La minería ilegal es una de la actividades ilícitas más dañinas contra las personas y el medio ambiente, así como la que más pérdidas económicas generan al Perú (más de S/ 22.700 millones al año, según la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía). Pese al evidente impacto negativo, las acciones del gobierno para contrarrestarla parecen ser nulas, permitiendo que se adapte a diversos contextos, conquiste nuevos territorios y adquiera diferentes formas de operar.
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Si hacemos una radiografía actual de la minería ilegal en nuestro país podemos identificar dos escenarios muy bien establecidos: el auge de esta actividad ilícita en la zona andina y su desarrollo permanente en la selva peruana. Es decir, la extracción de oro principalmente en la zona de Pataz y la depredación voraz de la Amazonía por parte de mineros ilegales. Ambos poseen diferencias y similitudes entre sí.
El uso de dragas en la Amazonía
El impacto de la minería ilegal en toda la Amazonía involucra a gran parte de América Latina, siendo el más perjudicado Brasil debido a su extensión. En lo que respecta al Perú destaca lo que viene ocurriendo al sur en Madre de Dios y al norte en el Cenepa (Condorcanqui, Amazonas).
Dante Vera, experto en economías ilegales y director fundador de V&C Analistas, detalló a El Comercio que en Madre de Dios el principal problema está en que se ha desarrollado una minería aluvial, que tiene como maquinaria principal de extracción la draga. Este equipo, que puede estar instalado en una embarcación o tierra firme, se utiliza para excavar material debajo del nivel del agua y luego elevarlo hasta la superficie.
“El problema de esta mecánica de extracción de oro es que utilizan los ríos. De esta manera se van “comiendo” las riberas y produciendo un deterioro bárbaro sobre la biomasa que existe en la Amazonía. No solamente es la depredación de áreas forestales sino también la pérdida de los cauces de los ríos, la inundación de terrenos, el impacto sobre puertos, viviendas y vida de las personas”, sostuvo.
Asimismo, está el impacto directo al medio ambiente y la salud, pues como parte del tratamiento que recibe el oro y mercurio extraído se utilizan sustancias químicas para su procesamiento. Estas contaminan no solamente a los trabajadores sino también a sus familias y poblaciones entorno a ellas. Incluso, hay estudios que demuestran cómo la contaminación del mercurio afecta a kilómetros de distancia y sobre todo contamina el agua.
Un segundo problema es que alrededor de esta minería ilegal en la selva se concatenan una serie de actividades criminales, particularmente la trata de personas, el tráfico de armas, el contrabando (mercurio de Bolivia hacia el Perú y oro de Perú hacia Bolivia, Brasil y Chile), la tala ilegal, entre otros. Esto hace que el problema en la Amazonía sea mucho más complejo.
“El Estado no tiene la la capacidad suficiente, ni logística, ni presupuesto, ni de personal para atacar de manera simultánea todos estos delitos. Por ejemplo, lo de la tala ilegal es sencillo de explicar: para que se siga produciendo minería ilegal tienen que deforestar la Amazonía”, dijo Vera.
Y un tercer problema de la minería ilegal en la selva, principalmente en Madre de Dios, es que ya no solo hay organizaciones de mineros ilegales que se disputan las fuentes de agua, los ríos, las dragas, el transporte, la comercialización, el procesamiento del oro; sino que han aparecido organizaciones criminales transnacionales que manejan ahora gran parte de esta actividad ilícita.
“Lo que se sabe de Madre de Dios es que ya están presentes organizaciones vinculadas al Brasil, entre ellas el Comando Vermelho, una de las bandas de delincuentes más fieras que controlan este tipo de negocios. No solo hablamos de minería ilegal, sino de trata de personas, usurpación, sicariato y más delitos. Incluso, en Madre de Dios también podemos hablar de otras organizaciones de este tipo, por lo que el escenario que se puede presentar es una posible disputa violenta armada entre estas organizaciones criminales para controlar este “mercado””, explicó Vera.
Entre los años 2001 al 2020 se han perdido 2 millones 636.585 hectáreas de bosque en toda la Amazonía en su conjunto. Es decir, un promedio del 8% anual de este ecosistema. Sin embargo, a la fecha, esta cantidad de hectáreas afectadas fácilmente debe ya haber superado los 3 millones.
Además, solo en el año 2020 se perdieron cerca de 200 mil hectáreas, siendo la tasa de pérdida de bosques más alta de los últimos años. La tendencia va en aumento.
En lo que se refiere al corredor minero de Madre de Dios, entre el 2021y el 2022 se han perdido 14 mil 117 hectáreas deforestadas.
