El papel que cumplen las mujeres dentro de la Iglesia Católica en la Amazonía es fundamental. De acuerdo al Atlas Panamazónico, un mapeo elaborado por la Red Eclesial Panamazónica (Repam) en nueve países, de las 958 congregaciones religiosas que operan en esta región, 663 (69%) son femeninas. En Perú, la presencia femenina aún es mayor: el 78% de congregaciones católicas en la selva (82) son de mujeres.
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Asimismo, el estudio precisa que el 66% de religiosos que están presentes en las comunidades amazónicas son mujeres. Sin embargo, solo el 33% de los cargos de responsabilidad dentro de la iglesia son ocupados por ellas. Es decir, aunque mayoritariamente son las encargadas de trabajar con la población en el ámbito pastoral, educativo y en la defensa de sus derechos, participan menos que los hombres en la toma de decisiones.
“Hay un deber histórico para reconocer el rol de las mujeres y su contribución a la causa católica. Se necesita cambiar la estructura para darles más espacios de acción que tengan correlación con el liderazgo que realmente tienen dentro de las comunidades”, explica Susana Espinosa, coordinadora del estudio de Redpam que se realizó entre 2016 y este año.
—Ajustes necesarios—
Dentro del Sínodo especial para la región Panamazónica, que se realizará hasta el sábado 26 de octubre en el Vaticano, se están debatiendo propuestas para promover el rol que tienen las mujeres dentro de la estructura de la iglesia. El objetivo es reconocer la labor que ellas cumplen en la formación espiritual, educativa y social de las comunidades. No se ha planteado la ordenación sacerdotal de mujeres (función que actualmente solo la ejercen los varones).
La teóloga Birgit Weiler, de la congregación de Hermanas Misioneras Médicas y participante del sínodo en calidad de experta, explica que existen muchas comunidades cristianas católicas que son lideradas y coordinadas por religiosas.
“Siendo coherentes con esa realidad se está pidiendo en este sínodo que ese liderazgo real vaya de la mano con nombramientos, con un respaldo de los obispos que dignifique la labor que cumple la mujer”, indica esta religiosa asentada en Perú hace 30 años. Por ejemplo, se plantea que religiosas puedan ser presidentas de comisiones dentro de los consejos episcopales o directoras de organizaciones como Caritas, cargos que tradicionalmente son ocupados por hombres.
—Labor en comunidades—
Mercedes Arroyo, religiosa de la Compañía Misionera Sagrado Corazón de Jesús, tiene su misión en la comunidad shipibo-konibo Kakomacalla, a la cual se llega luego de 12 horas de viaje en lancha desde Pucallpa. Ella indica que su labor, más allá del trabajo pastoral, está enfocado en ayudar a la población a que tenga una vida digna.
“En estos territorios el estado está presente de manera ineficiente. Los servicios de salud y educación no operan las horas necesarias. Nosotras debemos gestionar medicinas y atenderlos cuando caen enfermos. Hay una vocación de llegar a los lugares a donde el resto no quiere ir”, indica.
La hermana Zully Rojas, de las Misioneras Dominicas del Rosario, cuya labor se centra en Puerto Maldonado y sus alrededores, cuenta que están abocadas a acompañar a las víctimas que son afectadas por la minería ilegal y la trata de personas en la región. “En estas comunidades, la iglesia sigue teniendo credibilidad y eso nos permite coordinar con las entidades del estado. Por ejemplo, ayudar con las denuncias en la fiscalía o participar como veedores”, señala.
Arroyo y Rojas también participan del sínodo que se realiza en el Vaticano como invitadas. Ellas consideran que si se promueve la igual de género dentro de la estructura de la iglesia, la labor que realizan se verá fortalecida. “La población no tiene problemas en reconocer el liderazgo de la mujer. Ahora se necesita que desde la iglesia haya más equidad para empezar a decidir y construir juntos”, señala Arroyo.