“Ahora cada quien defiende lo que necesita y nosotros no queremos seguir perdiendo nuestras playas”, nos dice Luis Cáceres Salaverry, presidente del Comité Provincial por la Supervivencia y Solución Definitiva frente a la Erosión Costera.
Luis vive en Buenos Aires, la segunda playa de Trujillo devastada por la erosión costera desde 1982, año en que se colocó un molón en el puerto de Salaverry. Esta estructura hecha en piedra fue construida para evitar que las corrientes marinas asienten arena cerca al puerto.
Hoy, en Huanchaco, otra playa golpeada por la erosión costera, Luis participará en la cadena humana que se ha convocado para evitar que se siga llenado de piedras la parte afectada del turístico balneario.
La singular manifestación servirá también para exigir el desmonte del molón de Salaverry, considerado por las organizaciones ambientalistas como el responsable de la erosión costera que actualmente ahoga a Huanchaco.
“Ya estamos frente a un conflicto social, porque mientras un grupo queremos que se desmonte ese molón, otro, allá en Salaverry, lo defiende a capa y espada”, añade Cáceres.
La destrucción en Las Delicias, Buenos Aires y parte de Huanchaco, la erosión ya afectó a más de 20.000 personas en los tres balnearios. Se estima que cada año se pierden seis metros de playa por este fenómeno.
En Salaverry, en cambio, los pescadores siguen haciéndose a la mar y pese a que no se trata de un puerto moderno, su presencia ha originado divisas para su desarrollo.
Para el biólogo pesquero de la Universidad Nacional de Trujillo Carlos Bocanegra García, estos dos frentes hacen que estemos en camino hacia un conflicto social que podría no ser bien conducido por las autoridades.
“Hay que tener en cuenta que la población se está uniendo para que se desmonte ese molón que está en Salaverry, donde hay una población que, obviamente, quiere seguir viviendo del mar y lo va a defender”, advierte Bocanegra.
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