Extracción de oro en zona de frontera
En declaraciones a El Comercio, el experto en temas de seguridad Rubén Vargas, ha señalado que existe un tránsito impune libre de la minería ilegal en el Tambo y el Cenepa, en la provincia de Condorcanqui, en la región Amazonas. Por allí transitan vehículos pesados trasladando oro ilegal y sin control.
Puntualmente, en el caso del Cenepa, su característica esencial es que se trata de un distrito que comparte frontera con el Ecuador. Es en este punto que se encuentra la Cordillera del Cóndor, donde para llegar a pie desde Santa María de Nieva, capital del distrito, uno puede tardar hasta siete días. Asimismo, si decide irse por río, llegar a la zona también es difícil.
“El Perú es terreno fértil para todas las estructuras criminales. Aquí crecen, florecen y se desarrollan en torno a las economías ilegales. Todas las estructuras criminales que giran en torno al negocio de la cocaína, giran en torno al negocio de la minería ilegal y trata de personas”, apunta Vargas.
Del lado ecuatoriano otra es la historia. Desde este sector hay un fácil acceso a las partes altas de la cordillera. En la cima, en el lado peruano, se encuentra el centro poblado del Tambo. Lo que viene ocurriendo allí es una infiltración de mineros ilegales ecuatorianos que llegan y hacen socavones (minería filoniana) para extraer oro sin ningún control, para luego llevárselo en volquetes vía una trocha que ellos mismos han hecho en plena selva hasta un punto que se llama La Herradura, en territorio ecuatoriano donde procesan el mineral.
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“Hay un puesto de vigilancia del Ejército en el Tambo, pero es muy precario. En el lugar estuvo la mina Afrodita, que la población la rechazó, y se han quedado sus concesiones. Sobre estas es que extraen el oro los ilegales ecuatorianos y también mineros ilegales peruanos. El Estado peruano no ha tenido una política fuerte y sostenida al respecto. Se han realizado operativos militares, policiales, pero luego que terminan se vuelve a las mismas andanzas”, explica Dante Vera.
El distrito del Cenepa tiene otra característica muy importante, es un territorio donde viven milenariamente los pueblos Awajún, en la parte de Santa María de Nieva y el Cenepa, y el pueblo Wampis sobre todo en la parte del Río Santiago. Hablamos de un territorio mayoritariamente indígena.
Los mineros ilegales procedentes de Ecuador, Colombia o de la costa peruana, ya sea por ofrecer una buena cantidad de dinero, amenazas o cualquier otra razón, han logrado ciertos acuerdos con un número de Apus (jefes de las comunidades). Esto ha provocado una división en el pueblo awajun: algunos se han aliado a los mineros ilegales y declaran su necesidad de tener ingresos, mientras que otros no han aceptado y los rechazan.
“Hay riesgo que haya un enfrentamiento de un sector del pueblo awajún contra el otro sector. Y cuando el pueblo awajún desata la violencia, hay antecedentes históricos, es terrible. Varios expertos venimos alertando que si no se toman medidas por parte del Estado vamos a tener un escenario sumamente violento en esta zona porque las organizaciones nativas están muy organizadas y decididas a enfrentar esta situación por sus propias manos”, advirtió el experto.
Lo mismo está ocurriendo con el pueblo Wampis, en el río Santiago, en donde hace años se viene denunciando la presencia de mineros ilegales y no hay ninguna acción de parte del Estado. Vale precisar que tanto los Awajún como los Wampis son pueblos totalmente olvidados. Sus ingresos son mínimos. No hay ningún tipo de servicio público en esta zona del Cenepa; el Estado no está presente ahí. Cierto también es que estos pueblos no han tenido una alternativa para saber qué hacer con el recurso del oro. Mineral que abunda en esa zona.
Fiebre del oro y crimen organizado en Pataz
En el ámbito andino, el epicentro hoy en día de la minería ilegal es Pataz (La Libertad). Hubo un hecho muy significativo que fue la quiebra de la empresa minera Quiruvilca ya varios años atrás. Al irse dejó abandonada la explotación, por lo que todos sus trabajadores se convirtieron en mineros informales. Si bien es cierto algunos pueden encontrarse en proceso de formalización, otros simplemente continúan siendo ilegales.
Al respecto, el experto en temas de seguridad Pedro Yaranga indicó que en los últimos tiempos ha aumentado la presencia de bandas de ‘parqueros’ (delincuentes del sector minero) en Pataz y alrededores, provenientes de Venezuela, Colombia y Trujillo, y que son contratados por empresarios de la zona.
“Se han identificado bandas como el Tren de Aragua, Los Pulpos, La Jauría. Ellos actúan con armas de corto y largo alcance. Dentro de su modalidad está desaparecer los cadáveres en los mismos socavones”, sostuvo.
