En el mar de Paita, como en tantas caletas pesqueras del país, los colores de cientos de embarcaciones pesqueras artesanales convierten el oscuro azul del mar en un arcoíris que da cierta alegría a los muelles. En cada nave -con un típico estilo chicha y cierto arte- sobresalen los nombres de cada unidad, el puerto de origen y el número de matrícula que identifique a la embarcación. Mejor dicho, cualquier matrícula que distraiga a la evaluación más perezosa de las autoridades.
Según el Ministerio de la Producción (Produce), en el país existen 18.550 embarcaciones de pesca registradas. Es decir, que cuentan con una matrícula y han pasado por los procesos de formalización necesarios. De estas, 16.912 naves son de madera, de las cuales 15.962 cuentan con un permiso de pesca vigente. De las casi mil naves restantes, 828 tienen este permiso cancelado, 44 han sido anulados y 59 están suspendidos.
Pero la realidad es que las cifras oficiales están muy lejanas a la realidad. El Comercio reveló esta semana la existencia de decenas de astilleros ilegales, donde se construyen embarcaciones de madera, pese a ser una actividad prohibida y aun cuando no existen procesos de formalización que permita inscribirlas.
Por medio del Decreto Legislativo 1392 se dio inicio al Siforpa II, un proceso de formalización para todos los armadores cuyas naves no contaban con una matrícula o habían sido modificadas en tamaño. Este proceso finalizó en julio de este año. En paralelo, aún está vigente otro proceso de formalización por medio de las cooperativas, habilitado por el Decreto Supremo 006-2016 de la misma entidad y dirigido a los pescadores de anchoveta y anchoveta blanca. En diciembre se dará fin a esta medida.
Entre los detalles
La matrícula de una nave es el elemento principal para que una embarcación pueda navegar. Esta tiene un orden lógico. Al inicio, van las siglas del puerto a la que pertenecen. En Paita, todas las matrículas de la zona inician con PT, por ejemplo. Seguido de las dos letras se lee el código numérico único para cada unidad, compuesto de cuatro o cinco dígitos. Finalmente, la matrícula cierra con dos siglas según el tamaño de la embarcación. En el caso de botes pesqueros -diferente a los buques pesqueros- puede ser ‘BM’ o ‘CM’. El resultado es el siguiente: PT-4321-BM.
Eslora: es el largo de la nave desde la parte delantera (la proa del barco) y la parte trasera (la popa)
Manga: es el ancho de la embarcación
Puntal: es la medición desde la parte más baja hasta la más alta del casco
Arqueo: el arqueo bruto define el volumen total de una embarcación, mientras que el arqueo neto refiere al espacio útil de la nave
Y es en las últimas dos letras que se esconde la maña de una inmensa cantidad de armadores no regularizados, por más que una simple búsqueda en el registro de embarcaciones sea suficiente para desenmascarar la mentira. En el mundo naval se emplea el término de ‘arqueo bruto’ como una forma de medir el volumen de una nave. Si una embarcación artesanal o de menor escala tiene un arqueo bruto entre 13,30 y 70,48, debe llevar las siglas ‘CM’. Las naves más pequeñas, menor de 13,30 de arqueo bruto, emplea ‘BM’.
El Comercio recorrió entre la inmensa cantidad de naves acodadas entre sí en el Muelle Fiscal de Paita. Lo evidente fue registrado por este diario. Embarcaciones del mismo tamaño y capacidad, incluso de los mismos dueños, pero con denominaciones diferentes en la matrícula con respecto al arqueo bruto. Las naves más grandes compartían BM con las más pequeñas. Incluso, una búsqueda rápida en la lista de Dicapi revela que las dimensiones reales de muchos botes no corresponden en lo absoluto. Todas estas son estrategias que permite a los armadores a construir barcos -pese a su prohibición- y camuflarlos con matrículas reales. Incluso, les permite adquirir embarcaciones de mayor tamaño, ampliando la capacidad de pesca.
Al descubierto
‘Jehová es Dios’ es una de las tantas embarcaciones en el Muelle Fiscal de Paita. Está pintada de azul y turquesa. A su lado está ‘Siempre Graciela’, de tonos azulinos más oscuros y verde. Tienen el mismo tamaño, flotan al mismo nivel. Según la Dicapi, la primera embarcación tiene un arqueo bruto de 33,76 -por lo que lleva una CM en su matrícula-, una eslora de 12,5 metros y una manga de 5,40 metros.
‘Siempre Graciela’ –que en papeles se llama Amor de mi Padre- es casi idéntica a su compañera. Pero el registro niega lo evidente. Para la Dicapi, esta nave tiene un arqueo bruto de 6,62, una eslora de 8,38 metros y una manga de 3,16. Es como si un bus interprovincial esté registrado con los datos de un sedán.
