El ‘plan Bukele’ es una exigencia que no ha dejado de estar en boca del público peruano. Ahora, se ha convertido también en un concepto de campaña política. Incluso, según un estudio publicado en marzo por Ipsos, el 24% de los ciudadanos preferiría un gobierno autoritario “en situaciones de alta inseguridad ciudadana”. Preguntados sobre los problemas más graves que enfrenta el Perú, el 21% mencionó la delincuencia como primera opción, mientras otro 38% posicionó la inseguridad dentro de sus exigencias.
Este lunes, la novel agrupación política peruana, el Partido Regionalista de Integración Nacional (PRIN) -fundado por Walter Chirinos Purizagua- invitó al diputado salvadoreño Christian Guevara Guadrón para que presente las estrategias que permitieron al país centroamericano reducir masivamente los índices de criminalidad. El Comercio conversó con el funcionario extranjero, representante de San Salvador y jefe de la fracción Nuevas Ideas, partido de gobierno del presidente Nayib Bukele.
Durante su exposición, Guevara destacó que El Salvador pasó de tener cerca de 14 asesinatos por día a registrar un índice inferior a los 0,5 diarios. Resaltó que se cumplieron cerca de 600 días sin homicidios, dato que ha sido cuestionado por diversas organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional. Esta última contempla 235 muertes bajo custodia del Estado durante el régimen de excepción que aplicó Bukele.
Guevara cuestionó durante su exposición a las oenegés y a los grupos en defensa de los derechos humanos. “Los derechos humanos de los verdaderos [ciudadanos] pesan más que los derechos humanos de los criminales”, expresó el diputado. De hecho, aclaró que gran parte de la estrategia del ‘plan Bukele’ se basa en aislar casi por completo a los criminales, sin permitirles visitas y reducir sus derechos al mínimo. Para el diputado, no es justo que mientras los presos tienen alimentación y techo asegurado, otros ciudadanos, incluyendo niños, no tengan un plato de comida garantizado.
En exclusiva
El Comercio pudo conversar con el político salvadoreño para conocer detalles importantes del plan aplicado y su adaptabilidad al Perú. Para Guevara, el país debe actuar antes de que sea muy tarde, “pues lo que están viviendo no es ni el 5% del infierno que vivimos nosotros”. “No esperen a que este cáncer ponga de rodillas a la sociedad”, exhortó. Sin embargo, fue enfático al señalar que cada Estado debe evaluar cómo implementar su lucha contra la delincuencia y que no se trata de copiar lo que funcionó en El Salvador, un país 60 veces más pequeño que el Perú y con una población casi 40% inferior a Lima Metropolitana.
- ¿Cuáles son los pilares, los puntos clave para que el ‘plan Bukele’ sea efectivo?
Como tal no hay un plan Bukele, creo que así lo llaman en Perú. Pero lo primero es crear oportunidades. Por eso lo primero hicimos fue invertir en las comunidades, [por ejemplo] con zonas de entretenimiento, espacios deportivos. Se crearon los Centros Urbanos de Bienestar y Oportunidades (CUBO), que son espacios que vienen a mejorar la calidad de vida de las comunidades más pobres.
Después vino la parte coercitiva, modernizando la fuerza del Estado. Era común ver a los a los policías empujando las patrullas, éramos una fuerza de seguridad muy mal armada. Se invirtieron casi mil millones de dólares en modernizar a las Fuerzas Armadas. Es imposible ir a la guerra con palos, entonces mejoramos los salarios a los policías, [quitamos] a los malos elementos y se les dotó de mejor armamento. La vida de un policía vale mucho.
De ahí cambiamos alrededor de 21 leyes. No hicimos caso a esos consultores internacionales que te dice que hay que cambiar todo el Código Procesal Penal. Nosotros averiguamos dónde los criminales se [aprovechaban] de las fallas judiciales y cambiamos esas leyes. Aparte, aplicamos el régimen de excepción, que está contemplado en la Constitución, y fue el golpe más duro [los criminales].
- Antes de que se aplicaran estas políticas, ¿Cómo era vista la policía por parte de la población? En el Perú, por ejemplo, es una fuerza muy debilitada en la opinión pública, en muchos casos vinculada a acciones ilegales.
A la Policía nosotros la consideramos como los héroes azules. Ellos [antes de los cambios] ya tenían una buena aprobación. Dentro había unos pocos malos elementos que todo el mundo sabía quiénes eran. Habían comisionados que tenían 30 años, que por ley no se podían tocar, y tenían estructuras de crimen organizado bajo de ellos. Había policías involucrados en unidades de sicariato de las maras; es decir, las maras los contrataban para que mataran. Aunque estaban estos malos elementos, se depuró a la policía. Yo creo que la población veía a los policías como víctimas porque mataban a sus familias, andaban en malas patrulla, era común verlos con las botas destrozadas [...] mal armados, y los criminales los veían como una fuerza débil.
- ¿Cuál era el rol social que ejercían las pandillas antes que se hagan todos estos cambios?
Eran literalmente un estado paralelo, tenían la misma fuerza que el gobierno. Por ejemplo, ellos ponían retenes [similar a un operativo donde se restringe el tránsito] a las entradas de los barcos, al igual que hace cualquier fuerza de seguridad o ejército. Ellos ponían retenes en las carreteras, a las entradas de los barrios, ponían impuestos, impartían justicia. Literalmente era un estado, con la misma fuerza. Es más, había lugares donde la policía ni el ejército entraban.
- ¿Y la sociedad los veía también como eso, como un Estado paralelo?
