Martín Acosta González

La muerte de una persona es una experiencia traumática para su entorno. Si esta desaparición se da por medio de un , el golpe es aún más duro. Según un estudio publicado por la Sociedad Española de Psiquiatría, por cada persona que se quita la vida puede haber hasta 135 individuos en duelo. En años en que la tasa de suicidios ha superado los 700.000 casos (OMS, 2019), el duelo ha llegado a 100 millones de personas. Familia, amigos y compañeros que en muchos casos también han tenido ideación suicida. Ello lo convierte en un problema de salud pública.

Álvaro Valdivia Pareja es psicólogo clínico con especialidad en suicidología, una disciplina nueva para Latinoamérica, pero cuyos primeros estudios se remontan a 1967, cuando el psicólogo Edwin Scheidman profundizó sobre este problema a través de teorías, estudios y libros.

Un individuo con ideas suicidas, sostiene Álvaro, no busca morir, sino dejar de sufrir. Antes de tomar esta determinación, estos hombres y mujeres han intentado una serie de cosas para sentirse mejor: ir a terapia, hablar con un amigo, viajar, etc. Sin embargo, cuando pasa mucho tiempo y ello no funciona, es que intentan detener el dolor con la muerte. Por ello, señala, es importante que quienes estemos a su alrededor podamos identificar signos de alerta, a través de la empatía y la validación de sentimientos.

"Es básico y sumamente importante que la gente sepa que el suicidio implica sufrimiento"

Álvaro Valdivia Pareja. Psicólogo Clínico - Suicidólogo

—Existe una serie de estigmas sobre el suicidio, por ejemplo, que sus protagonistas tienen debilidad de carácter.

Esa idea de debilidad de carácter o ideas en general invalidantes con respecto a la salud mental de las personas son problemas graves. Es básico y sumamente importante que la gente sepa que el suicidio implica sufrimiento. Implica el sufrimiento de la persona que lo está pensando por algo que le ocurrió en el pasado o algo que le está pasando en el presente. Por ejemplo, una relación difícil o alguna situación complicada que esté viviendo, o por lo que se imagina que le podría pasar en el futuro. En estos tres escenarios lo que hay es sufrimiento. Cuando uno entiende eso, automáticamente piensa, no se trata de debilidad de carácter, no se trata de una situación de alguien que esté llamando la atención, sino de alguien que ha intentado hacer muchas cosas para sentirse mejor.

—No es, entonces, una decisión repentina.

En realidad, cuando la gente sufre, lo que intenta son cosas para sentirse mejor. Por ejemplo, ir a terapia, hablar con un amigo, viajar, en general hacer algo con lo que le pasa. Cuando pasa mucho tiempo y la persona se da cuenta de que sigue sufriendo, de que no se siente bien, es en ese momento cuando piensa en el suicidio como una estrategia de afrontamiento ante ese dolor. Es como una manera de ya no sufrir más, porque lo que buscan las personas con ideas suicidas no es morir, es dejar de sufrir.

Entonces nada tiene que ver con debilidad de carácter, tiene que ver más bien con la sensación de no poder hacer más para sentirse mejor. Eso es importante porque se utiliza como educación justamente para que las personas lo comprendan a nivel de salud pública. Por si tienen un amigo o un familiar que está pasando por una situación así.

"Lo que buscan las personas con ideas suicidas no es morir, es dejar de sufrir".

Álvaro Valdivia Pareja Psicólogo clínico y suicidólogo

—¿Qué es la suicidología?

La suicidología no es algo nuevo, es algo bien antiguo. Los primeros estudios de suicidología aparecieron en 1967, en un boletín que se llamaba “Boletín de suicidología”, hecho por Edwin Scheidman hace muchísimo tiempo. Ha llegado a Latinoamérica recién, pero como disciplina existe hace más de 50 años.

Básicamente, la suicidología se dedica a hacer un trabajo basado en evidencia para prevenir el suicidio y ayudar a las personas que han perdido alguien por suicidio. Entonces, se trabaja desde la investigación, la prevención primaria y la terapia.

Una de las cosas que nos enseñaban es justamente la importancia de ver el suicidio como problema de salud pública y no solamente como un problema de terapia.

—Entonces, el suicidio debe enfrentarse como una situación multicausal.

Lo que sucede es que nadie se suicida por una sola razón, sino por un cúmulo de factores. Lo que sí ocurre es que hay un detonante, una situación, lo que comúnmente llamaríamos la gota que derramó el vaso. Pero eso no significa que no haya una historia detrás o una secuencia de hechos que haya ocurrido antes.

"Nadie se suicida por una sola razón, sino por un cúmulo de factores".

