JUAN PABLO LEÓN ALMENARA
Los narcotraficantes de la selva central y el Vraem que envían cocaína por aire a Europa vía Bolivia han encontrado la manera de ahorrarse hasta US$40.000 por vuelo: hoy lo hacen embarcando la droga en la carretera o trocha que encuentran a su paso, reservándose la necesidad de alquilar o construir alguna pista de aterrizaje clandestina.
Esta semana, El Comercio constató doblemente cuán expuesto opera el negocio de la droga vía aérea. El viernes 7, un grupo especial de la policía detuvo una avioneta de matrícula boliviana con 325 kilos de alcaloide de cocaína en una trocha carrozable rodeada de sicarios armados en el centro poblado de Chorrillos, distrito Puerto Bermúdez (Oxapampa).
Unas 48 horas antes, en plena comunidad Progreso (Satipo), la policía detectó una avioneta lista para aterrizar y recoger el cargamento de estupefacientes, también en una vía transitada por vehículos.
El nivel de impunidad parece permitirles a los traficantes emplear como aeropuertos estas zonas habitadas y a plena luz del día, pues esta realidad se repite en diversas zonas de la selva de Pasco, Pichis Palcazú, Ciudad Constitución, Pozuzo y en el mismo Vraem, según la Policía Nacional del Perú.
“Recién la opinión pública está conociendo cuán cotidiana es esta realidad. Es tan habitual que los mismos centros poblados están involucrados en la protección de las avionetas y el cargamento de droga”, anota el especialista en temas de narcotráfico Rubén Vargas, quien advierte que hoy no son exclusivamente las grandes firmas de narcotráfico las que financian el envío de la droga.
“Ahora el negocio es mucho más abierto, son caseríos y clanes familiares los responsables. Ya no es necesario tener una pista de aterrizaje clandestina para trasladar la droga”, agregó Vargas, días después de denunciar que la mayoría de procesos por lavado de activos e investigaciones sobre narcotráfico contra clanes familiares están siendo archivados en el Poder Judicial.
Todo ello sucede mientras el Vraem y la selva central continúan siendo las zonas con mayor presencia policial y presupuesto en segurida por su situación de emergencia (S/.5 millones, solo para operaciones de interdicción), y al mismo tiempo, es tierra de mayor producción de cocaína y empleo de aeropuertos clandestinos.