recibiendo lo mínimo. Esta situación nos afecta a todos, desde el negocio más grande hasta el más pequeño”, resaltó.
Daños e intimidación
Gustavo Parada, gerente del Hotel Sonesta, ubicado en la avenida El Sol, dijo que con miras a afrontar esta temporada de inicio de año, se contrató entre 80 a 100 personas. Sin embargo, ha tenido que reducir a casi la mitad el personal por la poca cantidad de huéspedes que se vienen alojando. Agregó que tras la reactivación de las protestas a inicios de enero, se produjo un descenso de reservas de inmediato.
“Hemos brindado vacaciones, permisos no remunerados y estamos evaluando el tema de suspensión perfecta de labores. Hay algunos que acaban contrato y tocará prescindir de ellos porque no hay cómo garantizarles el salario. ´También estamos replanteando nuestra meta presupuestal porque ya no hay cómo cumplirla”, indicó.
Contó que en reiteradas oportunidades su personal ha sido objeto de intimidaciones e insultos en la calle si es que portaban el uniforme del hotel. Grupos de manifestantes les reclamaban por no acatar el paro.
“Hay miedo, no podemos trabajar con miedo. Estas condiciones de seguridad sí nos están afectando, pues contra la violencia uno no puede hacer nada”, señaló.
Ante las críticas al sector turismo por parte de un sector, Parada sostuvo que existe un desconocimiento, pues se trata de un eslabón más en una cadena productiva, que engloba a la agricultura, servicios de alojamiento, transporte, guías de turismo, entre otros. “El principal aporte del turismo es el trabajo, la generación de mano de obra”, destacó.
El miedo y preocupación de Gustavo es compartido por Patricia Benites, gerente de Hotel José Antonio de Cusco. Días atrás, el alojamiento fue atacado por una turba mientras esta huía de la presencia policial. Fueron varios minutos en que con huaracas en mano lanzaron piedras hacia las ventanas y la puerta del hotel.
Como resultado, varias lunas resultaron con serios daños y una de las puertas de vidrio ubicadas en la entrada terminó destrozada. “Afortunadamente, ningún huésped resultó herido. Llamamos a la policía y se pudo intervenir a algunas personas que habrían protagonizado este hecho vandálico”, dijo Benites.
Este panorama de convulsión ha llevado tanto a los alojamientos, como otros negocios ligados al turismo a tomar medidas a fin de proteger a sus clientes y trabajadores. Por ejemplo, los hoteles Sonesta y José Antonio han colocado tablones de madera en sus ventanas y entrada. Similar situación se observa en casi todo Cusco.
“Estamos operando con el mínimo de personal. No llegan turistas. Todas las áreas del hotel lucen vacías y muy pocas habitaciones están ocupadas. Es una situación preocupante. Esperemos que se restablezca la paz pronto por el bien del país y de Cusco”, comentó.
Suspenden trenes a Machu Picchu
El servicio de trenes de Cusco hacia Machu Picchu se encuentra suspendido de forma indefinida debido a daños en la línea férrea ocasionados por manifestantes el último jueves.
A través de un comunicado, Ferrocarril Transandino, concesionario de la vía, precisó que esta medida abarca los tramos Cusco - Ollantaytambo, Machu Picchu - Hidroeléctrica y el ramal Urubamba - Pachar.
Los rieles fueron retirados de su sitio y colocados a un costado, en un tramo de aproximadamente veinte metros. Esta situación ha originado que alrededor de 350 turistas queden varados en Machu Picchu.
La empresa operadora Perú Rail informó a sus clientes que pueden pedir la devolución de su dinero o reprogramar sus pasajes mediante su página web.