Recién pintado, con el casco limpio y con las huellas de la maniobra para ingresarlo al mar, la nave ‘Jesús Roca Mia’ flota, demostrando ser una de las embarcaciones de casco de madera más grandes de la zona. No es de Paita, es de Zorritos. Es común que los barcos de diversas partes del norte y el país se construyan cerca a Paita, cuenta a El Comercio Carlos Yenque, gerente de la Sociedad Nacional de Pesca Artesanal (Sonapescal).
Al igual que las tres anteriores, pertenece a la familia Querevalú. Es una nave de importante tamaño, pero en papeles se la identifica con un arqueo bruto de 3,98 y una eslora de 7,20 metros. La manga debería ser de 3,15 metros. Frente a nosotros, ‘Jesús Roca Mia’ mostraba sus más de diez metros de largo, una manga que marcaba el doble de lo estipulado. Su matrícula es ZS-23760-BM.
Pero la nave más llamativa que registró este Diario es de Paita y se llama ‘Milagro de la Luz Victoria’, registrada bajo la matrícula PT-37150-BM. Un monstruo al lado de las embarcaciones acodadas a su lado. El casco aún mantiene la pintura nueva y no tiene rastros de humedad ni uso. Los pescadores del lugar advierten que la nave había tocado agua por primera vez pocos días atrás.
Según la información inscrita en la Dicapi, el arqueo bruto de esta nave es de 5,15. La eslora -de acuerdo a lo que dicen los papeles- es de siete metros y medio. Su manga debería tener 3,10 metros de ancho. El último certificado de esta embarcación corresponde a noviembre del 2015, cuando se emitió un certificado de seguridad. De acuerdo con el Ministerio de Producción, esta embarcación está habilitada para pescar pota y perico, al estar escrito bajo el régimen del Decreto Supremo 006-2016-PRODUCE. Este permite la formalización de los pescadores por medio de las cooperativas -paralelo al camino del DL 1392- y tiene margen hasta diciembre de este año.
Descargando mercadería se encontraba otra embarcación originaria de Zorritos. Es blanca en su mayoría, con algunas partes en turquesa. Nuevamente, las siglas BM en su matrícula (ZS-54066-BM) llaman la atención. Esta matrícula le corresponde a una nave de 5,30 metros de eslora, 1,70 metros de manga y un arqueo bruto de 0,73, dimensiones que no corresponden a la realidad.
Informalidad sin control
El Comercio consultó con el capitán de navío Roberto Teixeira, director de la Dirección de Control de Actividades Acuáticas de la Dicapi, quien afirmó que estas acciones se están llevando a cabo. “Sí, eso existe. Justamente, el proceso de formalización del Siforpa II y de las cooperativas busca sincerar el tamaño real de las embarcaciones que este ostentan matrículas que, por un lado, no sabemos si [le corresponden] o están suplantando otra matrícula”, dispuso el comandante de la Marina de Guerra
Asimismo, Teixeira confirmó que “el otro lado [de esta situación] es que siendo dueños de esa matrícula en el papel, han ampliado las medidas reales su embarcación”. “Las personas y armadores hacen caso omiso a los regímenes de formalización, que son el Decreto Supremo 006-2015, que pertenece al plan piloto de cooperativas, y al Decreto Legislativo 1392, que caducó el 31 de julio de este año”, mencionó Yenque.
Respecto a los altos índices de informalidad, el marino refirió que “la informalidad en el sector [de la pesca artesanal] es relativamente alta”. Incluso, Yenque estimó que solo el 10% de los pescadores realizan el proceso para solicitar el permiso de zarpe. “Podemos hablar de tres tipos de informalidad. Primero está la embarcación informal, que sucede cuando esta no tiene sus documentos en regla. Luego tenemos la informalidad de la tripulación. La gente que está bordo de una embarcación también debe ser formal, debe contar con sus documentos que los acredite como pescadores. También tenemos la informalidad en la operación. Es decir, cuando una embarcación sale a pescar sin permiso de zarpe”, resaltó el directo de capitanías.
Teixeira comentó que -solo en el 2023- la Dicapi ha llevado a cabo 797 operativos de manera independientes para fiscalizar que los pescadores cumplan con todos los requisitos. Asimismo, de la mano con el Ministerio de la Producción, se han desarrollado otros 232 operativos, logrando incautar 73.371 kilogramos de pesca. “Donde más le duele a esta informalidad es cuando se le decomisa”, sostuvo el naval. “Tenemos la capacidad [para fiscalizar], pero no es una capacidad [operativa todo el tiempo] al 100%. Es aleatoria y concentrada en algunos momentos y zonas”, resaltó el comandante, mientras que el gerente de Sonapescal resaltó los altos índices de corrupción entre pescadores y autoridades.