La primera vez que Pedro Castillo Terrones encabezó un grupo de personas fue en 1990. Tenía 21 años y era alumno del Instituto Superior Pedagógico “Octavio Matta Contreras”, en la provincia de Cutervo (Cajamarca), donde fue elegido secretario interior del consejo estudiantil. Canalizaba los reclamos de sus compañeros ante las autoridades de la institución. Tras culminar sus estudios, empezó a ejercer la docencia; primero como profesor de educación primaria en un centro educativo del distrito de La Ramada, y desde 1995 en la escuela Nº104565 del caserío de Puña, en su natal Tacabamba.
Como él mismo ha señalado en su hoja de vida electoral, allí desarrolló su carrera hasta la actualidad. Llegó a ser director de la escuela, pero sobre todo fue maestro de quinto y sexto grado de primera. Pocas veces interrumpió su labor docente por grandes periodos; una de esas ocasiones es la reciente, cuando se convirtió en el candidato presidencial por el partido Perú Libre. La otra sucedió en el 2017, cuando cientos de profesores lo siguieron durante la huelga que paralizó las aulas por casi tres meses.
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De Puña a Chota: el sindicalista
En la década del 2000, Castillo dividía su tiempo entre la preparación de sus clases y la organización de las rondas campesinas de Chota, ya que era miembro activo de la Central Única de esa provincia cajamarquina. Hasta que la política apareció en su vida en dos frentes: la partidaria (en el 2002 postuló sin éxito a la alcaldía distrital de Anguía con Perú Posible, partido al cual se afilió formalmente en enero del 2005) y la sindical.
Asumió entonces la representación del magisterio en su jurisdicción como parte del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP). Este gremio, cuyo comité ejecutivo nacional (CEN) es integrado tradicionalmente por militantes de Patria Roja, ya era cuestionado por algunos profesores debido a su poca representatividad en regiones, así como por una constante cercanía con los Gobiernos de turno. En el 2003 apareció una facción conducida por Robert Huaynalaya, que se separó del CEN y se autodenominó Comité Nacional de Reorientación del SUTEP (Conare).
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Castillo –ya convertido en dirigente distrital– se topó con una profunda división entre los docentes, incluso aquellos que habían formado el Conare: Huaynalaya, considerado por el Ministerio del Interior (Mininter) como un radical por sus peligrosos vínculos con el Movadef (brazo político de Sendero Luminoso), se abrió de la facción (hacia una subdivisión conocida como Conare-Movadef) y fue reemplazado por Zenón Pantoja Fernández. Según testimonios recogidos por el semanario “Hildebrandt en sus trece”, Pantoja llegó a Chota en el 2011 y se convirtió en el “mentor” de Castillo.
De esa manera, el profesor de Tacabamba se incorporó al Conare. Para el 2013, ya había sido nombrado secretario del SUTE provincial de Chota y su labor sindical era conocida en la zona. De acuerdo con una nota de prensa del Gobierno Regional de Cajamarca, en agosto de ese año “despertó la indignación” de exdirigentes y maestros chotanos por la “actitud autoritaria” de su dirigencia. Lo acusaron de haber modificado el lema del sindicato (del clásico “por la unidad sindical clasista” a “por la línea sindical clasista”), un cambio que parece menor pero que –para los profesores aliados al CEN del SUTEP– representaba una clara vocación separatista y de simpatía por los lineamientos del Conare-Movadef. Al respecto, Castillo solo explicó que su labor estaba “orientada a reorganizar el gremio sindical”.
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De Chota a Lima: el rostro de la huelga
Había, pues, varios grupos que le disputaban la representatividad del magisterio al SUTEP oficial, cuyo CEN era el único reconocido por el Estado Peruano. Lo que sí tenían en común eran varios puntos en los pliegos de reclamos: el aumento del piso salarial docente, el incremento del presupuesto en Educación y la modificación de la Carrera Pública Magisterial (aunque algunos sectores pedían su derogatoria). También utilizaron las huelgas nacionales indefinidas para visibilizar estos pedidos.
El Conare organizaba estas medidas de fuerza a través de su Comité Nacional de Lucha de las Bases Regionales (CNL). Como presidente de este grupo, Pantoja Fernández condujo varias paralizaciones entre el 2012 y el 2015. En el 2016, Pedro Pablo Kuczynski asumió la presidencia y las diferencias con el Gobierno se agudizaron: varios dirigentes de esta facción veían a PPK como una persona sin arraigo popular que iba a relegarlos. La repentina salida de Jaime Saavedra del Ministerio de Educación (Minedu) en diciembre de ese año, después de haber sido interpelado por el Congreso de mayoría fujimorista, fue vista como una prueba de la inestabilidad del Ejecutivo; pero también representaba una oportunidad.
En marzo del 2017, el CNL del Conare le envió su pliego de reclamos a la nueva ministra Marilú Martens. El documento incluía ocho requerimientos del gremio (derogatoria de la Ley de Reforma Magisterial, rechazo a la “privatización” de las escuelas públicas, reposición de maestros despedidos, pago de la deuda social, aumentos salariales, etc), pero también una exhortación para que se establezca un “trato directo”. No iniciaron acciones; hasta que una naciente facción sureña se les adelantó: el Sute Regional (SUTER) del Cusco, encabezado por Ernesto Meza Tica, convocó una huelga nacional indefinida desde el 15 de junio.
