En mayo del 2019, se promulgó la Ley de Salud Mental (Ley Nº30947). El objetivo era garantizar el acceso a los servicios de salud especializados y fortalecer la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación de la salud mental en el país.
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El documento publicado entonces se centra en la atención comunitaria y en el respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas con algún tipo de problema de salud mental. Casi un año después, en abril del 2020, esta ley fue reglamentada.
Si bien, a la fecha existen 229 Centros de Salud Mental Comunitaria a nivel nacional que ofrecen atención especializada y cuentan con psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales, entre otros, aún no se ha llegado a la meta establecida. Pese a los esfuerzos, los centros de atención comunitaria no se dan abasto y muchos de ellos tienen listas de espera. El plan menciona que se deberían tener unos 315 de estos centros para cubrir la demanda.
Además, en regiones, no todos cuentan con especialistas. Un mapeo de los centros de salud mental y los médicos especialistas realizado por la Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio con datos del libro Estado situacional de la depresión en el Perú, e información del Ministerio de Salud (Minsa) y el Seguro Social de Salud (EsSalud) revela que Lima concentra el 41% de establecimientos de salud y el 74% de psiquiatras colegiados.
Según el análisis, el 60% de las regiones solo tiene un servicio de salud mental (consulta ambulatoria, emergencia y hospitalización) por cada 100 mil habitantes. Ocho regiones no cuentan con uno de estos centros pertenecientes a EsSalud, mientras que 19 carecen de un establecimiento especializado perteneciente a una municipalidad - distrital o provincial -, de la sanidad de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional.
Por su lado, según afirma Risof Solís, investigador y profesor de la Universidad de San Martín de Porres, y uno de los autores del Estado Situacional de la Depresión en el Perú, los centros de hospitalización apenas llegarían a 12 a nivel nacional. Cuatro de ellos se encuentran en Lima: Instituto de Salud Mental Honorio Delgado Hideyo Noguchi, Hospital Víctor Larco Herrera, Hospital Emilio Valdizán, Hospital María Auxiliadora.
“El problema está en que si hablamos de dónde están los establecimientos que brindan atención en Perú estamos hablando de Lima, Chiclayo, Trujillo. Alrededor de estas ciudades, ni siquiera regiones, es donde se concentra la mayor parte de servicios”, afirma Solís.
Para el experto, esta situación implica que en primer lugar se tendría una falsa percepción que se está bien en determinadas cifras. Sin embargo, cuando se desagrega por región la situación cambia. “Hay una asimetría que ahonda más en las desigualdades de la población. Las personas de regiones no tienen el mismo acceso que hay en Lima. No tienen forma de atenderse”, advierte.
Este primer punto nos lleva a un segundo problema: el abandono de las terapias. Para Risof lo que sucede es que el sistema se concentra en las grandes ciudades o simplemente se abandonan las terapias debido a que ni siquiera se puede llegar los centros de salud.
Si bien, el experto sostiene que se ha aumentado presupuesto, que se ha estado trabajando, aún es poco para un sistema de salud que ha estado abandonado. “En general, para salud es muy poco lo que se da, pero cuando se da no hay un buen monitoreo o una buena supervisión. Eso también ha sucedido en salud mental”, recalca Solís.
Regiones sin suficientes especialistas
Risof Solís sostiene que el ideal es contar con al menos 2,5 psiquiatras por cada 100 mil habitantes. No obstante, solo 5 regiones cumplen con dicha tasa. La mitad apenas llega a uno. El análisis revela que en 15 regiones tanto el Minsa como EsSalud tienen menos de un psiquiatra por cada 100 mil habitantes.
En el caso del seguro social, en 6 regiones no hay ni siquiera un especialista. “Si los contamos de forma global, tenemos la cantidad de psiquiatras mínimo que se requiere, pero si lo vemos por cada región, la realidad es otra. Existen establecimiento muy bonitos, construidos en los últimos años, pero no hay personal”, menciona Solís.
