Tarapoto aún vive intolerancia a 25 años de matanza homofóbica
Tarapoto aún vive intolerancia a 25 años de matanza homofóbica
Redacción EC

JUAN PABLO LEÓN ALMENARA

Al domicilio de Ramiro Sánchez ya habían llegado dos advertencias. “El pueblo te repudia. Los maricones deben morir”, decía la primera. La segunda insistía: “¿Qué estás haciendo? Ya debes irte de esta ciudad”. Como no sabía leer ni escribir, Ramiro se desentendió de ambos mensajes.

Corría enero de 1989. El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) ya había expresado su en Tarapoto y profesaba abiertamente su misión de hacer una “limpieza social”. Se decía que no había una tercera advertencia para los miembros del colectivo gay.

Una mañana de febrero de ese año, cuando acataba un paro, Ramiro encabezaba una olla común en el piquete que bloqueaba la entrada al aeropuerto. Seis terroristas lo tomaron del cuello y preguntaron al pueblo: “¿Qué le hacemos? Es mal elemento”. Desde un costado respondieron: “¡Que desaparezca!”. Ramiro fue alejado 50 metros y asesinado de un balazo certero.

Con este crimen se inició un año sangriento para el colectivo gay de Tarapoto. Cinco meses después, el 31 de mayo, otro episodio llamaría la atención de los peruanos, a tal punto que acabó registrado en el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). 

A la discoteca Las Gardenias ingresaron seis miembros del grupo subversivo. Aprehendieron a ocho personas, entre travestis y homosexuales, y las asesinaron frente a todo el barrio. 

LA HOMOFOBIA SE HEREDA
Han pasado 25 años, pero el recuerdo es fresco para Presley Pezo, estilista de Tarapoto y testigo de ambos crímenes del MRTA.  

“El terrorismo actuaba de acuerdo a cómo te comportabas. Si hacías cosas malas, te pasaba algo. Y para ellos ser era algo malo”, dice hoy Presley en su peluquería ubicada a pocas cuadras de donde se dio el atentado de Las Gardenias. Aquel año sucedieron sistemáticos ataques homofóbicos que habrían obligado a cientos de víctimas a refugiarse en otras ciudades.

Pero la intolerancia en Tarapoto continúa, esta vez, en manos de las y campesinas. Cada mes se reportan cuatro ataques a homosexuales perpetrados por ronderos, según la asociación civil Amazonas. “Pero en muchos casos, los miembros no se atreven a denunciar”, sostiene su presidente, Thais Isuiza.

Una muestra de la violencia con que se trata a los homosexuales son las palabras de Juston Alvarado, miembro de una junta vecinal del distrito 9 de Octubre, quien salió en un noticiero diciendo: “Les estamos dando un castigo merecido. Nos hemos puesto de acuerdo en erradicar esto”. 

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