Los andenes vuelven a ser productivos en la sierra sur
Los andenes vuelven a ser productivos en la sierra sur
Redacción EC

ERNESTO SUÁREZ

El esfuerzo y perseverancia es una constante en la vida de don Leandro Pinto, de 85 años, y su esposa doña Clementina Guillermo, un año mayor que él. Su avanzada edad no los amilanó cuando decidieron participar en el concurso que el programa Sierra Sur organizó para premiar a los pobladores que recuperasen los andenes abandonados en Curibaya, un pequeño valle interandino en la provincia de Candarave, a tres horas y media de la ciudad de .

“Fue difícil mover las piedras grandes, pero con el apoyo de mi esposa lo pude hacer. Cuando no podíamos trasladarlas, nuestro hijo mayor nos ayudaba”, nos cuenta don Leandro, quien aprendió a trabajar los andenes mientras miraba a sus padres realizar la misma labor.

La pareja fue reconocida el pasado 8 de abril en su natal Curibaya (Tacna) por saber aprovechar sus conocimientos y recuperar los andenes de su fundo Cajón. Su esfuerzo, además, les ha valido para que obtengan el premio Rocoto de Oro. El galardón se los entregará la Sociedad Peruana de Gastronomía (Apega) en el foro Andenes: Tesoro Milenario, que se desarrollará como parte de la feria Mistura 2014.

Don Leandro ha repartido entre sus nueve hijos las 4,5 hectáreas de tierras que inicialmente tenía, pero reservó para él y su esposa la zona que rehabilitaron a raíz del concurso. Don Leandro y doña Clementina han recorrido juntos por más de medio siglo el camino que lleva desde su casa hasta sus cultivos de maíz y alfalfa.

En Curibaya todos se conocen. Este distrito tiene la menor cantidad de votantes en el país –394 electores– debido a la migración del pueblo a la ciudad, principalmente por la falta de agua. Esta escasez hizo que fueran disminuyendo las áreas de cultivo y dejó secos los andenes. “Cuando llegaron a construir la central hidroeléctrica, el agua empezó a acabarse”, recuerda don Leandro. La central hidroeléctrica fue construida en 1962 y actualmente ha disminuido en 550 millones de metros cúbicos su volumen inicial.

Clementina recuerda que cuando los trabajadores sacaban el agua de la laguna, ella preparaba pan y humitas para vender. Todas las mañanas caminaba un larguísimo recorrido para ofrecer sus productos.

Ella tiene aún mucha fuerza, pero le cuesta movilizarse debido a un problema en la vista. “Mis hijos me van a llevar a Tacna, tengo que ir al doctor, pero hay una huelga”, se lamenta.

Ángel Tuco, asistente técnico del programa Sierra Sur en el plan para la recuperación de andenes, precisa que más de 70 familias participaron en el concurso en Curibaya.

El especialista resalta la necesidad de transmitir los conocimientos ancestrales para el trabajo de las piedras entre las familias. “Todos tenemos que aprender de las personas mayores. Ellos saben la técnica, nosotros tenemos que aprenderla y empezar a difundirla”, sentencia Tuco.

MERECIDO RECONOCIMIENTO

Don Leandro se siente orgulloso de ser la única persona en Curibaya que cultiva en su chacra árboles frutales a pesar del agua salada del valle. Ellos tienen peras, granada y olivos.

El agua es muy restringida en Curibaya. Ellos tienen acceso al recurso cada 15 días, a veces en la mañana, otras en la noche.

Don Leandro y doña Clementina aguardan la fecha del viaje que los llevará a conocer Lima, donde recibirán el premio Rocoto de Oro.

Gilbertito, Vidal, Elia, Blanca, Eulalia, Rosa, Nelly, Néstor y Leandro son los nueve hijos de esta pareja de agricultores. Varios de ellos dejaron la chacra y ahora viven en la ciudad de Tacna.

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