“La alpaca es el futuro”. Nelson Landa Barrera, de 45 años, dice estas palabras y de inmediato corre hacia un rebaño de camélidos que pastan en las verdes praderas de Marcapomacocha.
Esa frase resume lo que sucede en este pequeño pueblo, ubicado en la zona altoandina de Junín: la crianza de alpacas, para aprovechar su cotizada fibra y su nutritiva carne, está cambiando la vida de estas personas.
“Tengo un hijo de 13 años y justo cuando él nació empecé a criar alpacas. Antes tenía ovejas, pero las cambié porque la alpaca es oriunda del Perú y se adapta mejor. Además, su fibra es más rentable”, añade Nelson.
El último jueves, el frío extremo se aplacó en este distrito -donde viven unas 1.300 personas- gracias a la llegada de una delegación de especialistas del Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri), quienes brindan asesoría a los comuneros en la crianza del camélido.
Eugenio Barreto Blanco, de 66 años, es un veterano criador de alpacas de Marcapomacocha. Él también asegura que haber reemplazado el ganado ovino por los camélidos le transformó la vida. “Tengo cinco hijos, tres varones y dos mujeres. Como ahora recibo mejores ingresos, ellos pueden vivir y estudiar en San Mateo [pueblo ubicado a una hora y media de Marcapomacocha]”, indica.
El alcalde de Marcapomacocha, José Rondón Mateo, asegura que el 90% de la población de su distrito se dedica a la crianza de alpacas. Sin embargo, la mayoría es propietaria de rebaños aislados y vende la fibra sin darle valor agregado.
El repoblamiento de alpacas empezó en esta zona hace 20 años. Se introdujeron ejemplares del sur y se comenzó a trabajar en su mejoramiento genético. Ahora, en todo Junín hay unas 45.000 alpacas; y en Marcapomacocha, unas 6.000.
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