Desde el cielo, el sector conocido como La Pampa se asemeja a una cicatriz que abre los poros de una capa de piel verde. Ubicado en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional de Tambopata, a la altura del kilómetro 115 de la carretera Interoceánica, en Madre de Dios, este es un espacio depredado por miles de mineros ilegales que extraen oro y trastocan todo lo vivo en polvo. La arena pestilente, las lagunas de fango con restos químicos y los cientos de árboles muertos evidencian la voraz deforestación.
Por su avanzado deterioro, pese a estar dentro de un espacio protegido, La Pampa fue elegida por el Gobierno Central para reanudar las labores de interdicción contra la minería ilegal en la región. Estas habían estado detenidas desde hace ocho meses, tiempo que fue aprovechado por los mineros para arrasar el bosque y someter a 32 mujeres bajo el presunto delito de trata de personas.
“Tenemos programadas siete intervenciones similares hasta diciembre. Para entonces debemos tener controladas algunas de las zonas donde retornó la actividad ilícita por falta de continuidad”, aseveró Antonio Fernández, alto comisionado en asuntos de formalización de la minería, a El Comercio, que acompañó el 13 y 14 de este mes a los 900 agentes involucrados en la operación de La Pampa.
Se estima que la minería ilegal en la zona de amortiguamiento de Tambopata aumentó 70% mientras no hubo interdicciones.
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