La última vez que hubo rayos y truenos en Lima Metropolitana fue por una DANA. A las 6:30 de la mañana del lunes 24 de mayo del 2021, una lluvia intensa - breve, pero lo suficientemente fuerte para alarmar a una ciudad acostumbrada a lloviznas- cayó sobre varios distritos de la capital. A la inusual lluvia de otoño le siguieron descargas eléctricas cuyo último antecedente había sido una tormenta de 1960.
Era “Tania” la que hacía su aparición. Ese era el nombre de la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que se registró entre el 24 y 26 de mayo en el Perú. Además de Lima, hubo precipitaciones sólidas (granizo y nieve) en la sierra de Arequipa, Ayacucho, Puno, Cusco, Apurímac y Huancavelica. Solo en Arequipa se reportó hasta 10 cm de acumulado de nieve.
#Infórmate Lima presentó rayos y truenos inusuales a primeras horas de la mañana debido al ingreso de la Dana Tania. Esta tormenta inusual se desplaza hacia el sur. Un fenómeno similar ocurrió el 25 de abril de 1960. No está relacionado al Niño. pic.twitter.com/zhvOlHimbF
— Senamhi (@Senamhiperu) May 24, 2021
Aunque “Tania” se trató de una DANA fuerte, no provocó un desastre como sí lo hizo “Carmen” dos años después. El 5 de febrero del 2023, una serie de huaicos provocados por lluvias intensas causaron la muerte de 15 personas en la localidad de Secocha, en Arequipa. A la DANA, un fenómeno meteorológico natural, se le sumó la negligencia: Secocha había sido identificado por años como zona crítica al ser uno los más grandes centros mineros de extracción informal de oro asentado en el cauce natural de huaicos y flujos de barro de la quebrada Saca de Posco.
La semana pasada, la región española de Valencia vivió una catástrofe por precipitaciones, acompañadas de fuertes vientos y tornados, que surgieron de una DANA. Aunque para dicho país este este evento meteorológico tampoco es nuevo, las condiciones extremas del temporal y la falta de advertencias previas dejaron más de 200 muertos.
¿Qué hace de una DANA un evento mortífero?
La ingeniera Raquel Loayza, especialista en meteorología del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), explica que las DANA son sistemas atmosféricos periódicos que se presentan en los niveles medios y altos de la atmósfera, entre los 10.000 y 12.000 metros. Se trata de una enorme burbuja de aire frío que se forma en el océano. Cuando esta masa de aire frío, que para el caso del hemisferio sur se mueve en sentido horario, interactúa con latitudes más cálidas y húmedas, se genera una inestabilidad de provoca lluvias intensas, nevadas y granizadas. Aunque pueden ocurrir todo el año, suelen presentarse con mayor frecuencia entre otoño e invierno.
“Las DANA de Perú o España tienen el mismo origen. Es decir, se generan en condiciones de presión baja y niveles altos. La diferencia es que en Sudamérica se generan en el Pacífico y tienen un giro horario, mientras que en el hemisferio norte, el giro es antihorario”, explica a El Comercio.
Tal como ocurre con los huracanes, cada DANA lleva un nombre distinto. En el Perú cuentan con una denominación aleatoria que Senamhi asignó alfabéticamente. Solo desde el 2022 se han reportado 13 DANAS en el país. El más reciente, “Maura”, provocó episodios de nieve, aguanieve, granizo y lluvia de manera localizada en la sierra centro y sur oriental, entre el lunes 21 al martes 22 de octubre.
Este evento es distinto al Fenómeno El Niño, pero si llegan a coincidir, las precipitaciones pueden ser intensas por la interacción de frío y temperaturas más altas de lo normal. “Si la DANA, que es aire frío, se encuentra con la masa de aire más caliente y húmedo, la inestabilidad es más fuerte”, indica la experta.
Así como la interacción de El Niño, los efectos del cambio climático también influyen en la intensidad de la DANA. Para el caso de Valencia, por ejemplo, el secretario de Estado de Medio Ambiente de España, Hugo Morán, reconoció que la crisis climática ha provocado que fenómenos naturales con los cuales están acostumbrados a convivir “están adquiriendo unas dimensiones que son desconocidas”. Ello sumado a que “los mecanismos de respuesta no están adecuados para esas dimensiones”.
Para el caso peruano, la experta de Senamhi explica que dicha institución puede avisar con hasta 4 días de anticipación de ocurrencia e intensidad de una DANA. Depende de las autoridades de los tres niveles de gobierno tomar las medidas adecuadas para evitar desastres.
“Nosotros enviamos avisos meteorológicos con tres o cuatro días de anticipación para que los tomadores de decisiones puedan tomar acciones. Las medidas que se tomen deben estar orientadas a la población, animales y plantas que se ven afectadas por lluvias intensas y nevadas”, dijo.
La clave está en la prevención. Sin embargo, el pasado 13 de octubre, la Defensoría advirtió que la ejecución del gasto del Programa Presupuestal 0068: “Reducción de la Vulnerabilidad y Atención de Emergencias por Desastres”, en los tres niveles de gobierno, a menos de 3 meses de culminar el año fiscal, es en promedio de 59.2 %.
Tras una verificación en la página de Consulta Amigable del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) se pudo verificar que el Gobierno nacional tiene un avance de ejecución del 54.6 %, los gobiernos regionales de 55.5 %, mientras que los gobiernos locales han ejecutado un 71.7 %.
Solo los gobiernos regionales de Puno, Apurímac, Ucayali y Callao han ejecutado menos del 50% de la partida presupuestal. Mientras que Cajamarca, La Libertad, Moquegua, Tacna, Áncash y Lambayeque, menos del 60%.
“Para la Defensoría del Pueblo estas cifras demuestran una falta de gestión oportuna por parte de las autoridades, a pesar de que el Perú se encuentra expuesto a diversos peligros de origen natural e inducidos por acción humana que vienen afectando a miles de personas cada año”, precisó el adjunto para la Administración Estatal de la Defensoría del Pueblo, José Luis Agüero, en un comunicado.
Aunque el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred), prevé que para la temporada de lluvias del verano 2025 (enero – marzo) en la región costera es más probable que “las precipitaciones varíen desde normales a inferiores a lo normal”, en la región andina, especialmente en el lado oriental de la cordillera, hay una mayor probabilidad de lluvias “superiores a lo normal”. En contraste, el lado occidental de la cordillera podría experimentar lluvias que oscilen “entre lo normal y superior a lo normal”. En la Amazonía, se espera que las lluvias sean normales en la selva central y sur, mientras que en la selva norte podrían ser “superiores a lo normal”.
Ante este escenario, se ha identificado un total de 41.211 centros poblados con probabilidad de riesgo muy alto ante lluvias y posibles movimientos de masa (huaicos y deslizamientos). Se trata de al menos 2′473.604 personas que podrían ser afectadas.
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