Rita Suaña nació hace 42 años en una isla de totora llamada Ccapi urus, ubicada sobre el lago Titicaca. Tiene tres hijos y es la primera mujer que se convirtió en alcaldesa de su centro poblado flotante: Los Uros.
—¿Qué recuerda de su infancia en Ccapi Urus?
Papá y mamá tuvieron 12 hijos: 10 mujeres y dos varones. Éramos una familia numerosa y pobre. Desde niños, salíamos a recolectar huevos de aves, a cortar totora y a pescar en el lago Titicaca. Era nuestro único sustento. Cuando había poco viento, podíamos sacar hasta 50 peces. Una parte servía para hacer trueque por papa, habas, chuño y trigo en las penínsulas quechua y aimara.
—¿Cómo hicieron sus padres para mantener a tantos hijos con la pesca?
Sufrían mucho. Mi padre solo logró que la hermana mayor fuera a la universidad. Al acabar la primaria, él me dijo que ya no seguiría dándome estudios, porque estaba muy cansado y ya no podía pescar. Yo deseaba seguir en el colegio y luego ser abogada para defender los derechos indígenas. No se pudo.
—Usted es la primera mujer en ocupar el cargo de alcaldesa de Los Uros. ¿Por qué se animó a postular?
Cuando fui regidora (2007-2010) del centro poblado menor de Los Uros vi de cerca el trabajo de ser alcalde. Entonces, comencé a preguntarme si una mujer podía gobernar. Formé mi movimiento al que llamamos Ayne, una palabra aimara que significa ‘apoyo mutuo’. Ganamos en todas las mesas de votación. Sin embargo, un grupo de hombres de mi pueblo no aceptaba que una mujer los gobierne. Hicieron muchas protestas, me amenazaron, me difamaron, hicieron cosas horribles.
—¿Qué fue lo peor?
Un 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer, 18 hombres, entre ellos varios ex candidatos, me encerraron en el municipio para exigir que renuncie. Nunca voy a olvidar ese día. Ellos estaban enojados porque una mujer había logrado que el Ministerio de Energía y Minas instalara paneles solares en todas las islas flotantes [se le quiebra la voz].
—¿Protestaban contra usted por ser mujer?
Ellos decían: “¡Qué van a decir los demás pueblos! ¿Que una mujer nos manda?”. Hay discriminación y machismo. Por eso, muchas mujeres no se atreven a ser autoridades.
—Su gestión municipal termina este año. ¿Qué sensación le deja haber sido la primera alcaldesa de Los Uros?
Es bonito trabajar y luchar por tu pueblo. Ver que tus promesas se cumplen da una sensación de alegría. Pero, a la vez, se sufre mucho cuando te enfrentas a esa barrera machista. Felizmente no todos son iguales. Muchos hombres de mi pueblo me apoyaron.
—¿Qué fue lo primero que consiguió como autoridad?
Como ya te conté, logramos que se instalaran 500 paneles solares en todas las islas. Antes solo algunas familias tenían. También nos preocupamos por la contaminación del lago.
—Hay dos proyectos para descontaminar el Titicaca: plantas para tratar los desagües de Puno y hacer baños sostenibles para las islas flotantes.
He viajado siete veces a Lima para hablar en los ministerios sobre estos y otros proyectos que ayuden a cuidar nuestro lago. Esos viajes, a veces en avión y a veces en bus, los he pagado yo con la venta de mis artesanías. El municipio no tiene recursos.
—¡Con su dinero! ¿Cuál es el presupuesto de Los Uros?
No recibimos canon minero, tampoco presupuesto del Gobierno Central. Solo la Municipalidad de Puno nos transfiere S/5.400 mensuales. Este dinero se usa para mantener el Registro Civil y para el sueldo de una secretaria, un administrador, un asesor externo y dos trabajadores que en lancha sacan la basura del lago. Los regidores y yo trabajamos ad honórem.
—¿Participó en las gestiones para que Los Uros sea declarado como pueblo ancestral y originario?
Me reuní varias veces con las autoridades del Ministerio de Cultura para que nos otorguen ese reconocimiento, porque no somos un monumento; somos un pueblo vivo. Ahora estamos trabajando en la revitalización de nuestro idioma uro.
—¿Su idioma desapareció?
No desapareció. Lo que sucedió es que nuestros abuelos y padres viajaban a las zonas aimara y quechua para hacer trueque, como hasta hoy. Poco a poco, nuestra lengua uro se fue convirtiendo en una mezcla de los tres idiomas. Los niños no lo saben. Creen que solo están hablando aimara. Por eso el trabajo de revitalizar nuestra lengua debe empezar en las escuelas.
—Sin embargo, los profesores y los niños tienen muchos problemas para movilizarse hasta los colegios que están en las islas.
Sí, y por eso hicimos convenios con universidades. Donaron lanchas con motor para profesores, quienes ahora se encargan de recoger a los niños de sus islas para llevarlos a la escuela.
—¿Se seguirá dedicando a la política?
Mi sueño es seguir avanzando: ser regidora provincial, consejera regional y, por qué no, congresista.
—¿Conoce el Congreso?
Sí. Fui en el 2015 como alcaldesa. Al sentarme en uno de los escaños, me dije: “Algún día este será mi lugar”.