La saturación de camas UCI para la atención de casos graves de coronavirus continúa imparable. Ayer, la ocupación de estos equipos superó el 95% del total disponible en Lima Metropolitana, Áncash, Arequipa, Cusco y Huánuco.
En Lambayeque, Tumbes y Ucayali, ya no había UCI libres y crecían las listas de espera para acceder a un ventilador mecánico.
El alza también se reflejó a nivel agregado. Según cifras de la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud), la jornada terminó con 1.709 equipos ocupados de 1.836 disponibles, que se refleja en una tasa de ocupación del 93%, tres puntos porcentuales más que lo observado hace una semana.
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Nuevos picos
Junto con la elevada ocupación –que se registra desde hace algunas semanas– la demanda de camas UCI que marca el inicio de la segunda ola ya ha superado los niveles máximos reportados durante la primera ola de la pandemia en 12 regiones.
Además de la capital, este fenómeno también se observa en Áncash, Apurímac, Cajamarca, Huánuco, Ica, Lambayeque, Moquegua, Pasco, Piura, Tumbes y Ucayali.
Las subidas porcentuales más preocupantes se registran en Piura, Ica y Huánuco [ver cuadro]. En esta última, el número de equipos empleados para pacientes graves de COVID-19 asciende a 52, casi 80% más que su pico de la primera ola (29 camas) registrado el 29 de junio del 2020.
En Lima, la demanda actual bordea las 885 camas, cifra que representa un 5% más que el máximo de la primera fase, reportado el 20 de agosto del 2020 (842 camas).
Esta tendencia fue comunicada el viernes por la presidenta ejecutiva de Essalud, Fiorella Molinelli, quien ese día señaló que la ocupación de camas UCI en el país alcanzaba una cifra equivalente al máximo histórico de la primera ola (1.553 pacientes).
Ayer, la demanda de camas para pacientes graves en el país aumentó a 1.709.
Tema de fondo
Rosa Luz López, vicepresidenta de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva (Sopemi), explica que este colapso se origina, en parte, por las brechas que existen en el stock de equipos con que cuentan las regiones para atender casos graves, ya sea de coronavirus u otras enfermedades.
“Hay lugares con pocas camas UCI. Por ejemplo, Tumbes no tiene intensivistas propios, sino los que trabajan en Trujillo, Chiclayo y Lima, que viajan allá. Eso genera precariedad: en caso no puedan llegar, se quedan sin médico”, dice.
Por su parte, Fernando Mejía, investigador principal del Instituto Alexander von Humboldt de la Universidad Cayetano Heredia, señala que a diferencia de la primera ola, donde la mayoría de las camas era para atender COVID-19, ahora hay un gran porcentaje de pacientes con otros males que también las vienen usando, lo cual presiona la demanda.
“Hay menos oferta porque los casos no COVID-19 que no se atendieron en la primera ola llegaron muy mal, y también tienen derecho a UCI. La otra razón es que en las regiones no están llegando al hospital a tiempo, minimizan los síntomas”, explica.
El especialista recomienda reforzar la prevención para evitar contagios y garantizar el aporte de oxígeno a todo nivel, con el fin de impedir el deterioro de los pacientes que los conduzca a UCI.
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