Mientras que para la mayoría de nosotros combatir en una guerra representaría una de las mayores pesadillas por vivir, para don Jorge Sanjinez significó el escape de unos primeros años de vida llenos de dolor y abandono.
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Por ello, cuando un amigo suyo fue a tocar la puerta de su casa en 1942 para contarle que el ejército belga buscaba voluntarios para combatir en la Segunda Guerra Mundial, no dudó en dejar su trabajo en el hipódromo de San Felipe y enrolarse.
Sanjinez había tenido una infancia marcada por los abusos de su padre y el escape de su casa, que a los 12 años reemplazó por plazas, calles y hasta un burdel. Ya como parte del ejército belga formó parte de la Segunda Unidad Motorizada de la Brigada Pirón.
Participó del Desembarco de Normandía y de la liberación de Bruselas. Cuando la guerra acabó, sin embargo, fue el único soldado que no festejó, pues “debía pensar en cómo sobrevivir cuando volviera al Perú”.
Por varios años, en los que se dedicó a trabajar en diferentes empresas, su participación en uno de los episodios más importantes de la historia mundial pasó desapercibida.
Eso cambió, en gran parte, cuando a finales del 2015 recibí la llamada de Dante Piaggio, entonces fotógrafo del diario El Comercio y quien me puso en contacto con José Mogrovejo, un joven universitario que dedicaba sus tardes a recoger las memorias del veterano combatiente.
Don Jorge nos recibió una mañana de diciembre del 2015 en su casa de Huachipa, se apoyaba en un bastón y tenía dificultades auditivas, más allá de eso era difícil asegurar que contaba las horas para soplar las 100 velas.
Sobre todo si se trataba de hurgar en su memoria.
Aquella larga conversación resultó en la entrevista que publicamos el 5 de enero del 2016 en la sección Posdata, de El Comercio. Pero, además, dio pie a una investigación donde descubrimos las historias de los otros cuatro peruanos y un francés que residía en nuestro país que también formaron parte de la Brigada Pirón.
Más allá de eso, su historia pudo ser conocida por muchos más peruanos, recibió merecidas condecoraciones pendientes que se sumaron a las que le habían entregado en el pasado y en el 2019 fue invitado a la región francesa de Normandía. Todos estos hechos fueron acompañados de algún artículo o mención en El Comercio.
El último de nuestros encuentros se dio en septiembre del año pasado, cuando este Diario fue invitado a la condecoración que el Ministerio de Defensa le otorgó a Sanjinez en Pucallpa, donde vivía junto a su esposa.
Esta tarde, a los 103 años, don Jorge falleció debido a problemas médicos previos que se agravaron durante los últimos días.
Su recuerdo, sin embargo, permanecerá vivo en las páginas de este Diario y esperamos que también lo haga en los libros de historia de nuestro país.
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