Lourdes Fernández Calvo

Cinco fallecidos y nueve personas heridas. Ese es el saldo de la matanza cometida por Eduardo Romero Naupay (32), quien con dos armas de fuego disparó a quien se atravesaba en su camino en los distritos de Los Olivos e , el viernes último. ¿Está nuestro sistema de salud mental preparado para prever actos de este tipo?

Aquel día del 2015, antes de acudir a la fiesta de cumpleaños de su tío, Cristina tomó cerca de treinta pastillas de clonazepam. Las ingirió sin agua, como si fuesen caramelos de menta. Abrazó a su mamá y despertó tres días después en la casa de sus abuelos.

No era la primera vez que Cristina, de 16 años, intentaba suicidarse. Lo venía planeando desde el 2014, cuando aquellas voces aparecieron en su cabeza. Llegó a pesar 40 kilos (alcanzando la anorexia) y empezó a hacer del llorar a solas un hábito. “Regularmente, estoy triste. El porqué casi nunca lo sé, pero paro llorando encerrada o cosas así. Me siento sola, como que nadie me entiende”, dice. Habla con la mirada fija en el vacío.

Su diagnóstico: episodio depresivo grave con síntomas psicóticos. “Yo no sabía que la depresión era una enfermedad. Creía que era algo pasajero. Ahora sé que una persona puede morir por depresión”, revela Paola, madre de Cristina. La adolescente primero fue llevada al Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, pero luego fue derivada al Centro de Salud Mental Comunitario de Carabayllo.

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A este mismo local, instalado en un rincón del estadio municipal Ricardo Palma, llega todas las semanas Bertha Huaroto con su hijo. “Es hiperactivo, solo está tranquilo cuando duerme”, relata. El niño ha sido diagnosticado con un retraso mental leve. Tiene 12 años, pero actúa como uno de 9. Debido a su enfermedad, deberá estar medicado durante toda su vida. Bertha intuye que su adolescencia será complicada, por eso lo inscribió en las clases de karate que da el municipio “para que aprenda a defenderse”.

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Como ellos, 917.091 personas han sido atendidas por trastornos de –durante el 2016– en algún establecimiento del Ministerio de Salud (Minsa). Unos 58 mil pacientes más de los que recibieron ayuda médica en el 2015, y 200 mil más de los que fueron atendidos en el 2014.

Pero la demanda es aun mucho mayor. Según el director ejecutivo de la Dirección de Salud Mental del Minsa, Yuri Cutipé, con este casi millón de pacientes se alcanza apenas el 45% de cobertura de personas con trastornos mentales. Es decir, hay por lo menos un 55% que está desatendido. “Antes la cobertura era mucho más baja. La mejor [atención] era en Lima y no llegaba ni al 20%”, refiere Cutipé.

En los centros de salud del Minsa, se atienden las personas que cuentan con el Seguro Integral de Salud (SIS) o quienes pagan por las consultas. En el caso de Essalud, las atenciones son menores: solo en el 2015, según el último reporte del seguro social, se registraron 190.185 consultas externas en salud mental; 25% más con respecto al año anterior.

—Atención comunitaria—
En junio del 2012, durante el gobierno de Ollanta Humala, se promulgó la Ley 29889, con la cual se garantizaban los derechos de las personas con problemas de salud mental y se establecía una reforma en la atención integral de estos pacientes.

Sin embargo, pese a que la norma debió ser reglamentada en un plazo máximo de treinta días, ello recién se concretó en octubre del 2015. Según Yuri Cutipé, además de la disponibilidad de psicofármacos en los centros de salud (antes solo se entregaban en hospitales), el reglamento tiene un gran aporte por destacar: la creación de los centros de salud mental comunitarios.

“El Perú es uno de los últimos países de la región que continúan con el modelo de atención basado en hospitales psiquiátricos. Por eso, se ha implementado la red comunitaria de servicios, que brinda atención personalizada”, explica.

Estos centros cuentan con especialistas y ofrecen atención ambulatoria a los pacientes de la jurisdicción en la cual han sido implementados. El de Carabayllo fue el primero de los 29 centros que funcionan desde el 2015 en Lima y en otras regiones como Ayacucho, La Libertad, Lambayeque, Moquegua, Callao, Piura y Huancavelica.

El Minsa ha anunciado que este año se implementarán 11 más en diferentes regiones. Solo en el 2016, los centros han atendido a 30 mil personas; de las cuales, el 60% son niños y adolescentes que sufren ansiedad, depresión y estrés.

—Prioridad: el paciente—
La especialista en psicología comunitaria Miryam Rivera Holguín recuerda que en países como España, Argentina, Chile y Brasil se han ido cerrando los manicomios, y por ello saluda la creación de los centros de salud comunitarios. Sin embargo, opina que aún falta mucho camino por recorrer.

La experta considera que el siguiente paso tiene que ser el reconocimiento de los pacientes como los protagonistas, sin estigmatizarlos como simples receptores de un tratamiento. “Ellos están enfermos, no se inventan lo que les pasa”, advierte.

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