En zonas sin especialistas, trabajan médicos generales o de familia. Si bien es posible que ellos puedan hacer las veces de especialistas, requieren de capacitación. Sin embargo, uno de los problemas es que, hasta la fecha, las guías de atención del Minsa están desactualizadas. Datan del 2008.
“Puede que uno no sea especialista, pero si se tiene una buena guía y tienes los insumos dentro del establecimiento es posible intervenir”, explica Solís. No obstante, afirma que no se tienen las guías actualizadas, ni equipos formados. “Se ha avanzado con ellos. Ha aumentado a nivel nacional de manera importante, pero aún es limitado. Todavía es muy pasivo”, asegura.
Este Diario se comunicó con el Ministerio de Salud para consultarles sobre la actualización de las guías, y envió consultas. No obstante, hasta el cierre de este informe estas no fueron respondidas.
Desde antes de la pandemia, la salud mental, ya era un tema urgente al que se le debía prestar la atención adecuada. El 20% de los peruanos ya sufrían de algún tipo de trastorno. A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó en dicho año que de no realizar ninguna acción, la depresión sería la primera causa de discapacidad en el mundo en el 2030.
Si bien, se han dado avances, aún hay enfermedades de salud mental que no cuentan con la atención requerida. El hijo mayor de Sofía Salazar tiene Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Según el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, este es un trastorno crónico que se caracteriza por la recurrencia de pensamientos incontrolables que pueden generar comportamientos repetitivos en el paciente.
Se estima que afecta al 3% de la población mundial. Es decir, más de 100 millones personas en el mundo tienen TOC. Pese a que es el cuarto trastorno psicológico más frecuente, incluso por delante de enfermedades como el trastorno bipolar o la esquizofrenia, Salazar afirma que incluso los psiquiatras que han atendido a su hijo no han le han mencionado que en los establecimiento no cuentan con los especialistas para atender las necesidades que una persona con TOC requiere.
La subespecialidad en TOC es mucho menos conocida. Estuvo meses esperando que se le pudiera hacer el cambio de un centro comunitario a un hospital en el que pudiera recibir atención más especializada. No obstante, los tratamientos o medicación especial que requiere su hijo deben ser cubiertos por ella y su familia.
“Hay enfermedades que están olvidadas y para las que no se tiene especialistas, ni tratamientos ni medicamentos. Tenemos una deuda con estos pacientes”, sostiene Solís.
Atención en el sector privado
La mayor cantidad de establecimientos con algún tipo de servicio de salud mental (consulta ambulatoria, emergencia y hospitalización) pertenece al sector privado: el 45%. De igual forma, la mayoría, el 56%, se concentra en Lima.
Pese a ello, los seguros privados aún tienen letras pequeñas para la atención de salud mental. La mayoría no cubre consultas psiquiátricas o se debe pagar una tarifa extra para acceder a estas o a la medicación requerida. Todo ello, a pesar de que la Ley de Salud Mental y su reglamento estipulan que deberían brindar una cobertura completa, sin discriminación y respetando los derechos humanos.
Para Solís, lo primero que se debe hacer es que el Minsa se convierta en un ente fuerte, desde el punto de vista técnico, pero también desde el punto de vista político, con el objetivo de pueda ordenar. “El Minsa, a través de este sistema, debe dar ordenamiento técnicos”, asegura. Este punto va de la mano con obtener mayores recursos. Si bien, se ha aumentado, aún se requiere más. Paralelamente, Solís recomienda mejorar el recurso humano: capacitarlo, entrenarlo y supervisarlo.
En el día de la salud mental, la Defensoría del Pueblo recalcó que “a pesar del reconocimiento de la salud mental como un derecho humano esencial en la vida de las personas, el país aún no cuenta con servicios fortalecidos, capaces de cubrir la demanda de atención de la salud mental de manera descentralizada, oportuna, de calidad y sin prejuicios”. Aún se requiere de un mayor esfuerzo para fortalecer y mejorar la salud mental en el país.