Si bien esta medida comenzó como una protesta local, pronto se sumaron diversas representaciones de Tacna, Moquegua, Puno, Cerro de Pasco, Ayacucho, Huancavelica y Lima. Meza Tica, quien era vinculado con el movimiento maoísta Puka Llacta, se volvió protagonista de la lucha magisterial. Así, el 17 de junio del 2017 el Conare celebró una “convención nacional” donde eligieron al nuevo presidente de su Comité Nacional de Lucha y su apuesta para ponerle un rostro a las necesidades del gremio: Pedro Castillo Terrones. Su primera acción como dirigente nacional fue enviar un oficio al Minedu, donde informaba que su facción comenzaría una huelga indefinida desde el 12 de julio.
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Sin embargo, su nombre no sonó en los medios capitalinos hasta agosto de ese año, cuando llegó a Lima. Se reunió con Martens el día 3, y en un video emitido posteriormente se le escuchó pidiendo a la ministra que emita una resolución que certifique el trato directo con su facción. En caso contrario, no iba a deponer la paralización. “Tuvimos un diálogo de más de tres horas con Castillo, pero nunca quiso trabajar en su pliego de reclamos. Lo único que buscaba entonces era el reconocimiento oficial de Minedu”, explicó Martens a El Comercio. Después de ese encuentro, el Ejecutivo anunció que se había acordado incrementar el piso salarial docente a S/2.000 desde diciembre del 2017, por lo que los maestros volverían a las aulas el 7 de agosto.
Lo segundo no sucedió. El 9 de agosto, Meza Tica suscribe un acta con el Minedu y suspende la huelga de los SUTER de Pasco, Lambayeque y Lima Provincias; una representatividad reducida en comparación a la que había alcanzado Castillo, quien ya encabezaba movilizaciones en el Centro de Lima y establecía nexos con algunos congresistas. Sumaban ocho regiones con el 50% de profesores en paro y más de 1,5 millones de escolares sin clases.
De Movadef a Fuerza Popular: el negociador
El 18 de agosto, con las protestas cada vez más violentas, Keiko Fujimori apareció en un video ofreciendo al Gobierno de Kuczynski las “facultades legislativas en el tema de Educación, que le permitan a usted y a su renovado equipo encontrar la solución efectiva al problema del magisterio”. El exparlamentario aprista Jorge del Castillo denunció públicamente que Fuerza Popular se comunicaba telefónicamente con Pedro Castillo mientras el Minedu negociaba con el gremio.
Solo unos días después, el entonces ministro del Interior, Carlos Basombrio, se presentó ante la Comisión de Educación del Congreso para informar sobre los nexos de los dirigentes del magisterio en huelga con el Movadef. Sobre Castillo, explicó que había sido elegido como presidente del CNL del Conare mediante el consenso de dos grupos ligados al grupo proterrorista, y que su facción realizaba sus actividades bajo la consigna programática de los aliados de Sendero Luminoso: “por la reorientación y reconstitución del Sutep desde las bases hasta el CEN”.
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Basombrío también detalló que, durante el evento donde asumió el liderazgo del CNL, Castillo estaba sentado junto a dirigentes del Conare y del Movadef como Lucio Ccallo Ccallata, Zenón César Pantoja y Edgar Tello Montes. “Si uno está en la mesa directiva de la unificación de los dos Sutep-Conare y lo eligen como el presidente del comité de lucha, no es porque sea un maestro que no tiene ninguna vinculación con ellos. [...] A mí personalmente me parece un elemento muy poderoso que estos señores hayan escogido como su representante a Pedro Castillo”, sostuvo.
A la mañana siguiente, Héctor Becerril y otros miembros de Fuerza Popular recibieron al dirigente sindical en el Congreso. Precisaron que escucharían los reclamos de los maestros, “a diferencia del Ejecutivo que los tildaba de terroristas”. Martens recordó así el episodio: “La bancada fujimorista jugó un rol poco leal. Cuando asistimos a la Comisión de Educación, Becerrill y otra colega suya afirmaban que yo no atendía a los docentes, repitiendo así el discurso de Castillo. Propusieron que se conforme un grupo de trabajo; les agradecí y pedí que se organicen las reuniones. Sin embargo, durante los encuentros el único partido que no asistió fue Fuerza Popular; mientras tanto se reunían en privado con Castillo”.
La crisis se prolongaba, aunque pronto se evidenció el desgaste y cansancio entre los manifestantes. El Minedu anunció que ya se habían hecho efectivos los descuentos salariales a 20 mil profesores de 15 regiones que mantenían la paralización. Finalmente, el 2 de setiembre del 2017, Pedro Castillo confirmó la suspensión de la huelga docente tras una decisión tomada en el Congreso Nacional Extraordinario de los SUTE regionales.
Así culminaron 55 días de protesta. No obstante, desde la Plaza San Martín el dirigente sindical advirtió –frente a los cientos de maestros que lo habían seguido, incluso algunos desde Chota– que la lucha no se detenía.
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