Los salvadoreños veían a las maras como una autoridad, eran quienes determinaban la vida y la muerte. Eso sí es seguro. Pero nunca cumplieron ninguna función social, esa es una tesis que tenían periódicos como ‘El Faro’ [este medio reveló que el gobierno de Bukele negoció con pandillas y denunció que el presidente de El Salvador permanece en el cargo de manera ilegal tras consumar un fraude], que decían que las maras cumplían una función reguladora dentro de la sociedad. Es más, esos periódicos progresistas decían que sin las maras iba a haber caos social, y lo que vivimos es una sociedad en paz. Caos hubo con las muertes, asesinatos y extorsiones.
- En base a su experiencia y lo que ha visto en el Perú, ¿ve posible aplicar este sistema? Usted mencionó durante la exposición que cada país debía ‘condimentar’ este plan de acuerdo con la realidad de cada país.
Creo que hay muchos puntos en común que considero se pueden aplicar aquí, pero será decisión de los peruanos y de las autoridades qué cosas creen que servirán para la sociedad peruana y qué cosas podrían ser diferentes. Yo lo que puedo decir es que en toda Latinoamérica hay un mal que es la plataforma [de la delincuencia], un sistema proteccionista de delincuentes, que [pone] los derechos de los delincuentes sobre el derecho de los ciudadanos. Y ese es un mal que está en toda Latinoamérica, incluyendo el Perú.
- Algo que mencionó durante la conferencia es que las cárceles funcionaban como ‘universidades del delito’. Aquí en el Perú tenemos un gran déficit en el sistema penitenciario con altos índices de hacinamiento y muchas operaciones delictivas se ingenian desde adentro. ¿La inversión en el sistema penitenciario es un elemento fundamental para iniciar un plan como hizo El Salvador?
No conozco a profundidad el sistema penitenciario de Perú, pero [entiendo] que son alrededor de 70 cárceles [en total existen 67 cárceles, ocho en Lima Metropolitana] y eso significa un gran gasto para el Estado; la logística de llevar 70 planes de alimentación, 70 grupos de seguridad. En nuestra experiencia, hemos visto que para el Estado es más económico, rentable y fácil de controlar tener un megacentro penal alejado de los centros de población, donde puedan cortarse todas las vías de comunicación de los condenados hacia el exterior y evitar que se sigan dando órdenes. Lo digo como ejemplo, pero para El Salvador ha sido muy funcional.
- Mencionó que lo que está viviendo el Perú con el Tren de Aragua sería como el ´kindergarten’ de lo que vivieron ustedes. ¿Cuáles son las principales diferencias que usted identifica entre las pandillas que de El Salvador con estas organizaciones criminales que se están apoderando poco a poco del Perú?
Creo que el Tren del Aragua es una asociación con vínculos más internacionales que las maras y por eso son más peligrosos, porque tienen vínculos con el narcotráfico. Las maras nunca llegaron a tener esa internacionalización, fueron más focalizadas. Creo que el Tren de Aragua o Los Lobos de Ecuador son más peligrosos [que las maras] porque pertenecen a un conglomerado internacional de crimen organizado. Son fuerzas más poderosas, tienen más recursos que, mayor acceso a armamento. Y lo otro, creo que se dedican a una estructura de lavado de dinero más intensa que las maras. Para mí estas organizaciones son más peligrosas, [pero] lo que tenían las maras era un grado de salvajismo que no se ha visto. Ese grado salvajismo [en sus acciones criminales] ni siquiera lo han alcanzado los carteles internacionales.
- ¿Cómo funciona la extorsión diaria que ejercían las pandillas en El Salvador? Acá en el Perú hay una inmensa cantidad de personas que son víctimas del cobro de ‘cupo’ como nosotros llamamos acá, lo que ustedes conocen como ‘renta’.
Todos, literalmente todos en El Salvador, incluyendo las grandes cadenas internacionales de distribución pagaban renta. Cada vez que entraba a un barrio, el camión pagaba una renta. Si tenías una bodega o un supermercado, o cualquier negocio en tu casa, pagabas renta. Pagabas 25 centavos de dólar por salir de tu casa y 25 centavos de dólar por regresar a tu casa. En El Salvador consideramos que se pagaban dos mil millones de dólares en extorsión al año. Por lo menos hay registro de mil millones, pero creemos que llegó hasta los dos. Eso precede a otros crímenes más graves, porque quien no paga el cupo lo amenazaban, y cuando no pagaba, lo mataban. Así comenzó.
- El Salvador tiene puertos importantes a nivel internacional. ¿Hubo una conexión el crecimiento de las pandillas y la violencia, con estos puertos?
No lo hubo, pero los municipios donde se encuentran eran de los lugares más peligrosos del país, porque ahí había mucho navegante que llegaba a consumir drogas y prostitutas. Las maras controlaban esos negocios, pero no hubo comercio ilegal o el tráfico de drogas.
- Mi pregunta nace a raíz del megapuerto de Chancay. El caso del Callao representa la relación de muchas ciudades puerto con el crecimiento de la delincuencia.
No duden que el crimen organizado se mueve hacia donde se mueve el dinero y si hay mucho dinero, si esto [el megapuerto] trae mucho comercio, estoy seguro de que el crimen organizado [estará presente]. El crimen organizado siempre ocupa el lugar que no ocupa el Estado y si el Estado no ocupa el control de esa nueva infraestructura lo va a ocupar el crimen organizado. Eso es lógico aquí y en cualquier otro país.
- ¿Cuál fue el rol de las Fuerzas Armadas en el plan llevado a cabo en El Salvador?
Formar un policía lleva mucho más tiempo que un soldado, entonces nosotros tomamos la decisión de fortalecer las Fuerzas Armadas. Duplicamos la cantidad de miembros [del Ejército], pero que trabajan en conjunto con la policía. Un miembro del ejército no te puede capturar, solo la policía.