Álvaro Valdivia Pareja Psicólogo clínico y suicidólogo

Las personas pueden suicidarse porque tienen problemas psiquiátricos y psicológicos, porque son discriminados por la sociedad, porque tienen problemas económicos, por falta de alimentación; por muchas razones, en realidad. Entonces, la multicausalidad implica eso, que hay diferentes razones por las cuales alguien puede suicidarse.

—¿Cómo ayudar a una persona con una ideas suicidas?

Lo primero es saber que la persona lo quiere hacer (suicidarse), lo que implica preguntarle. Hay personas que tienen mucho temor de preguntar porque piensan que preguntando están implantando la idea, lo cual no es cierto. Por ejemplo, si notamos algún signo de alarma, una manera de preguntar es de forma directa, si está pensando en acabar con su vida.

Si alguien tiene un poquito de reparo de hacerlo de manera directa, podría decir: “Otras personas en circunstancias así podrían pensar en suicidarse y quisiera saber si lo estás pensando ahora”. Es un poco más periférica la pregunta, pero te da la misma información.

Después, no juzgar a la persona y preguntarle qué podemos hacer para que se sienta mejor. Luego de eso, lo que es realmente muy importante es derivarla con tratamiento profesional. Igual, el cariño de las personas que nos quieren es un factor de protección superimportante, pero también la terapia basada en evidencia es importante. Es un conjunto de cosas que son funcionales y, cuando se combinan, suelen ser muy efectivas.

—Muchas personas asumen cosas e incluso invalidan las emociones de los demás.

Es muy común que, sobre todo en familiares directos, la gente asuma lo que otros sienten, pero nunca podemos asumir, hay que entender el dolor desde quien lo soporta. De pronto para mí algo no es doloroso, pero para otras personas sí. En psicología utilizamos el concepto de invalidación emocional o validación de emociones. Cualquier emoción es natural y es normal: alegría, celos, tristeza, envidia. Son emociones, pero por alguna razón se nos ha enseñado que las emociones más agradables son más permitidas de sentir. Por ejemplo, sentirse contento, sentirse enamorado es algo que nadie va a juzgar. Pero cuando nos sentimos mal, muchas veces nos dicen: “Oye, tienes que ser fuerte”, “no llores”, y eso es una invalidación emocional.

"Por alguna razón se nos ha enseñado que las emociones más agradables son más permitidas de sentir. Por ejemplo, sentirse contento, sentirse enamorado es algo que nadie va a juzgar. Pero cuando nos sentimos mal, muchas veces nos dicen: “Oye, tienes que ser fuerte”, “no llores”, y eso es una invalidación emocional".

Álvaro Valdivia Pareja Psicólogo clínico y suicidólogo

—¿Las emociones también se manifiestan físicamente en el cuerpo?

Por supuesto. La cólera se siente, en las manos; la angustia, en la garganta; la tristeza, en el pecho, etc. Entonces, cuando uno escucha a una persona que nos dice que se quiere suicidar, es muy importante validar lo que siente. Porque si le decimos: “Oye, no es para tanto” o “hay gente que la pasa peor”, es algo que puede asustar mucho a las personas.

—¿Cómo ser empático y hablarle a una persona con ideas de este tipo sin ser invasivo?

Esa pregunta es un poco más difícil, porque va a depender mucho de la conversación que se tenga. No todo el mundo se expresa verbalmente igual. Entonces, yo lo que podría sugerir es tratar de utilizar las palabras que está usando la otra persona.

A veces uno no sabe qué decir y créeme que un silencio respetuoso acompaña mucho mejor que un discurso de calidad. Quedarte callado y mostrar todo tu respeto y tu disposición de ayuda con tu lenguaje no verbal es mucho más potente que las palabras que puedas decir. Acompañar con tu presencia vale un montón.

—Hablaste sobre los signos de alarma, ¿cuáles son los más comunes y cómo identificarlos?

Lo más común es cuando una persona dice expresamente que se quiere suicidar o te dice de manera un poco más ambigua: “Quiero irme a dormir y no despertar”, “no quiero estar acá” o también alguna frase que incluya la muerte como una posibilidad.

También hay otras conductas que llaman la atención, por ejemplo, darte las claves de sus cuentas, tu contacto de legado, dejar un testamento en vida, comportamientos que apuntan a una muerte, cambios en el estado de ánimo o retraimiento social.

En el caso de las personas que tienen diagnóstico psiquiátrico cuando hay una crisis, por ejemplo, de esquizofrenia, de bipolaridad, etcétera, eso también puede llevar a mayor riesgo. La experiencia de trauma también.

—Hay un concepto muy interesante que has desarrollado antes, que son los primeros auxilios emocionales, ¿de qué se trata?

