De pie sobre una trocha salpicada de piedras, que une Nuevo Edén y Puerto Shipetiari, en los distritos de Fitzcarrald y Manu, el guardaparques Asencio Patiachi se seca el sudor de la cara y mira cómo vuela una mariposa azul. La ve subir desde un charco formado por la lluvia, revolotear sobre su cabeza y alejarse hacia unos troncos ennegrecidos, apilados y a medio cortar a uno y otro lado del camino. “Antes –dice– eran más mariposas. Y monos, y aves. Todo esto era bosque”.
El paisaje que Asencio evoca es el de la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Amarakaeri, que junto al Parque Nacional del Manu y la Reserva Nacional Tambopata son las áreas protegidas más grandes de la región.
Entre junio y octubre, el gobierno regional abrió allí un camino de 12,1 km de largo por 20 m de ancho para acercar a unos 4.000 comuneros y nativos de ocho localidades con el resto del país.
Las prisas con las que el gobernador Luis Otsuka Salazar manejó la obra, que tuvo seis modificaciones técnicas y pasó a ejecución sin el respaldo del Ministerio del Ambiente ni la consulta previa que dispone la ley, hicieron que el Juzgado de Investigación Preparatoria Transitorio-Ambiental de Cusco ordenara su suspensión por “depredación de bosques”. Ahora la fiscalía de Madre de Dios formalizó la investigación preparatoria contra el gobernador Otsuka, por delito ambiental.
Consultado por El Comercio, Eduardo Salhuana, gerente regional de Madre de Dios, insistió en la necesidad de los caminos. Por ello, dijo, apelarán el fallo cusqueño para proseguir con los trabajos, ahora de Shipetiari a Boca Manu y Boca Colorado.
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