A esto se suma la existencia de familias que por muchos años manejaban todo lo relacionado a la minería ilegal en la zona. Sus dominios abarcaban las zonas altas de La Libertad, Pataz, Otuzco y Huamachuco. “Estas familias hacían una extracción ilegal del oro y tenían un sistema de dominio sobre la población vía amenazas, extorsión, etc. Eso siempre se supo, pero el Estado peruano y los gobiernos locales no hicieron nada”, expuso Vera.
Luego surgió la mina Poderosa, la única formal en la zona. Esta decidió invertir en la extracción de oro al tratarse de una zona muy rica en este mineral y se convirtió en la principal empresa productora y extractora de oro en el norte. “Sin embargo, al estar en medio de minería informal e ilegal lo que hizo fue proponer un contrato de sesión con los mineros más cercanos en el cual la empresa los ayudó a formalizarse, a cambio de que la producción de estos mineros formalizados fueran comprados por la empresa. Esto ha sido desde el 2012 y hasta la fecha ha funcionado”, detalló el especialista.
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La minería ilegal en esta zona de Pataz es así: los mineros abren un socavón (excavación en la ladera de un cerro formando una galería subterránea), buscan oro y lo extraen. Al agotarse el mineral, hacen otros socavones y siguen buscando. En tanto, para transportar el oro hacia la costa, los ilegales se enfrentaban en los caminos a asaltantes, por lo que decidieron contratar a delincuentes de la costa como “seguridad”.
“Bajo este esquema ha habido muchos muertos. Se dice que en cada socavón por lo menos se encuentran dos o tres cadáveres que nunca se supo que estaban allí. Una violencia tremenda una violencia oculta. La vida en esa zona no cuesta nada”, grafica Vera.
Tal como lo afirma Yaranga, en ese ambiente es que aparecen bandas criminales transnacionales, vinculado a otros fenómenos reciente como el tráfico ilegal de inmigrantes por la frontera con Ecuador. Personas provenientes de Venezuela, Colombia, Haití llegan al Perú, de manera ilegal, con destino a Chile y Argentina. Los que se quedan se han ido instalando en diversas ciudades, centros poblados y capitales desde el norte hasta el sur del Perú.
“Los delincuentes han sido enviados por sus organizaciones criminales, principalmente el Tren de Aragua, para ampliar su mercado de negocios. Empezaron primero con la trata de personas. Después iniciaron con el cobro de cupos, la usurpación de terrenos, pero han descubierto que el precio del oro está tan atractivo que se han propuesto como objetivo, según una hipótesis que tenemos varios expertos, el controlar el negocio del oro ellos directamente”, agregó Vera.
En ese sentido, agregó que podría estarse dando un proceso en el que si no detenemos a esta gente vinculada con mafias pueden terminar controlando el negocio del oro. Eso significa enfrentar a la única empresa formal que existe en la zona que es la empresa Poderosa. “Si eso ocurre estaríamos en una situación muy complicada como país. ¿Qué pasas si lo de Pataz se reproduce en otros puntos del ande peruano? Sería una tremenda catástrofe”, añadió.
Consecuencias
Vera considera que el peligro latente en la minería ilegal es la participación cada vez más fuerte de organizaciones criminales transnacionales. Si esto se consolida en Pataz, Madre de Dios, el Cenepa y otros lugares del país, manifestó que se tendrían territorios totalmente bajo el control de estas bandas, con dominio de la población mediante actos de terrorismo y controlando la principal fuente de ingreso que es la minería de oro, ya sea por socavones o dragas.
Por otor lado, sostuvo que esta actividad ilícita no se podría explicar sin mencionar también las vías de traslado de minerales o conectividad que hay entre la Amazonía y los andes peruanos con la costa.
“Esta mercadería tiene que salir y lo hace por los ríos hacia Ecuador o por pistas aéreas, al igual que el narcotráfico, hacia Bolivia o Brasil. Sin embargo, también buscan salir y de manera prioritaria hacia la costa para llegar a los puertos”, detalló.
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Vera explicó que estas organizaciones criminales tienen el objetivo principal de establecer redes y controlar áreas estratégicas en los puertos. El puerto del Callao es una de las plataformas más importantes de exportación de narcotráfico, minerales, contrabando; pero el nuevo objetivo de estas redes delincuenciales es controlar otro puerto: el de Paita (Piura).
“No podemos nosotros entender esta catástrofe y estos epicentros de minería ilegal si es que no miramos hacia el océano, hacia los puertos. No estamos ante un problema solamente nacional, estamos ante un problema transnacional, en el que es necesario la lucha total contra la corrupción y un verdadero liderazgo político”, resaltó Vera.