En realidad, es una aplicación de los primeros auxilios médicos en el terreno emocional, y lo que buscan como objetivo principal es que las personas que están viviendo una crisis logren calmarse. Para que una persona se calme, se buscan dos objetivos concretos. El primero, que su emoción, si es muy fuerte, baje un poco, no por invalidarla, sino que no sea tan intensa. Usamos escalas numéricas 1 del 10. Por ejemplo, si yo siento una cólera de 10 sobre 10, es mucho más probable que actúe mi cólera y haga algo que me podría arrepentir. Pero si siento mi cólera igual, pero en menor intensidad, por ejemplo, un 5 sobre 10, es mucho más probable que pueda calmarme más rápido. Entonces, el primer objetivo es tratar de que la persona estabilice un poco su emoción, que no sea tan fuerte.

El segundo objetivo es identificar cuáles son los problemas que están detonando la crisis, para ver si es que se pueden resolver. Muchas veces no se pueden resolver. Entonces lo principal es hacer que, por medio de los primeros auxilios psicológicos, que implican la práctica de mindfulness, un poco de respiración y otras estrategias, la persona logre calmarse.

Hay mucha evidencia sobre ello. Es como darle herramientas a las personas para que puedan utilizar y puedan hacer que esa emoción no sea tan fuerte.

—El suicidio no solamente afecta al individuo propiamente, sino también a su entorno, ¿cómo se afronta el duelo por suicidio?

No hay una metodología para el duelo, porque el duelo es la experiencia natural que uno tiene tras una pérdida. Pero lo que sí hay que entender es que, primero, perder a alguien es ya en sí mismo una experiencia muy traumática, como una bomba atómica que revienta y aplasta todo lo que hay. Lo segundo es que muchas veces sentimos un nivel emocional que nunca antes sentimos. Una vez una paciente me dijo: “Hay emociones que no tienen nombre, muy intensas y muy perturbadoras”. Entonces, hay que tener mucha paciencia, mucha calma.

Es normal que el duelo sea confuso. Es normal que un día estés bien, un rato mal. Son subidas y bajadas. Eso es algo que en realidad es muy común, porque es una experiencia de trauma. Las experiencias de trauma suelen generar hasta daños epigenéticos a nivel neurológico en el cerebro. El trauma es físico, no es solo emocional. Realmente daña estructuras cerebrales, el sistema nervioso, etc. Explicarlo no va a quitar los síntomas, pero por lo menos le da una explicación a lo que pasa en esos momentos.

"Lo que sí hay que entender es que, primero, perder a alguien es ya en sí mismo una experiencia muy traumática, como una bomba atómica que revienta y aplasta todo lo que hay".

Álvaro Valdivia Pareja Psicólogo clínico y suicidólogo

—Se dice que los adolescentes son la mayor población en riesgo por temas de suicidio.

Es una constante en el mundo entero. La adolescencia tiene una particularidad, que son los cambios que todo adolescente vive, que son muy complicados, porque se viven cambios hormonales, físicos, psicológicos, sociales, económicos, laborales. Todo a la vez es una bomba y creo que eso coloca a las personas en una situación de particular vulnerabilidad a desarrollar ideas suicidas.

Lo que está pasando es que los chicos de ahora se permiten validar sus emociones y los adultos que son invalidantes, cuando ven que alguien se permite llorar, se permite sentirlo, cataloga como dramático. Entonces ahí el error es de los adultos y no de los adolescentes. Es exactamente al revés.

—Finalmente, los medios tienen un rol preponderante al difundir problemas de salud mental y de suicidios concretamente, porque en definitiva son problemas de salud pública. ¿Cómo se debe informar?

La palabra suicidio debe ser utilizada, pero siguiendo los lineamientos de la OMS. Lo principal es consultar con un experto antes de sacar la noticia para ver cómo se va a dirigir. No colocar imágenes con morbo, con sangre. No dar datos personales, no ahondar en motivaciones, no especular de por qué se hizo. Tratar de, si se hacen entrevistas, hacerlo con mucho respeto. No estar insistiendo con preguntas de tipo: “¿Cómo te sientes’” a los sobrevivientes, por ejemplo.

Lo más importante es dar información sobre lugares de ayuda. Porque realmente la gente que ve estas prácticas probablemente se sienta mal. Y en lugar de generar un suicidio asistido, dando a conocer detalles, motivaciones, hay que dar a conocer canales de ayuda y servicio.

Álvaro Valdivia Pareja
Psicólogo Clínico - Suicidólogo
  • Licenciado en Psicología por la Universidad de Lima.
  • Máster en Ciencias Médicas, con especialidad en salud pública en el área de prevención del suicidio por el Karolinska Institutet de Estocolmo, Suecia.
  • Fundador y CEO de Sentido, Centro Peruano de Suicidología y Prevención del Suicidio.
  • Docente universitario.
  • Autor de los libros "Suicidología" (UPC, 2014) y "Retos clínicios y sociales del suicidólogo" (UPC, 2017).


Información de ayuda

Contenido Sugerido

Contenido GEC