Gladys Pereyra Colchado

Carlos Periche detiene el motor de su bote y mira hacia la orilla – ya pequeña por la distancia– para buscar los tres puntos que ha marcado en su mente: el ángulo de la sombra del faro en el cerro, la intersección de dos plataformas de petróleo, la porción del tanque de agua que se ve a lo lejos. Su cabeza funciona como un GPS y si el cálculo de esas referencias imperceptibles para cualquiera es correcto, ahí están los peces. O al menos deberían.

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