Alrededor de las 6:30 a.m. del 2 de enero del 2005, José Chávez Huamán recibió una llamada telefónica en el que le informaban que su hijo, el teniente PNP Luis Chávez Vásquez, había “caído” durante la violenta emboscada contra la comisaría de Andahuaylas a manos de los etnocaceristas encabezados por Antauro Humala. En paralelo, Adolfo Cahuana se enteraba por las noticias matinales que su hijo también era una de las víctimas. Han pasado más de dieciséis años desde aquella fecha, pero el dolor de las familias aún sigue intacto y lo sienten como si hubiera ocurrido ayer.
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